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sábado, 21 de mayo de 2011

La Alegría de Bar Iojai

El Dios Único frente muchos dioses
Esta semana recordamos con alegría la entrada en el Gan Eden de Rabí Shimón Bar Iojai, en Lag Baomer, el día 33 de la cuenta del omer. El día en que el tzadik se eleva, su presencia y su obra adquieren una fuerza infinita, que influye más aun que cuando se ve su presencia física en el mundo. Esa fuerza es la luz de Hashem que hace que el mundo exista, y se disemina en toda la creación a través del Pueblo de Israel, como una luz para las naciones del mundo. En el Zohar, Rabí Shimón reveló esos secretos, que llegan a nosotros a través de la transmisión de generación en generación, para que nos alimentemos de ellos y traigamos la Redención Definitiva y Verdadera al mundo.
Esa fuerza mantiene al mundo en existencia. Sabemos que la vida es una lucha constante contra la disgregación, la expansión, la multiplicidad como se explica en la ley física de la entropía. Hay fuerzas que mantienen unida a la materia y hay otras que tratan de separarla. La eterna lucha entre la unidad y la multiplicidad, la vida y la muerte. Su raíz espiritual, explica el Zohar, es el Mundo del Caos contra el Mundo de la Rectificación, representados en la Torá por los hijos de Itzjak, Eisav y Iaakov respectivamente. Las tremendas luces del mundo del Caos, cuando se las deja accionar por sí solas, tienden a autodestruirse, a “explotar” si no se las contiene con una fuerza adecuada.
La causa de la destrucción: yo soy el rey
Explica la Cabalá, que en el Mundo de Tohu las cualidades o 7 sefirot son como Reyes que cada uno quiere reinar y lucha contra los demás destruyéndose entre todos, o sea destrucción y la caída de aquellas chispas. Puntos (Nekudim) individuales, que actúan en forma separada y cada una quiere dominar. La bondad sólo quiere dar, sin límites (como cuando uno le quiere dar a un chico muchos caramelos por bondad pero en realidad lo está perjudicando), el rigor pone sus límites asfixiantes, y así las demás.
Pero en el mundo de la Rectificación, se produce la inter inclusión de cada una de ellas, formandopartzufim o estructuras interactuantes, en que cada una se imbuye de las demás funcionando en equipo. Por ejemplo, la bondad da con amor pero con el temor del rigor por no perjudicar, equilibrados por la misericordia de la belleza, la confianza de la victoria de saber que se está haciendo una acción educativa que perdura, la modestia del reconocimiento de la existencia del otro, el fundamento de conectarnos con el prójimo para su manutención y la autoanulación necesaria en todo acto de dominio. Este es el secreto de los 49 días de la cuenta del omer, en que cada día meditamos en la interinclusión de una sefirá con otra.
El Hombre, un mundo en miniatura
Al meditar acerca de todo esto, imagínense que el hombre es un Mundo en miniatura, un microcosmos donde se producen los mismos acontecimientos que en macro. Esa es la tarea del Jasidut, refinar las chispas que tenemos cada uno adentro. La esencia de la Cabalá, comparar y hacer paralelos entre cosas aparentemente sin conexión.
Pero vayamos al principio para entender de qué se trata todo esto. Leemos en la Torá “En el principio Dios creó los Cielos y la Tierra”, algo lógico y apaciguador, pero enseguida nos avisa “y la Tierra estaba confusa y convulsionada”, para continuar con una afirmación completamente enigmática “y el Espíritu de Dios sobrevuela sobre la superficie de las aguas”. La imaginación no rectificada nos puede llevar a pensar y sentir infinidad de cosas, pero ¿cuál es el camino correcto? Evidentemente esto es una simple historia cuando la leemos de una traducción. En el original en la Lengua Sagrada sucede algo diferente y sobre todo si nos dejamos guiar por los portadores de la sabiduría de Quien lo escribió.
El águila que cuida a su cría
Dice Rashi que ese Espíritu de Dios, RuajElokim, es el alma del Mashíaj que merajefet, “sobrevuela” sobre las aguas del mundo que se creó y se recrea continuamente. “Sobrevuela” como el águila, que planea sobre el nido “tocando y no tocando” a sus pichones para cuidarlos y alimentarlos batiendo sus alas. El final del Mashíaj y la redención ya estaba incluido en el Principio. Pero centrémonos un poco más en ese Elokim cuyo espíritu “sobrevuela” sobre nosotros. En hebreo, מרחפת , proviene de la raíz רפח , reish-pei-jet, de valor numérico 288. ¿Se acuerdan de ese número? Antes de seguir busquen un poco en su memoria o vayan aquí o aquí para refrescar.
288 es la cantidad de chispas de Divinidad caídas del Mundo del Caos (Tohu), cuando esas tremendas luces que creó Hashem en un principio sólo con la cualidad de Emet, “ Verdad”, destruyeron los escasos recipientes que los debían contener, y sus chispas cayeron en este Mundo, del Tikún o Rectificación, que relata el comienzo de la Torá. De ahí Bereshit, “En el Comienzo”, se lee betreshit, ב ראשית , dos comienzos, uno del Caos que se destruyó y otro de Rectificación, el universo (material y espiritual) donde vivimos, creado con el agregado de la cualidad de Misericordia, Rajamim. Por eso cuenta la Torá toda la historia desde la Creación, para saber Quién creó el mundo, como es ese mundo, cómo rescatar esas chispas y quién lo debe hacer.
Exilio como condición para la Redención
Esta es la historia desde Adam, el primer hombre en adelante, una preparación para esa tarea, hasta que comenzó a realizarse, cuando los hijos de Israel bajaron a Mitzraim, Egipto, para justamente rescatar las chispas que allí cayeron. Todo el exilio y la esclavitud es un trabajo de separación y depuración, el rescate de esas chispas sagradas de en medio de la maldad y idolatría de Egipto. Cuenta la Torá, que junto con ellos salieron los erevrav, ערב רב , gentiles que también estaban esclavizados con los Bnei Israel, y que Moshé tomo la responsabilidad sobre ellos para sacarlos de allí.
Explica el Arizal, el tzadik que tomó el Zohar y reveló más de su luz, que rav, reishbet, רב , de guematria 202, son las chispas caídas en Egipto, que salieron en forma de personas, los erevrav, de conocimiento y de riqueza con los judíos. Pero aun faltaban 86, de guematria Hateva, “la Naturaleza” yElokim, el aspecto de la luz Divina de Dios llamado con este Nombre, que llena los Mundos y con el cual creó en los seis días de la creación.
Al salir de la esclavitud no salieron (salimos) simplemente a la libertad, a olvidarse de tantos años de sufrimiento y vivir la vida, sino a completar la tarea: servir a Dios rescatando el resto de las chispas desde la Tierra de Israel. Cuando nos referimos a la Redención definitiva y verdadera estamos hablando de la culminación de esta tarea, actuando con las luces del Mundo de Tohu pero dentro de recipientes del Mundo de la Rectificación, a la espera de la llegada del Dueño de Casa.
El Origen de las Fuerzas del Caos
Cuando nos referimos a la guematria de las palabras, tratamos de darle un significado a los números que nos ayuden a entender la idea que hay detrás de ellas. Los sabios ven en esto una insinuación de la Sabiduría de Dios. Y no para ser simplemente más sabios, famosos o ricos, sino simplemente para poder entender cómo realizar la tarea de la que hablamos antes. Si decimos que 288 es 202 más 86, es por ejemplo que esas chispas de luz Divina insinúan רב אלקים , ravElokim, “muchos dioses” (rav = 202, Elokim = 86). Que al romperse los recipientes que contenían la Luz Infinita única, provenientes del Elokim único, se ve lo que es Uno, Único e Individual como si fuera múltiple.
Este es el origen de la idolatría, no reconocer que esa multiplicidad que observamos en el mundo es sólo una ilusión óptica, como un prisma que separa la luz blanca en distintos colores, como si cada uno fuera independiente del otro. Como el Rey y sus ministros. En general las personas comunes no tienen una relación directa con el rey, sólo ven de lejos sus ropas y atributos, escuchan sus órdenes a través de los ministros y funcionarios que las ejecutan. A través de ellos infieren su grandeza, su bondad, su inteligencia, su liderazgo, etc., lo aman, le temen, lo aceptan o lo rechazan. Con ellos se relacionan diariamente y reciben su sustento, a veces los sobornan para obtener un beneficio o librarse de alguna pena.
Ellos son los “muchos dioses”, las estrellas, los ángeles, la naturaleza y a veces los propios hombres que abusan de su poder. Cada uno tiene un poder que le confiere su Creador, con su chispa de Divinidad interior que los hacer existir. Ellos saben quién es el rey, pero la gente simple les ruega a ellos como si fueran los que los sostienen.
Los hijos del Rey
A veces hay quienes vienen a la Tierra de Israel, la morada que eligió Dios para que Su pueblo viva en ella y sea una luz para las naciones, y quieren tomar posesión, decidir con impertinencia lo que es bueno y es malo, quién vive aquí y quién no, de quien es el Monte Sagrado y quieren repartirse nuestra herencia sin saber siquiera qué hacer con ella, invocando a “muchos dioses”.
Pero tenemos que saber que no pueden entrar si no es con el permiso de los hijos del Rey. Hay en el Pueblo de Israel que los llaman, exiliados en su propia casa, ciegos por las luces de colores que les prometen, para obtener beneficios que ya tienen. Como las historias del príncipe que enloquece o que se va lejos y se olvida que es el hijo del Rey. Sólo tiene que elevar su cara y mirar a su padre, y este lo abrazará y le dará todo su reino. Pero la mentalidad infantil del mundo del Caos, la falta de maduración de las cualidades que actúan por separado, en forma egoísta, no los dejan ver la realidad.
La Torá nos instruye para hacer la tarea, cómo ser hijos y sirvientes del rey. Los sabios de Israel, bendecidos por Hashem con Su Sabiduría, nos extienden esa luz verdadera para que la alegría del descubrimiento no sea simplemente un logro personal, porque no es completa si no es compartida. Hashem los puso en este mundo para que siga existiendo, a través de sus enseñanzas y revelaciones que lo conectan con el Todopoderoso.
Nos dijeron que el mundo está basado en tres columnas: la Torá, la plegaria y las buenas acciones. Las buenas acciones es el eje derecho de bondad, la plegaria es el eje izquierdo del temor respetuoso y la Torá es el eje central de la belleza que equilibra los extremos. La Torá es el equilibrio que proviene de la sabiduría de Dios y sobre ella debemos basar nuestro pensamiento, palabras y acciones. La meditación rectificada elimina los muchos dioses, equilibra nuestras cualidades y nos abre los ojos para ver la Redención definitiva y verdadera que ya se encuentra aquí.
Gracias Bar Iojai,
“fuiste ungido, dichoso de ti, con el aceite de la felicidad por tus compañeros
Bar Ioja, nimshajta, ashreja, shemen sason mejavereja


Rab Ginsburgh


Instituto Gal Einai de Israel
Centro de difusión de Cabalá y Jasidut de Rav Itzjak Guinsburgh Shlita
La Dimensión Interior

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