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viernes, 12 de junio de 2015

TEORIA DE LAS SUPERCUERDAS


B"H

Cabala y CienciaLa Aproximación de la Cabala a la Física
La Teoría de las Supercuerdas
La Cuerdas
La cabalá enseña que las diez dimensiones de la realidad fueron creadas inicialmente en potencia por medio de la “contracción” de la luz infinita de Di-s, resultando de esta manera la aparición de un “espacio vacío” o “agujero negro” de existencia “potencial”. En este “vacío” primordial entra un “rayo” de luz Divina, conocido como la “línea” o “cuerda”. La cuerda primordial “produce” las diez manifestaciones de la realidad y continúa emanando dentro de ellas los mundos de la creación.
La revelación inicial dentro del vacío primordial es la de la luz. Según las palabras del tercer versículo de Bereshit (Génesis) (el primer “dicho” explícito de la creación): “Y dijo Di-s ‘Sea la luz’, y fue la luz”. Esta luz primordial se refiere al rayo de luz Divino que permea el vacío, la “cuerda” Divina.
En hebreo, el valor numérico de la palabra jut, “cuerda” es 23, que es el décimo número primo (comenzando de 1). El valor de or, luz, es 207 = 9 x 23. Esto indica que cada “fotón” de la luz primordial está compuesto de hecho de una cuerda de 9 pliegues.
Se dice en cabala que una de las funciones primarias de la cuerda primordial es “medir”. Cada “unidad” de medida es una cuerda individual y de cada una de estas emanan una multitud de cuerdas que llenan el espacio. Estas “cuerdas” se “pliegan y despliegan”, “dividiéndose” en dos o “reuniéndose” en una. Estas etapas son las que reflejan más precisamente la imaginería y terminología de la moderna teoría de las cuerdas.
El proceso de “plegado” se asocia con el “mundo” inicial que incluye el rayo de luz Divina conocido en cabalá como el “hombre Primordial”. Este “proceso” de división se asocia con el subsecuente “mundo del caos” que ssepara y rompe. “El proceso de “reunir” tiene que ver con el subsecuente “mundo de la rectificación”.
En este mundo, los pequeños segmentos de las cuerdas ya “reunidos” dan origen a las “partículas” o “chispas” propiamente dichas. Cada partícula es de hecho una “entidad” “completa” o “rectificada” que es capaz de reflejar la presencia de su Creador.
El valor numérico de la palabra nitzotz, “partícula” o “chispa”, es 236. Este es el número que nuestros sabios (en el Midrash) identifican como la “medida” de la “entidad” Divina.
La “unión” consumada de los dos conceptos de “cuerda” y “partícula” está representada en cabalá como el producto de sus valores numéricos 23 x 236 = 5428. Este es la suma de las cinco “interacciones de números enteros” entre los números 6 y 4:
6 – 4 = 2
6 más 4 = 10
6 x 4 = 24
6 a la cuarta = 1296
4 a la sexta = 4096
2 más 10 más 24 más 1296 más 4096 = 5428. (El hecho de que cada par (2) de números da origen a 5 “interacciones de números enteros” refleja la representación “Divinamente inspirada” del número 10 = 2 x 5).
En la Torá, la mitzvá (“precepto”, que proviene gramaticalmente de la raíz hebrea que significa “conectar”) que se asocia explícitamente a las “cuerdas” es la mitzvá de tzitzit. Esta requiere que una vestimenta que tiene cuatro esquinas tenga cuatro cuerdas adosadas a cada una de ellas.
Las cuatro cuerdas son dobladas en dos, produciendo el efecto de ocho cuerdas que cuelgan de cada esquina. Estas ocho cuerdas están atadas mediante cinco nudos dobles: 2 x 5 = 10.
El propósito de la mitzvá de tzitzit, establecido explícitamente en la Torá, es recordarnos las 613 mitzvot de la Torá. Por este motivo se considera que esta mitzvá equivale a las 613.
El “valor númerico reducido” (cada letra con un valor entre 1 y 9) de la palabra tzitzit, escrito según la Torá es 23, el valor de la palabra “cuerda”.
De acuerdo con la Torá, hay dos colores para los hilos de los tzitzit, blanco y azul. En “valor numérico reducido”, la palabra lavan (blanco) = 10 y tjelet (azul) = 13, sumando juntos 23 (el valor de tzitzit y de “cuerda”). Como 23 es el número primo décimo, esto alude al hecho (explicado en cabalá y reflejado en la naturaleza) de que el “azul” de los tzitzit se origina y está incluido en el “blanco”.
El valor número completo de lavan (82) y tjelet (850) es 932. Este es el valor numérico de la frase “etz hada’at tov v’rá” (el Arbol del Conocimiento del Bien y el Mal).
Los dos colores de los tzitzit representan la posibilidad de la cuerda de dividirse en dos y reunirse en una. En hebreo, la palabra “uno”, ejad, está compuesta por tres letras cuyos valores numéricos son 1, 8 y 4 = 13. La forma “evolutiva” de “uno” es: (1) más (1 más 8) más (1 más 8 más 4) = 23. Este fenómeno indica el poder inherente en la cuerda ( = 23) de unificar la realidad.
En la medida que meditamos más profundamente sobre la multitud de leyes y maneras exactas de atar las cuerdas del tzitzit, podremos descubrir y clarificar con certeza muchos de los más profundos secretos del universo. 

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