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jueves, 21 de mayo de 2015


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No hay que convencer a nadie. Se dice la verdad y se da el ejemplo de vida. Luego Hashem le abre los ojos a los ciegos y los oídos a los sordos.

 Nadie vivió durante miles de años en un entorno negativo como el Pueblo judío. Por eso siempre hay que estar cerca de donde están los tuyos.

 La parashá Lej Lejá comienza con la orden: [Bereshit 12:1]

"…Vete por ti de tu tierra … a la tierra que te mostraré."

Hashem le dice a Abraham Avinu que se vaya hacia la Tierra Prometida. No le revela desde un principio cuál es, pero sí lo bendice con muchas bendiciones. Uno de los versos donde lo bendice es:

 "Y se bendecirán en ti todas las familias de la tierra."

 Por eso no hay que culpar a los demás, sino tomar las decisiones correctas de acuerdo a como uno quiere vivir

 Y Dios ayudará.

  Nada puede existir sin que tenga algo de verdad. Porque la mentira es para ocultar la verdad. Entonces tenemos que ver esa verdad que hay en cada cosa. Eso no significa que todo hay que rescatar ni todo hay que amar. La verdad que hay en la maldad es que hay que eliminarla, así como eliminamos la oscuridad con luz. Por eso el árbol del conocimiento se llama del bien y el mal. Tenemos que reconocer lo bueno para rescatarlo y elevarlo a la kedushá, y lo malo para alejarlo y anularlo. Para Dios no hay nada difícil, y no nos pide nada que no podamos hacer. Pero si lo queremos hacer solos, por nuestra propia bondad o deseo, entonces es muy difícil. Pero si hacemos por Su Voluntad, todo se simplifica.


Ayer el rav Ginsburgh dijo algo muy importante: Dios es Uno, pero no en el sentido numérico, sino que no hay otro que EL, no hay nada más que Él, Todo es El. Todo lo que creo tiene su opuesto, el frío y el calor, luz y oscuridad, bueno y malo. Pero las cosas que tienen su opuesto no son estables, suben y bajan, cambian y fluctúan. Dios no tiene opuesto y por eso no cambia. Ayer el rav Ginsburgh dijo algo muy importante: Dios es Uno, pero no en el sentido numérico, sino que no hay otro que EL, no hay nada más que Él, Todo es El. Todo lo que creo tiene su opuesto, el frío y el calor, luz y oscuridad, bueno y malo. Pero las cosas que tienen su opuesto no son estables, suben y bajan, cambian y fluctúan. Dios no tiene opuesto y por eso no cambia. Tenemos que aferrarnos a El para no estar subiendo y bajando, para que el camino sea claro y firme, sin subidas y bajadas.

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