Cuando servimos a Di-s, como norma debemos atravesar en orden cada uno de
los cuatro niveles sucesivos –hermana, compañera, paloma y perfecta. Pero de
todas maneras, en nuestro servicio, podemos y debemos ser sensitivos desde un
comienzo al significado integral de servir a nuestro Creador, especialmente a
cómo el servicio consumado de "mi perfecta" ayuda a la perfección del mundo como
un todo. Este nivel no se puede alcanzar verdaderamente cuando uno está alejado
de la Luz de Di-s, ¿por qué cómo se puede eliminar la oscuridad y el dolor
difundiendo la Luz en el mundo si uno mismo no es aún un canal abierto conectado
a la fuente de Luz?
Aún así, uno puede
comenzar a irradiar luz ya desde el momento en que comienza a recibirla. Puede
que esta luz no sea clara y brillante, puede ser brumosa como los rayos de luz
brillando a través de la niebla. Por esta razón, en las generaciones anteriores
se enseñaba usualmente a refrenarse de esparcir la Luz activamente hasta que la
persona no este completamente purificada. Pero en nuestra generación, la
necesidad de diseminar Luz es inmediata y urgente porque la oscuridad del
exilio, que se refleja en la vacuidad causada por la pérdida de identidad, es
extremadamente grande. En consecuencia, por primera vez en la historia nuestra
generación siente que la Divina Providencia requiere que cada judío participe
(tal vez en un sentido limitado pero activo) en el trabajo de "mi perfecta"
apenas comienza a despertar y a retornar al verdadero sendero de vida: la Torá y
las mitzvot.
Todo nuevo baal
teshuvá (que "retorna" a Di-s y a la verdadera identidad judía) debe estar
profundamente sensible e interesado por las almas de sus semejantes judíos. Debe
entonces expresar naturalmente su preocupación entregando su tiempo y esfuerzo,
tanto físico como espiritual, para ayudarlos y tratar de irradiar la Luz que
Di-s le ha dado por medio de la Torá.
Por cuanto Di-s ama
a Su pueblo Israel como un padre ama a sus hijos, la máxima expresión de nuestro
amor por Di-s es el amor a Israel, "amar lo que ama el amado". Consagrando
permanentemente nuestras actividades en aras de otros judíos refuerza la
percepción de esta verdad, motivándonos a su vez a dedicar más de nuestros
esfuerzos para perfeccionar a Israel y el mundo.
Esta es la esencia
de todas las enseñanzas del Baal Shem Tov, el fundador del
Jasidut.
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