E l propósito de la meditación o hitbonenut en la Torá, esclarecida con las
enseñanzas del jasidismo, es despertar el corazón judío para que pueda apartarse
de la vanidad, la falsedad y la futilidad de la existencia ilusoria que llena su
conciencia y pueda volverse hacia la verdadera realidad: Di-s (ver Rambam,
Mishné Torá, comienzo del Sefer HaMada ).
L a efectividad en la meditación, como en todo emprendimiento humano, es
claramente un regalo de Di-s (ver Deuteronomio 8:17). Pero, como todo asunto que
tiene que ver con el libre albedrío, el éxito depende también del esfuerzo y la
voluntad del hombre.
C uando un judío medita con este propósito en mente cumple por consiguiente
con los siguientes mandamientos:
1. "Yo soy Di-s tu Di-s ..." ( É xodo 20:2 y Deuteronomio 5:6. Este es el
primero de los Diez Mandamientos), es decir, creer en la necesaria existencia de
Di-s, del cual deriva toda existencia subsecuente (ver el Rambam citado arriba).
2. "Oye, Oh Israel, Di-s es nuestro Di-s, Di-s es uno" (Deuteronomio 6:4) es
decir, reconocer la perfecta unidad de Di-s en todas Sus creaciones.
3.
"Sabe este día y asiéntalo en tu corazón que Di-s es Di-s..." (Deuteronomio
4:39), y "Conoce el Di-s de tu padre..." (Crónicas I 28:9), es decir, estudiar,
reflexionar y saber lo más que se pueda acerca de la luz y vida Divina que hay
en toda la existencia (ver Likutei Amarim-Tania , Kuntres Ajarón
, edición bilingüe, editorial Kehot Sudamericana, Buenos Aires).
L a actitud básica requerida para el cumplimiento de todas las mitzvot de la
Torá, la "tierra" donde la semilla pueda arraigar, crecer y dar frutos,
comprende:
1. la humildad y simplicidad de un súbdito dedicado cumpliendo el deseo del
Rey y
2. el desinterés y el servicio amoroso de un hijo hacia su padre.
L a meditación, por ser la mitzvá fundamental, es la que más requiere de esta
productiva "tierra".
E l ego del hombre y el amor propio no le dejan ver sus deficiencias,
especialmente aquellas relacionadas con la arrogancia del ego en si. Los sabios
dicen: "¿Quién es sabio? Aquel que conoce su lugar ". La verdadera evaluación de
nuestro lugar sólo puede venir luego de años de una ardua y sentida labor
espiritual.
En definitiva, Di-s le da todos sus conocimientos a aquel cuyo corazón Lo
llama de verdad, pero no puede ni debe esperar adquirir con la meditación de una
sola vez todos los objetivos mencionados; aunque desde un principio la
meditación le llenará la conciencia con una sensación nueva de luz y belleza,
sólo más adelante, luego que la "tierra" fue "labrada" con el reconocimiento de
nuestro lugar y fue fertilizada con los nutrientes de la Torá, entonces podemos
esperar que la semilla de la meditación produzca plenamente sus frutos, a saber:
1. el alejamiento de nuestro corazón de nuestra anterior "pequeñez" y
"humildad" (en el sentido negativo), que interfiere con nuestro amor a Di-s y al
prójimo judío.
2. el florecimiento de un nuevo corazón, pleno de amor y temor a Di-s, amor
al prójimo judío y a toda la creación de Di-s.
Muchos principiantes se equivocan buscando abstracción en la meditación
("escape"). El jasidut enseña que nuestra intención inicial en la meditación
debe ser traducir la "inteligencia" percibida instintiva y claramente por el
Alma Divina a la inteligencia natural y oscura del alma animal. Conseguimos esto
a través del uso de parábolas precisas y ejemplos físicos relacionados con los
conceptos Divinos de la meditación. Esto parece una mundana tarea intelectual,
pero debe esforzarse en:
1. permanecer conciente del objetivo de su meditación, como ya se dijo,
2. rezar (la meditación es conocida en la Torá como "el servicio del corazón"
[la plegaria] a Di-s para que nos regale Su Verdad en la meditación y
3. ser conciente de que el "intelecto" es en definitiva Divino y no mundano.
www.dimensiones.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario