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lunes, 18 de septiembre de 2023

5784 HAAZINU

 BS"D


HAAZINU   הַאֲזִינוּ

Deuteronomio 32:1-32:52  Haftara:  Hosea 14:2-10; Mijá 7:18-20








¡Mazal Tov!

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REVISTA MARAVILLA HAAZINU Y IOM KIPUR

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Parashá Haazinu

 

LA MUERTE DE MOISÉS, EL NACIMIENTO DEL MASHIAJ

 

La paradoja de la muerte de Moisés

Los últimos ocho versículos de la Torá describen la muerte de Moisés. Nuestros sabios tienen dos opiniones sobre quién escribió estos versos. La primera opinión es que Dios dictó estos últimos ocho versículos al sucesor de Moisés, Iehoshua. La segunda opinión es que, así como el resto de la Torá fue escrita por Moisés, también lo fueron estos versículos que describen su muerte. Dios dictó los versículos a Moisés, y Moisés los escribió con lágrimas en los ojos.

Así como la autoría exacta de los versículos sobre la muerte de Moisés sigue sin estar clara, la ubicación exacta de su tumba tampoco está clara. Nuestros sabios describen la paradoja del Monte Nevo, diciendo que, si uno está arriba en la montaña, la tumba de Moisés parece estar debajo de él, pero cuando llega al punto de abajo, la tumba parece estar elusivamente encima de él.

La montaña de la paradoja

La paradoja de la muerte y el lugar de la tumba de Moisés se relaciona con el concepto de tocar y no tocar (como se explica en la conferencia en audio del rabino Ginsburgh sobre la porción de la Torá de Haazinu). La paradoja de tocar y al mismo tiempo no tocar es uno de los secretos del Quincuagésimo Portal del Entendimiento, al que Moisés aspiró toda su vida. Recibió este quincuagésimo portal ahora, momentos antes de su muerte, en el Monte Nevó (en hebreo se escribe: nun, beit, vav, נבו). La esencia primordial del Monte Nevó es nun bó (nun; beit, vav) "la nun está dentro de él". La nun, cuyo valor numérico es 50, también alude a noguea v'eino noguea, "tocar y no tocar "- (las letras iniciales de noguea v'eino noguea forman la palabra nun) la paradoja de la ubicación de la tumba de Moisés y de quién escribió los versos finales sobre su muerte.

La permutación paradójica

En hebreo, el nombre de Moisés, Moshe, se escribe mem, shin, hei. En el cuarto verso de la unidad escrita sobre la muerte de Moisés, Dios le dice a Moisés: "Te he mostrado la Tierra de Israel con tus ojos, pero hasta allí (shama, deletreado shin, mem, hei) no pasarás". La palabra shama es una permutación de Moshé. El epítome del deseo de toda la vida de Moisés fue llevar al pueblo judío a la Tierra de Israel, donde luego podría traer la redención. Dios, sin embargo, planeó otra cosa. La esencia misma de Moshé aún no puede entrar en shama, en la Tierra de Israel. Tiene que esperar hasta su encarnación final como Mashíaj. En esta encarnación, sólo puede ver la Tierra, proyectando en ella su presencia eterna con sus ojos.

La vista panorámica

Cuando Moisés se encuentra en la cima del monte Nevó, Dios le muestra una panorámica de la Tierra Prometida, de norte a sur. La Torá describe la Tierra que ve Moisés según las herencias de las Tribus. Hacia el norte, Moisés primero ve y se conecta con la herencia de Dan, seguida por la herencia de Naftali alrededor del Mar de Galilea. Luego mira hacia el sur, hacia la herencia de Efraim y Menashé en el área que rodea a Shejem. Finalmente, Moisés contempla la herencia de Judá, desde Jerusalén hasta el Iam hajaron, el "Mar Final" (el Mediterráneo). Nuestros Sabios señalan que la palabra para "mar", iam, es similar a la palabra para "día", iom. Así, el versículo diría que Moisés vio hasta el "día final". La panorámica que Dios le mostró a Moisés incluía no sólo la Tierra Prometida física, sino también toda la historia judía hasta los últimos días del Mashíaj y la resurrección de los muertos.

El nacimiento y la muerte simultáneos de Moisés

En la descripción de la visión de Moisés sobre la Tierra de Israel, la Torá sólo menciona cinco de las doce tribus. Obviamente, esto apunta a un mensaje inherente a la importancia de estas tribus en particular. Para entender cuál puede ser ese mensaje, primero calcularemos los valores numéricos de los nombres de estas tribus: Dan (54), Naftali (570), Efraim (331), Menashe (395) y Iehudá (30). La suma de estos nombres es 1380, que es cuatro veces el valor numérico de Moshé (345).

En Cabalá aprendemos que cada palabra evoluciona desde su primera letra. Luego se agrega la segunda letra, luego la tercera, etc. La forma de aparecer el nombre Moshé es la siguiente: mem; mem shin; mem shin hei. El nombre se invierte de la misma manera: mem shin hei; shin hei; hei. Si ambos procesos se suman, el total siempre será el número de letras de la palabra más 1, multiplicado por el valor numérico de la palabra. En el caso del nombre Moshé, que tiene tres letras, la suma de la aparición y desaparición de su nombre es 1380, que es 4 (3 letras más 1) veces el valor numérico de su nombre, 345.

Moisés nació el día 7 del mes hebreo de Adar y también murió ese mismo día. Del valor numérico de los nombres de las tribus aprendemos el secreto del nacimiento y muerte simultáneos de Moisés. Como la aparición y desaparición de su nombre, Moisés, que finalmente reencarnará como el Mashíaj, paradójicamente muere y renace constantemente, en el mismo momento.

El flujo de las tribus

En sus últimos momentos en la tierra, Moisés se encuentra en la cima del Monte Nevó, conectando con sus ojos cada porción de la Tierra Prometida. Como se explicó anteriormente, a Moisés también se le muestra todo el flujo de la historia judía en la Tierra, hasta la llegada del Mashíaj (el Moisés de la generación). Debemos entender por qué se menciona explícitamente que estas tribus en particular entran en la visión de Moisés y qué mensaje tienen para él.

El primer texto clásico de la Cabalá, el Sefer Ietzirá, enseña que cada tribu tiene un sentido interno. Los sentidos internos de las tribus mostradas a Moisés en este orden particular contienen el secreto de su reencarnación final como el Mashíaj.

La primera tribu que se muestra a Moisés es la de Dan, cuyo sentido interno es la ira o la justa indignación. Ésta es la ira de santidad que erradica el mal. En la porción de la Torá de Va'etjanán (escuche la conferencia en audio del rabino Ginsburgh sobre la porción de la Torá de Va'etjanan), meditamos en el Mashíaj como el humo del fuego que quema el mal en el mundo. El primer objetivo del Mashíaj es erradicar el mal. Nuestros sabios añaden que la tribu de Dan, con su sentido de ira sagrada, traerá el comandante en jefe del ejército del Mashíaj.

A continuación, se muestra a Moisés la tribu del hermano de Dan, Naftali, cuyo sentido interno es la risa. Cuando el mal sea conquistado y erradicado, el Mashíaj tendrá la capacidad de incorporar las chispas sagradas de lo que antes se consideraba malo al bien. Esto produce una alegría y una risa tremendas en el alma: la alegría de que la cáscara se incorpore al interior.

La siguiente tribu que se muestra a Moisés es Efraim, cuyo sentido es la unión marital. Después de la victoria sobre el mal y su incorporación al bien viene la colonización de la Tierra Prometida. A lo largo de la Biblia, el asentamiento de la Tierra de Israel por parte del pueblo judío se compara con la unión matrimonial. Además, para colonizar la Tierra, el Pueblo Judío debe procrear, dando a luz a más y más judíos que puedan vivir en todas partes de la Tierra de Israel.

A continuación, se muestra a Moisés la tribu del hermano de Efraim, Menashé. El sentido interno de Menashé es el olfato. Nuestros sabios dicen que la señal más definitiva del Mashíaj es que es capaz de juzgar - de diferenciar entre la verdad y la falsedad - con su sentido del olfato. En este punto, el Mashíaj ya se manifiesta como líder del Pueblo Judío y del mundo entero.

Finalmente, a Moisés se le muestra la tribu de Judá, cuyo sentido es el habla. El habla es liderazgo y se enfoca en el Mashíaj y en el Templo. Después de que el Mashíaj juzgue apropiadamente al pueblo, el mundo estará listo para la revelación de la nueva Torá del Mashíaj. Dios ha estado esperando revelar esta dimensión interna de la Torá desde el primer momento de la creación. Mashíaj lo revelará a través de su sentido del habla.

Las profundidades del corazón de Dios

Los secretos de la dimensión interna de la Torá son las profundidades del corazón de Dios. Dios nunca ha revelado estas profundidades verbalmente. Sólo el Mashíaj, el epítome de la capacidad de expresar la Divinidad a través de palabras, revelará estas profundidades internas. La redención es la capacidad del corazón de expresarse plenamente en palabras. A través del discurso del Mashíaj, se revelarán las profundidades del corazón de Dios.

Mientras Moisés se prepara para dejar este mundo, Dios le muestra el fluir de su encarnación final. Cuando regrese como Mashíaj, Moisés redimirá al mundo y revelará la Torá del Mashíaj: las profundidades internas del corazón de Dios.

 



Bendición a Los Soldados 
que cuidan al Pueblo de Israel en el Kotel Jerusalem 
22 9 2023



 


Poniendo Tzedaká en el Kotel
 antes de Kaparot y Iom Kipur 

22 de septiembre de 2023











Parashá Haazinu

 

¿DÓNDE ESTÁ MI NOMBRE EN LA TORÁ?

Un ex discípulo del Rambán (Najmánides) se burló de toda la Torá porque no encontró su nombre en la porción de la Torá de Haazinu. Cuando su maestro le mostró dónde estaba realmente escondido su nombre, eso lo impulsó a regresar a Dios.

 

La porción de la Torá de Haazinu tiene principalmente forma poética, compuesta y dicha por Moisés antes de su fallecimiento. El contenido del poema, aún sin profundizar mucho, cuenta la historia del pueblo judío desde el principio de los tiempos hasta el fin de los días. De “Recuerda los días de antaño”[1] hasta el heraldo de la redención final cuando “Él purificará Su tierra por amor a Su pueblo”.[2] Los sabios afirman: “Este poema es fantástico porque incluye el presente, incluye el pasado, incluye el futuro venidero, incluye este mundo e incluye el mundo venidero”.[3] En palabras de Najmánides “incluye todo el futuro que será, aunque sea breve en palabras.”[4]

Así, encontramos que el poema de Haazinu lo incluye todo, lo que explica por qué es específicamente el legado único que nos dejó Moisés el día de su partida de este mundo. También tiene sentido que exista una directiva especial de repetirlo:

“Y ahora, escribe para ti este poema y enséñaselo a los israelitas, colócalo en sus bocas para que este poema sirva de testimonio para mí para los israelitas”.[5] Se cuenta que el Maguid de Mezritch animó a todos los judíos a memorizar el poema de Haazinu.

La perspectiva del poema es desde arriba, desde el punto de vista de cómo Dios ve el mundo. De él aprendemos que, desde la perspectiva de Dios, todo lo que sucede es una narrativa épica con todos los giros de la trama ya revelada y conocida para el autor. Todos los actos y maquinaciones del hombre se tienen en cuenta y todos desempeñan un papel en el panorama general.

Sin embargo, si ya se sabe todo, ¿significa esto que todos nosotros no somos más que actores de una obra de teatro, marionetas manejadas por una cuerda sin elección real? Para nada. Todos tenemos libre elección y, por tanto, somos completamente responsables de nuestros actos.

Sin embargo, todo es conocido por Dios y todos participamos de Sus planes. Ésta es la famosa paradoja del conocimiento previo y el libre albedrío, que ha ocupado al hombre durante milenios. Sigue siendo un enigma maravilloso:

Dios tiene conocimiento previo de todo, pero a nosotros se nos ha dado la libertad de elegir nuestras acciones y nuestro camino en la vida.

El Discípulo de Najmánides: RAbi Avner

Se cuenta una historia fascinante[6] que se relaciona directamente con la canción de Haazinu sobre el gran erudito Najmánides, el rabino Moisés ben Najmán o el Rambán:

 

El Rambán tenía un discípulo cuyo nombre era Reb Avner. Un día renegó de sus creencias y se convirtió en prosélito (mumar, en hebreo) y fue un hombre rico y poderoso. Después de muchos años llamó a su antiguo maestro, el Rambán, para que se presentara ante él en Iom Kipur. De hecho el Ramban se presentó ante él y, justo en frente de su rabino mató un cerdo, lo cocinó y se lo comió, todo en el día sagrado de ayuno.

Después de comer preguntó al Rambán cuántas excomuniones de manos del Cielo merecía por las transgresiones que acababa de cometer. El Rambán le dijo que merecía cuatro y Avner dijo cinco. Avner quiso discutir con su rabino pero vio que este estaba enojado y se quedó callado, porque todavía tenía una pequeña cuota de respeto y temor hacia su antiguo maestro.

El Rambán le preguntó a Avner qué lo llevó a convertirse y Avner respondió que una vez escuchó al Rambán decir que todas las mitzvot, todos los mandamientos de la Torá y todo lo que hay en el mundo están aludidos en la porción de la Torá de Haazinu. [De hec0ho, vimos una declaración similar en el comentario del Rambán citado anteriormente.] Avner pensó que esto era ridículo y, por lo tanto, imposible. Perdió la fe en la Torá y acabó transformado en una persona diferente.

Sorprendentemente, el Rambán se mantuvo firme y dijo: “Aún digo que todo está incluido en Haazinu. Para ilustrar esto, pídeme que encuentre lo que quieras”.

“Entonces muéstrame”, dijo Avner sorprendido y con gran duda, “dónde está escrito mi nombre en Haazinu”.

“Como quieras”, dijo el Ramban e inmediatamente se dirigió a un rincón para orar. El verso de Haazinu que le vino a la mente fue: “Dije en mi ira que los destruiré, eliminaré su memoria de la humanidad” (אָמַרְתִּי אַפְאֵיהֶם אַשְׁבִּיתָה מֵאֱנוֹשׁ זִכְרָם). El Rambán percibió que la tercera letra de cada palabra deletrea "R' Avner" (ר אַבְנֵר), donde la letra reish (ר) significa rabi (רַבִּי), un título de honor a un erudito que indica que su portador es un maestro de Torá.

Cuando Avner escuchó este hallazgo milagroso cayó de bruces y le preguntó a su rabino si podía haber una rectificación para todas sus transgresiones.

“Ya has escuchado las palabras del verso”, respondió el Rambán y se fue.

Avner tomó inmediatamente una barca sin tripulación ni remos y se hizo a la mar, a donde le llevara el viento. Y nunca más se supo de él.

 

El Rebe de Lubavitch[7] relató que escuchó esta historia por primera vez de su maestro en el jeider (escuela primaria de Torá) cuando les enseñó la porción de la Torá de Haazinu, para demostrar que esta porción lo incluye todo. El Rebe luego continuó especificando:

En esta historia vemos algo maravilloso y aterrador con respecto al asunto general de la teshuvá (retorno a Dios). Se enfatiza que el nombre del discípulo del Rambán era Rabí Avner (como se alude en el versículo). Esto significa que debido a que regresó a Dios… por medio de esto alcanzó el estatus y condición en que la Torá lo llama Rabí Avner…. El maestro luego continuó con las enseñanzas de los sabios sobre Rabí Elazar Ben Dordaia [quien era extremadamente pecador y finalmente hizo teshuvá, puso su cabeza entre sus piernas y lloró tanto que su alma partió mientras sollozaba. En ese momento salió una Voz del Cielo diciendo “Rabí Elazar Ben Dordaia tiene parte en el mundo por venir”, y cuando Rabi, ]Rabí Iehudá HaNasí] escuchó esto “Lloró y dijo: Hay algunas personas que adquieren su mundo [es decir, el significado de su vida] en una sola hora, [porque se llamaba Rabí Elazar Ben Dordaia y merecía entrar en el Mundo Venidero]”.

Los Planes del Hombre

Esta historia ejemplifica el versículo: “Muchos son los pensamientos hay en el corazón del hombre pero es el consejo de Dios el que prevalecerá”.[8] Podríamos explicarlo diciendo que la persona piensa y planea algo y finalmente Dios anula los pensamientos de la persona y va en contra de esos planes. Sin embargo, en un nivel más profundo Rebe Bunim de Peshisja explicó que los pensamientos del hombre permanecen intactos, pero no obstante, el plan de Dios se realizará mediante las acciones del hombre. También en nuestra historia, Avner pide que el Rambán se presente ante él en medio de Iom Kipur para poder burlarse de él. Y su plan se concreta, pero justamente a través de sus propias maquinaciones Avner regresa a Dios, se reconecta y es conocido como Rabi Avner.

Este es un ejemplo de cómo funcionan la presciencia y la elección. No podemos decir que Avner no haya elegido su propio camino, el transgredió por su propia voluntad y a conciencia, deliberadamente. Quizás lo que originalmente enojó a Avner fue que el Rambán había dicho que todo ya estaba escrito en Haazinu. Todo lo que sucederá a lo largo de las generaciones ya está escrito en la Torá, y Avner no podía tolerar esto.

“Probaré que haré lo que se me dé la gana y todo lo que quiera”, se dice a sí mismo. Y cuando realmente se pasa por completo le pregunta burlonamente al Rambán: "¿Está mi historia, la historia que contradice la Torá, también en Haazinu?” En otras palabras, ¿puede la Torá incluir la historia de la persona que contradice y rechaza la Torá?

¡Y el Rambán le responde que sí! Por mucho que te hayas extraviado ahí estás escrito, en el verso más horripilante que existe. El versículo que describía el pensamiento de Dios: “Dije en Mi ira, los haré como si no existieran, eliminaré vuestra memoria de la humanidad”. Este secreto le fue revelado a Avner justamente porque decidió descender al humilde lugar al que llegó. Fue desde allí que comprendió que incluso ese lugar tan distante y tan bajo al que había llegado todavía estaba dentro del ámbito de la presciencia de Dios.

¿Significa esto que es demasiado tarde para Avner y que no puede volver a Dios? Después de todo, se alude a él en el más oscuro de los versos, un verso que dice que nada quedará de él. ¡No! Siempre hay teshuvá, nunca es tarde para arrepentirse, incluso de la manera tan difícil como la teshuvá realizada por Rebe Elazar Ben Dordaia, cuya alma abandonó su cuerpo en medio de sollozos. De la misma manera Rabí Avner elige convertirse en nada y cumplir el versículo que dice que su memoria será eliminada de la humanidad por sus propias acciones, desde un lugar de arrepentimiento.

Rabi Avner no se suicidó, Dios no lo quiera, simplemente zarpó hacia lo desconocido, hacia la nada donde desapareció. La rectificación de rabi Avner está en la nada.

El Mashíaj Regresa del Mar

Como regla general no sabemos qué eventos futuros están escritos en Haazinu. La presciencia de Dios en realidad no impregna la realidad mundana, sino que sigue siendo una luz distante y abarcadora en lo alto. En la terminología cabalística, la presciencia se encuentra en el pensamiento primordial del Hombre Primordial, Moja Stima de Adam Kadmón, [El pensamiento oculto en el Proyecto de la Creación en la Mente del Creador, antes de la primera contracción para crear los mundos] que por un lado incluye todo, hasta el nivel más bajo del Mundo de Acción, pero por otro lado el Hombre Primordial no contiene recipientes, por lo tanto, la luz de este conocimiento previo no puede ser revelada en la conciencia del ser creado. Si una persona supiera el plan que tiene Dios para ella “arruinaría el juego”, por así decirlo, porque la trama se basa justamente en la libre elección del hombre.

Sólo Moisés puede conocer las alusiones ocultas en Haazinu sin arruinar el juego, porque Moisés es el más leal a Dios “en toda Mi casa”.[9] El conocimiento de Moisés está incluido en el conocimiento de Dios (particularmente justo antes de su fallecimiento) sin agregar o restar nada a la trama, sin alterar el delicado y maravilloso equilibrio entre el conocimiento previo y la elección. En nuestra historia las acciones de Rabi Avner crearon una situación en la que el Rambán también descubre la alusión que hay en Haazinu, sin contradecir su libre elección.

Para Terminar, un Poco de Guematria.

La gematría de las letras de “R(abi) Avner” (ר אַבְנֵר) es 453. Este es también el valor numérico de “tzadik consumado” (צַדִּיק גָּמורּ, tzadik gamur), así como el valor de “Rey Mashíaj” (מֶלֶךְ הַמָּשִׁיחַ, melej hamashíaj). Avner pasó de ser una persona sumamente malvada a una persona sumamente justa. Quizás sea incluso el Rey Mashíaj, quien vendrá en un barco para reunir a todas las almas perdidas. Porque incluso una persona que ha transgredido intencionalmente y ha llegado a lo más bajo de lo más bajo, incluso una persona que según el significado simple del versículo debería ser eliminada del mundo, puede regresar a Dios y ser renovada de la nada.

 



[1] Deuteronomio 32:7

[2] Deuteronomio 32:43

[3] Sifrei Haazinu 43

[4] Ramban a Deuteronomio 32:44

[5] Deuteronomio 31:19

[6] Seder Hadorot

[7] Farbrengen Haazinu 5742.

[8] Proverbios 19:21

[9] Números 12:7






Parashá Haazinu

 

HAAZINU, EL ORO, Y EL NIVEL MÁS ELEVADO DE TESHUVÁ

 

La parashá dorada

Todo el libro de Deuteronomio constituye las palabras de despedida de Moisés del pueblo judío. Pronunció estas palabras[1] durante los últimos 37 días de su vida. 37 es la guematria de Abel, la encarnación inicial de Moisés. La mayoría de las palabras de Moisés en el libro tienen como objetivo reprender al pueblo y advertirles de las consecuencias de abandonar el camino de Dios y la Torá. Como señala Rashi al comienzo de Deuteronomio, es apropiado que una persona se dirija a su familia o a sus discípulos de esta manera cuando se acerca el final de su vida.

Siguiendo las duras predicciones de 98 castigos que se producirán si el pueblo judío transgrede, el clímax de la reprimenda es el cántico de Haazinu, que también alude a cada judío individual. La guematria de Haazinu (הַאֲזִינוּ) es 79, que es el número atómico del oro. Exploremos esta interesante conexión.

La verdadera reprimenda está motivada por el amor

A pesar de su aparente contexto y contenido negativos, se sabe que al Maguid de Mezritch, el sucesor del Baal Shem Tov, le gustaba especialmente la canción de Haazinu y deseaba que todos los judíos la dominaran. Esto sólo puede entenderse si asumimos que el canto de Haazinu también contiene una cantidad inconmensurable de dulzura y deleite. Esta dimensión oculta de dulzura en el cántico de Haazinu se puede apreciar mejor si observamos que el final del libro de Deuteronomio están las bendiciones dadas por Moisés al pueblo. En otras palabras, la reprensión conduce a bendiciones y, por lo tanto, la reprensión es en realidad una revelación de amor infinito, como dice el rey Salomón: “Es preferible una reprensión abierta al amor encubierto”.[2] De hecho, desde las dos últimas letras de la palabra “reprimenda”, tojejá (תּוֹכֵחָה) en hebreo - jet (ח) y hei (ה) - es igual a 13, que es el valor de “amor”, ahavá (אַהֲבָה), la palabra “reprimenda” puede entenderse como “con amor”, toj ahavá (תּוֹךְ אַהֲבָה). La reprimenda que no esté motivada exclusivamente por el amor no se puede escuchar y es mejor no pronunciarla.

La reprimenda de Moisés estuvo claramente motivada por su amor por el pueblo judío, por quien había sacrificado continuamente su vida, y está llena de dulzura para aquellos con oído sensible. De hecho, como se explica en el Tania,[3] hay dos niveles de bondad: la que puede revelarse abiertamente y la que proviene de una fuente aún más elevada pero que es demasiado grande para ser contenida en cualquier recipiente y, por lo tanto, debe permanecer oculta dentro de un recipiente áspero (y, por lo tanto, muy duro e irrompible). Del mismo modo, el amor que sólo puede expresarse dentro del contexto aparentemente duro de una reprimenda es en realidad más elevado que el que puede expresarse abiertamente. El Tania explica[4] que estas dos formas de amor se comparan en la Biblia con la plata y el oro (o agua y fuego, respectivamente). En nuestro estado actual, el amor que se asemeja al oro no puede lograrse mediante nuestros propios esfuerzos y debe ser dado como un regalo de Dios en lo alto. Esto es similar a la comprensión de los sabios de que el verdadero propósito del oro sólo será revelado en el Mundo Venidero, el estado futuro de la humanidad con la construcción del Tercer Templo.

El amor que se compara con el oro motiva lo que se llama teshuvá por amor: un regreso a Dios motivado por el amor (en lugar del miedo o el temor). El Tania[5] explica que, para limpiarnos verdaderamente de todas las transgresiones pasadas, nuestra teshuvá debe estar motivada por el amor.[6] La época del año que es particularmente adecuada para alcanzar este nivel de teshuvá son los Diez Días de Teshuvá, los diez días desde Rosh Hashaná hasta e, incluido, Iom Kipur. La mayoría de los años, la parashá Haazinu se lee en Shabat Teshuvá, el Shabat que cae durante los Diez Días de Teshuvá.

En resumen, la motivación interna de la reprimenda final de Moisés, la Canción de Haazinu, fue su ardiente amor por el pueblo judío, un amor que se compara con el oro. Pero, dado que este tipo de amor no puede contenerse en nuestra realidad presente en nada más que en un recipiente áspero y duro, Moisés nos concede la oportunidad de recibir esta forma suprema de amor a través de la reprimenda de la Canción de Haazinu. Una vez que Moisés ha expresado su ardiente amor por nosotros, procede a bendecirnos en la porción final de la Torá, Vezot Habrajá.

Unificando la reprimenda y la bendición

Hemos visto que las bendiciones que aparecen inmediatamente después de la parashá Haazinu en la parashá Vezot Habrajá (literalmente: “Esta es la bendición…”), la parashá final del libro de Deuteronomio, son posibles gracias a la reprimenda de Haazinu. Así, la reprimenda y la bendición quedan unificadas por Moisés. De hecho, Moisés habló de ambas cosas en el último día de su vida revelada en este mundo. [Moisés continúa reapareciendo de manera revelada en cada generación en el alma del líder espiritual de la generación. El Tikunei Zohar llama a esto “la extensión de Moisés en cada generación”.]

Si sumamos la guematría de “reprimenda”, tojejá (תּוֹכֵחָה) a la de “bendición”, berajá (בְּרָכָה), obtenemos 666, que también es el triángulo de 36 (o la suma de números enteros del 1 al 36). 666 es el valor de la palabra itrón יִתְרוֹן, que significa “beneficio” o “mejor”, que aparece exactamente 10 veces[7] en la Biblia, todas ellas en el Libro de Eclesiastés que leemos durante la festividad de Sucot y que más que cualquier otro libro de la Biblia simboliza la experiencia interior y el espacio espiritual del mes de Tishrei. La aparición de esta palabra que mejor se relaciona con la unificación de la reprimenda y la bendición (específicamente la bendición de Moisés que sigue a su reprimenda) está en el versículo: “He visto que la sabiduría es superior a la necedad, así como la luz es superior a las tinieblas”.[8],[9]

El número 666

Como número, el 666 se menciona tres veces en la Biblia, dos veces en referencia al rey Salomón y una vez más en referencia a los judíos retornados (olim) del exilio babilónico:

§  “El peso del oro que llegó a Salomón en un año fue 666 talentos de oro.”[10]

§  “El peso del oro que llegaba a Salomón en un año fue 666 talentos de oro.”[11]

§  “La descendencia de Adonicam: 666.”[12]

El primer y segundo versículo son casi idénticos ya que muchos de los versículos de los libros de Reyes aparecen con ligeras variaciones en los libros de Crónicas. Curiosamente, las palabras para 666 están escritas de manera diferente en cada uno de los tres versículos.[13]

Hay una conexión oculta entre estos versículos y nuestro tema del oro. Recuerde que al comienzo de la parashá Reé, Moisés dijo: “He aquí, hoy pongo ante ustedes una bendición y una maldición”. En el hebreo original, este versículo tiene 7 palabras. Según las marcas de cantilación, se dividen en cinco palabras - “He aquí, hoy pongo ante ustedes” - y dos palabras, “una bendición y una maldición”. La división de 7 en 5 y 2 es el signo numérico de la palabra “oro”, zahav (זָהָב) en hebreo ya que sus tres letras equivalen a 7, 5 y 2, lo que sugiere la ecuación simple: 7 = 5 2. El oro es el tema de los dos primeros versos en los que aparece el número 666 y este primer verso de la parashá Reé sugiere que el oro puede ser una fuente de bendición o una fuente de maldición. Esto es evidente en el contexto de la Torá, donde el oro se utiliza ya sea para el servicio a Dios en Su Sagrado Templo - la fuente de todas las bendiciones - o para la fabricación del Becerro de Oro,[14] para el servicio de un Dios falso - la fuente de todas las maldiciones-. Dado que 666 es también el valor de “reprimenda, bendición” (תוכחה ברכה), se deduce que al expresar su ardiente amor por el pueblo judío en la reprimenda del cántico de Haazinu, Moisés transformó cualquier maldición en bendiciones.[15]

 



[1] Los sabios describen que en el Libro de Deuteronomio Moisés alcanzó el nivel más alto de su profecía hasta el momento. Mientras que, en los cuatro libros anteriores del Pentateuco, Moisés recibió las palabras de su profecía directamente del Todopoderoso y luego las escribió, durante todos sus discursos documentados en Deuteronomio, la Presencia Divina habló directamente desde su propia garganta. El valor numérico de “garganta”, garón (גַרוֹן) es 259 o 7 · 37, el número de días durante los cuales Moisés pronunció estos discursos.

[2] Proverbios 27:5

[3] Capítulo 26

[4] Capítulo 50

[5] Igueret Hateshuvá

[6] Sobre la posibilidad de hacer teshuvá por amor, ver Tania, capítulo 43.

[7] Que naturalmente corresponden a las diez sefirot, cuya correspondencia se deja al lector

[8] Eclesiastés 2:13. Tenga en cuenta que esta palabra aparece dos veces en este versículo. Los otros casos se encuentran en 1:3, 2:11, 3:9, 5:8, 5:15, 7:12, 10:10 y 10:11.

[9] “La luz es superior a las tinieblas” alude al versículo final del primer día de la creación, “Fue la tarde y la mañana un día” (Génesis 1:5). Aunque el día contiene tanto luz como oscuridad, debe su nombre a la luz (“Dios llamó a la luz “día””). Los cinco versículos que describen el primer día de la creación contienen en total 197 letras. Cuando calculamos el valor de יתרון en mispar kidmi, es igual a אבגדהוזחטיאבגדהוזחטיכלמנסעפצקרשת אבגדהוזחטיכלמנ סעפצקר אבגדהו אבגדהוזחטיכלמנ = 2561, o el producto de 13 (el valor de la palabra “uno”, ejad [אֶחָד]) y 197, un ejemplo verdaderamente hermoso de auto- referencia.

Además, el valor de las palabras “la sabiduría es superior a la necedad, así como la luz es superior a las tinieblas” (יִתְרוֹן לַחָכְמָה מִן הַסִּכְלוּת כִּיתְרוֹן הָאוֹ ר מִן הַחֹשֶׁךְ) es 2701, el mismo valor que el primer verso de la Torá, “En el principio, creó Dios los cielos y la tierra” (בְּרֵאשִׁית בָּרָא אֱ־לֹהִים אֵת הַשָּׁמַיִם וְאֵת הָאָרֶץ).

[10] 1 Reyes 10:14.

[11] 2 Crónicas 9:13

[12] Ezra 2:13

[13] En el hebreo original son: שֵׁשׁ מֵאוֹת שִׁשִּׁים וָשֵׁשׁ, שֵׁשׁ מֵאוֹת וְשִׁשִּׁים וָשֵׁשׁ y שֵׁשׁ מֵאוֹת שִׁשִּׁים וְשִׁשָּׁה.

[14] La guematria de “Becerro de Oro”, eguel hazahav (עֵגֶל הַזָהָב) es igual a la de “poder de la imaginación”, coaj hamedamé (כֹּחַ הַמְדַמֶה), que cuando no se refina mediante el estudio de la Torá se convierte en la fuente de toda idolatría, creencias abominables, y simples supersticiones absurdas.

[15] Curiosamente, fue el 6 o el 7 de Tishrei que Dios decretó el castigo por el pecado del Becerro de Oro (Shulján Aruj Oraj Jaim 580:2 y Maguen Avraham ad. loc.). La lectura de la parashá Haazinu en estos días sugiere que cada año Moisés nos reprende en estos días a fin de anular el decreto y transformar la maldición en bendición.

 




HAAZINU: EL SERVICIO DIVINO DE DEUTERONOMIO

 

El propósito de todos los cánticos de la Biblia es expresar agradecimiento hacia el Todopoderoso con gran alegría. De todas las canciones la que parece diferente es la Canción de Haazinu. Su significado literal parece ser una reprimenda al pueblo judío y una advertencia para que no se desvíen del camino de Dios. En cierto sentido, esto es apropiado ya que el cántico de Haazinu aparece al final del Libro de Deuteronomio cuyo tema central es el reproche de Moshé Rabeinu al pueblo en vísperas de su entrada a la Tierra de Israel.

Sin embargo, el enfoque Jasídico es que son específicamente aquellas cosas que parecen negativas las que contienen la mayor luz. Por lo tanto, debemos leer la Canción de Haazinu teniendo en cuenta que en realidad contiene un placer Divino infinito, que lleva a su clímax la profundidad del amor que se esconde en el franco reproche. De hecho, en hebreo, las letras de “reprimenda”, tojejá (תּוֹכֵחָה), es igual al valor de las palabras “por amor”, toj ahavá (תּוֹךְ אַהֲבָה) o “amor interior”. De hecho, vemos que inmediatamente después de este final culminante de su reproche, Moshé Rabeinu finaliza la Torá con una bendición que dura toda la parashá, la parashá Vezot Habrajá. Por lo tanto, en su esencia interna de reprensión y crítica hay bendición (como lo enseñaron el Baal Shem Tov, el Maguid de Mezritch y el Alter Rebe). En particular, la bendición oculta en la reprimenda abierta proviene del nivel más alto y sólo puede descender de incógnito, oculta en palabras duras. Dado que el tema general de Deuteronomio es el reproche, nos corresponde revelar ahora cómo alude en realidad a los niveles más elevados de servicio y bendición Divinos que podemos merecer recibir. Procedamos a enumerar las 11 etapas de servicio que corresponden a las 11 parashot de Deuteronomio con las cuales podemos merecer que aflore la luz más elevada desde la aparente oscuridad.

La primera parashá, Devarim, alude a la palabra "líder". Como está en plural, se refiere tanto a Moshé Rabeinu como a Iehoshua, quienes se solapaban hasta cierto punto en su liderazgo. En la parashá Devarim, estos dos líderes se unen,[1] tal como el alma todo-inclusiva del líder de la generación y la chispa de la Divinidad dentro del alma de cada individuo se unen para convertirse en uno. Cada judío contiene una chispa de Moshe Rabeinu, el líder todo-inclusivo, y la manera de revelar esta chispa es identificarse y conectarse con Moshe Rabeinu, el líder de la generación.

Así, la primera etapa del servicio Divino que revela el placer infinito escondido dentro de la reprensión (en nuestros tiempos: el estado de exilio en el que aún nos encontramos) es alimentar nuestra conexión espiritual con el Moshé Rabeinu de nuestra generación, el individuo en cuyas palabras la Divinidad se escucha.

A la segunda etapa se alude en el nombre de la segunda parashá, Va'etjanan, que significa "rogué". No basta simplemente con identificar al Moshé Rabeinu de nuestra generación y crear un vínculo con él. También debemos identificarnos y empatizar con el decreto celestial que enfrenta el líder; en el caso de Moshé Rabeinu esta fue la decisión de no entrar a la Tierra de Israel. Entonces debemos clamar desde lo más profundo de nuestro ser, su propio grito existencial de “¡¿Hasta cuándo…?!” ¿Cuánto tiempo durará el exilio hasta que merezcamos la verdadera y completa redención? La característica esencial que representa la identificación de un verdadero discípulo de Moshé Rabeinu de la generación es su capacidad no sólo de identificar, sino de experimentar realmente la angustia existencial del líder.

Luego pasamos a la parashá “Eikev”, que alude a Ikveta Demeshija, un período de tiempo difícil en el que sabemos que el Mashíaj ya está presente porque vemos sus figurados talones, pero no podemos experimentar su presencia completa. En sus primeras palabras, la parashá Eikev nos advierte que “porque escucharás…”, vehaiá ekev tishmeun (וְהָיָה עֵקֶב תִּשְׁמְעוּן). Al escuchar y comprender que el Mashíaj ya está aquí (aunque su presencia no se pueda ver) nos sentimos impulsados a mejorar nuestra conducta, alterando la forma en que abordamos incluso los mandamientos más ligeros de la Torá y preparándonos para la siguiente etapa: ¡ver!

El nombre de la siguiente parashá, Reé, significa “¡Mira!” La siguiente palabra en la parashá es Anoji, la forma de “yo” con la que el Todopoderoso se refiere a sí mismo en los Diez Mandamientos. El verdadero líder de la generación revela el aspecto de Moshé-Mashíaj descrito como el “Infinito dentro de lo finito”. La etapa de nuestro servicio descrita en la parashá Reé es ver al Mashíaj.

Estos primeros cuatro pasos permiten a quienes se han comprometido a buscar, identificar y conectarse con Moshé Rabeinu de la generación dirigir sus esfuerzos externamente y rectificar el mundo, transformando la realidad en una morada para el Todopoderoso, donde Dios pueda revelarse abiertamente.

La realidad transformadora comienza con los tres mandamientos comunitarios que, a nosotros, el pueblo judío, se nos ordenó al entrar a la Tierra de Israel: nombrar un rey, aniquilar a Amalek y construir el Templo Sagrado. Estos tres mandamientos corresponden a las siguientes tres parashot del Libro de Deuteronomio: Shoftim, Ki Tetzé y Ki Tavó. Shoftim comienza con el mandamiento de nombrar el tribunal judicial religioso y continúa con el mandamiento de nombrar un rey. Ki Tetzé comienza con una descripción de las leyes relacionadas con la guerra y concluye con la guerra contra Amalek. Ki Tavó comienza con el mandamiento de traer las primicias al Templo Sagrado.

Liberados del peso de la guerra como se describe en Ki Tetzé y Ki Tavó, procedemos al objetivo final de los mandamientos comunitarios, la unidad del pueblo judío, descrito en los primeros versos de la parashá Nitzavim. La unidad judía completa es posible cuando todos los judíos (desde el más grande hasta el más pequeño) reconocen su raíz espiritual común manifiesta en el alma de Moshé Rabeinu y el Mashíaj.

Desde la parashá Nitzavim continuamos hasta Vaielej, donde Moshé Rabeinu se eleva cada vez más para lograr la revelación del Portal número 50 - la revelación de la esencia Divina. Revelar el Portal número 50 fue una respuesta a su súplica de 38 años antes: “Muéstrame Tu gloria”.[2]

La parashá de esta semana, Haazinu, revela el placer oculto inherente a cada evento que ocurrió y ocurrirá en la historia de nuestra nación hasta la llegada del Mashíaj (que revela el Portal número 50), la resurrección de los muertos y la vida en el mundo venidero.[3] Es entonces cuando podremos identificarnos de todo corazón con las palabras pronunciadas por Isaías: “Te doy gracias Dios por Tu reproche... Tú me has consolado”.[4] Los grandes tzadikim se encariñaron profundamente con la parashá Haazinu porque a través de su lectura, merecemos que se nos muestre cómo la reprimenda y la bendición se unen en una sola, como se indicó anteriormente.

Finalmente, llegamos a la terminación del Libro de Deuteronomio en la parashá Vezot Habrajá donde leemos: “…La bendición que Moshé, el hombre de Di-s, otorgó a los hijos de Israel antes de su muerte”. Cuando Moshé Rabeinu se revela plenamente, “…ante los ojos de todo Israel”,[5] entonces el final de la Torá se reconecta con su comienzo, “En el principio, Dios creó los cielos y la tierra”[6] revelándonos a todos, “…los nuevos cielos y la tierra nueva”[7] que estuvieron siempre ante Dios.

 

(Basado en el Daily Dvar Torá para Haazinu, 5768)



[1] La posibilidad de que Moshé Rabeinu y Iehoshua se unan en una sola generación es uno de los signos más importantes de la redención venidera, como lo explica el Rebe de Lubavitch.

[2] Éxodo 33:18.

[3] Como se alude en el séptimo verso de la parashá

[4] Isaías 12:1.

[5] Deuteronomio 34:12

[6] Génesis 1:1

[7] Isaías 66:22.









Con el Rabino Jaim Frim







HAAZINU: EL SERVICIO DIVINO DE DEUTERONOMIO

El propósito de todos los cánticos de la Biblia es expresar agradecimiento hacia el Todopoderoso con gran alegría. De todas las canciones la que parece diferente es la Canción de Haazinu. Su significado literal parece ser una reprimenda al pueblo judío y una advertencia para que no se desvíen del camino de Dios. En cierto sentido, esto es apropiado ya que el cántico de Haazinu aparece al final del Libro de Deuteronomio cuyo tema central es el reproche de Moshé Rabeinu al pueblo en vísperas de su entrada a la Tierra de Israel.













SHANÁ TOVÁ UMETUKÁ

 

https://youtu.be/5a-xUlDyCIE

 

Un año bueno y dulce para todos, que sean sellados para bien, que sea un año alegre, para el estudio de Torá y cumplir los preceptos con alegría. Por el mérito de la alegría de los preceptos que ameritemos el Mashíaj.  Mashíaj tiene las letras de Ismaj e isamaj, es alegre y alegrará a todos.

Para recibirlo hay que hacerlo con alegría, y así hay que rezar en estos días, en especial en Iom Kipur, el día de la expiación, porque está escrito “Ante Dios se purificarán”. Cuando rezamos con pureza -expiación es pureza, está escrito en el Tania que pureza es un corazón alegre, un corazón alegre es un corazón puro.

Entonces que todos seamos puros y alegres, para servir a Hashem y así traer al Mashíaj.







Parashá Haazinu

 

LA MÚSICA DE LA REDENCIÓN: EL GRAN CANTO DE LA TORÁ

 

La porción de la Torá de Haazinu es el canto de Moisés al concluir su misión en la tierra. Es uno de los dos grandes cánticos de la Torá y relata toda la historia del pueblo judío, pasada, presente y futura. Najmánides escribe que cada alma judía puede encontrar su biografía completa escondida en las letras de este cántico. El Maguid de Mezritch, discípulo y sucesor del Ba'al Shem Tov, enseñó que es importante aprender esta canción de memoria, ya que en ella se desarrolla toda la vida. Ha'azinu es un gran canto a Dios, así como la vida de uno es un canto para Él.

Las alas mesiánicas

Una de las imágenes más potentes del canto de Ha'azinu es la imagen del águila revoloteando sobre su nido de polluelos (Deuteronomio 32:11). En esta metáfora, Dios, el águila, viene a despertar a los polluelos en su nido, se cierne sobre ellos, extiende sobre ellos sus alas y finalmente los eleva sobre sus alas en vuelo redentor por el cielo. Hay dos sinónimos de "alas" en este versículo: kanaf, cuyo valor numérico es 150, y evrá, cuyo valor numérico es 208. Juntas, estas dos palabras suman 358, el valor numérico de Mashíaj. El águila que lleva al Pueblo Judío en sus alas es el Mashíaj, cumpliendo su Divina misión Mesiánica. En la porción de la Torá de Itró (Éxodo 19:4), Dios también se refiere a la redención de Egipto como redención "sobre alas de águilas". Claramente, el águila y sus alas tienen implicaciones mesiánicas.

El águila revoloteando

Antes de que el águila tome a sus polluelos en sus alas, debe despertarlos. El águila es un ave enorme y poderosa. Si aterriza repentinamente en su nido, es probable que aplaste a sus frágiles polluelos. Así, nuestro verso ilustra al águila revoloteando sobre su nido, expresándose ante sus polluelos como la más apacible de las criaturas, manifestando perfecto equilibrio y estabilidad. El verbo rajef para "flotar" es muy extraño en la Torá. Una de sus otras apariciones es en el segundo versículo del Génesis, "y el espíritu de Dios flotaba sobre las aguas". Nuestros sabios explican que este es el espíritu del Mashíaj. Las aguas son las aguas de la teshuvá, el despertar de la conciencia del alma para regresar a Dios. Estas dos expresiones de "flotar" son plenamente complementarias. Ambas apuntan al despertar del pueblo judío a la realidad mesiánica del regreso a Dios.

Tocar y no tocar

En Cabalá y Jasidut, el vuelo del águila se conoce como "tocar y no tocar". El águila es capaz de tocar y no tocar simultáneamente, permitiendo que sus polluelos despierten poco a poco, de acuerdo con su capacidad de captar su presencia. El poder de tocar es el poder de involucrarse, de inspirar al otro. El no tocar permite al otro la libre elección para que su alma pueda despertar por sí misma en su deseo de ascender hacia Dios. El águila – Mashíaj - nos inspira y al mismo tiempo nos permite, paradójicamente, integrar lentamente la nueva realidad mesiánica a nuestro propio ritmo individual.

La quincuagésima puerta

La palabra hebrea para "tocar y no tocar" es noguea v'eino noguea. Las iniciales de esta frase forman la palabra nun, en alusión a la quincuagésima puerta del entendimiento a la que Moisés aspiraba y que recibió sólo al final de su vida. Uno de los secretos de la Quincuagésima Puerta es el secreto de tocar y no tocar - la sensación esencial de que Dios está totalmente involucrado en la realidad y al mismo tiempo nos permite elegir por nuestra propia voluntad.

El canto de las alas del águila

La palabra hebrea para "águila" es nesher; nun, shin, reish. Las dos últimas letras de nesher deletrean shar, que significa "canto". Más que cualquier otra palabra en la canción de Ha'azinu, la palabra shar es la sílaba esencial de nesher. Hay dos tipos de canción: canción vocal (incluida la poesía) y melodía. En hebreo, la "canción", que incluye poesía, se llama shir, representada por las letras hebreas shin y reish de nesher. La palabra hebrea para "melodía" es nigun, que comienza con la letra nun, la primera letra de nesher. Por tanto, nesher es un acrónimo para los dos tipos de canciones. Nuestros sabios enseñan que cuando el águila se acerca a su nido bate sus alas para crear una canción, preparando suavemente a sus polluelos para su llegada. Para despertar las almas del Pueblo Judío y del mundo entero, cada persona con su propia chispa de Mashíaj debe poseer el poder de la poesía y la melodía inherente al águila.

El nido

Nuestro verso describe al águila despertando (a los polluelos en) su nido. Nuestros sabios enseñan que el Mashíaj se sienta en un nido en el Jardín del Edén, esperando para redimir al mundo. La palabra hebrea para "nido" es ken, que es afin a tikún - "rectificación" y también kinian - posesión. La posesión más perfeccionada es la nueva Torá del Mashíaj, el canto de las alas del águila, que comienza a resonar a medida que se acerca a sus polluelos. Esta nueva Torá Mesiánica provocará nuestra rectificación a medida que el águila se acerca a su nido para suavemente (tocando y sin tocar) despertar a sus polluelos que esperan.

Todo es para bien

La palabra para "polluelos" en nuestro verso es gozalav, cuya raíz es guimel, lamed, zain. Estas letras son un acrónimo de una frase muy básica "Gam zu letová", que significa: "Esto también es para bien". Los polluelos que esperan ser elevados sobre las mesiánicas deben ser despertados a la conciencia de que cualquier cosa que nos suceda es para bien y, en última instancia, conducirá a la verdadera y completa redención.

 


LA CANCIÓN HAAZINU

 


https://youtu.be/OCUV-J1Rdyw

 

Hay una tradición de que el Maguid de Mezerich quiso que todos aprendan la Canción Haazinu. Ahora es cuando leemos la Canción Haazinu, durante los 10 Días de Teshuvá. La tradición es que todos sean expertos en la Canción Haazinu porque contiene toda la historia del mundo, todo A”K, Adam Kadmón. Pasando revista a todos de una vez, todo se encuentra en la Canción Haazinu.

 

EL FUEGO PERPETUO

 


https://youtu.be/H4UdCjk27rU

 

¿Qué es el fuego perpetuo que permanece sobre el altar? El fuego perpetuo es el enorme entusiasmo donde el alma se escapa en el servicio a Dios bendito Es.

Hay dos niveles en el pueblo de Israel, en las almas de Israel: Iaacov e Israel. Iaacov es la mentalidad inmadura, el judío simple que no es capaz de meditar en profundidad. Solo puede decir las cosas en su simpleza. Y también esto es muy bueno, el Baal Shem Tov amaba mucho a los judíos simples. Y el nivel de Israel que es la mentalidad madura, es capaz de meditar en profundidad y al hacerlo entusiasmarse con tal entusiasmo que el alma se escapa.


VOLVEMOS CON EL AYUNO DE GUEDALIA

 


 

https://youtu.be/gN9g0MUsLhg

 

 después de Rosh Hashaná rumbo a Rabi Meir Baal Hanés





EL MÁS ALTO DE TODOS

 


https://www.youtube.com/shorts/gIKE4uw5lBk?feature=share

 

 

Cierta vez que los jasidim vieron a un hombre muy alta parado en la puerta de 770, y el Rebe salió para hablar con él un momento, luego lo buscaron, pero no encontraron a ese hombre alto.

 Cuando Rabi Dunin entró a lo del Rebe y le preguntaron quién era, porque era como de la familia, el Rebe la contestó que era el Maharal de Praga, quien como es sabido era el más alto de su generación.

 





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