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viernes, 29 de junio de 2012

parte 5 - Del Rey del Pop, al Rey David

Como Tamuz no sólo encarna la tragedia sino también la tendencia general a adorar ídolos, el proceso que presentamos aquí no estará completo sin unas palabras sobre la rectificación del culto a la adoración en sí mismo.
La idea de que se puede corregir la tendencia a venerar a las estrellas significa, simplemente, que desear en sí un modelo a imitar no es negativo, pero debe encaminarse correctamente. En lugar de los héroes culturales enamorados de sí mismos y rodeados de un aura trágica, debemos buscar personajes dignos de emular, que tengan en su interior esa relación correcta entre la alegría y la tristeza que hemos descripto: que por un lado estén claramente a favor de una forma de vida positiva y feliz, y por otro lado experimenten la tristeza que hay en el mundo –de todo el pueblo de Israel, y por extensión de toda la humanidad y la creación en general- y la utilicen como el combustible para salir afuera y mejorarlo.
Estos personajes tienen un nombre. Se llaman tzadikim, “justos”, y se nos asegura que en cada generación hay al menos 36 como ellos.
10 Son justos que merecen ser admirados y emulados. La admiración de los justos verdaderos, que iluminan nuestros ojos y fortalecen nuestra elección por el bien y la vida, canaliza en forma positiva nuestra inclinación natural a admirar a los que son más grandes que nosotros.
Está escrito que “Dios creó esto y lo opuesto”.
11 Frente a todo “rey del pop” idolátrico y mediático, hay una versión rectificada e introvertida, tan alejada de aquél como un extremo y el otro del universo, como los modales pomposos y vacíos lo están de la verdadera realeza. Esos seres encarnan efectivamente cualidades majestuosas con entrega incondicional y humildad absoluta. Quien limpie sus ojos de las lágrimas de la tristeza artificial de la cultura de la depresión, quizás llegue a notar la diferencia.

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