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jueves, 16 de enero de 2025

5785 SHEMOT

 BS"D



SHEMOT    שְׁמוֹת

Éxodo 1:1-6:1

Haftará: Isaias 27:6 - 28:13; Isaias 29:22-23

 



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HISTORIAS JASIDICAS

 

Rebe Tzvi Elimelej de Dinov: 

EL HOMBRE CON DOS CEREBROS

 

El Rebe Tzvi Elimelej Shapira de Dinov (Dynów, Polonia) nació en el año 5543 (1783), siendo su padre, Rabí Pesaj Langsam, descendiente de Rabí Shimshon de Ostropolye, y de su madre, Rajel Mina, sobrina del Rebe Elimelej de Lizhensk y del Rebe Zusha de Anipoli. El Rebe Tzvi Elimelej se casó con la Rebetzin Jana Mindel, hija de Rabí Shmuel de Tchitch (Czudec, Polonia). Fue discípulo del Vidente de Lublin y Rabi Menajem Mendel de Rimanov, y más tarde del Maguid de Kozhnitz y del Ohev Israel (Rebe Avraham Iehoshua Heshel) de Apta. Tenía estrechas conexiones con los discípulos de la sala de estudio del Vidente de Lublin, en particular con el Rebe Naftali Tzvi de Ropshitz y Rabi Tzvi Hirsh de Ziditchov. Ejerció como rabino en muchas ciudades, trabajó para difundir las enseñanzas de la Cabalá y luchó ferozmente contra los seguidores de la denominada Ilustración. Su obra más reconocida es el libro Bnei Isajar. Falleció en Dinov el 18 de Tevet de 5601 (1841) a la edad de 58 años, dejando tres hijos y tres hijas. Su hijo, Rabi David, ocupó su lugar en Dinov.

 

 

Cierta mujer solía venir regularmente al Bnei Isajar para expresar sus problemas y pedir la bendición del tzadik, a la cual él le otorgaría con abundancia. Después de su muerte, la mujer comenzó a viajar al Tzemaj Tzadik, el Rebe Menajem Mendel de Vizhnitz.

Cuando ella llegó por primera vez al Tzemaj Tzadik y le presentó su kvittel y pidión (nota con solicitud y ofrenda monetaria), el tzadik la bendijo con todas las cosas buenas. La mujer dijo: "Ah, esto no es como el Rebe anterior..." El tzadik le preguntó a qué se refería, y ella le dijo: "Con el Rebe anterior, todo lo que le pedí, ¡lo escribió en su cuaderno!".

Es sabido que los tzadikim dijeron sobre el Bnei Isajar que él tenía dos cerebros, y por lo tanto podía escribir innovaciones de la Torá mientras hablaba con la gente y escuchaba atentamente sus peticiones. La mujer, que le vio escuchando atentamente mientras escribía en su cuaderno, estaba segura de que estaba registrando sus palabras. Una vez incluso hubo un incidente en el que una mujer volvió a él después de mucho tiempo. Ella le recordó sus palabras anteriores y le preguntó: "¿Podría el Rebe por favor mirar en su cuaderno, donde escribió cuando estuve aquí la última vez?"

***

El Rebe de Sanz-Klausenburg relató: Escuché de los ancianos de nuestra ciudad (Munkatch), cuando el Bnei Isajar era el jefe del tribunal rabínico en la ciudad y el distrito, uno de sus seguidores le trajo una receta escrita, para una persona enferma, por el médico local. El hombre se acercó al Bnei Isajar para preguntar si su pariente debía tomar la medicina. El tzadik examinó la receta y respondió: "Todavía le falta uno de los ingredientes medicinales que necesita ser mezclado". El jasid le contó esto al doctor, y al oírlo, el doctor recordó que, en efecto, se había olvidado de incluir un ingrediente esencial en la receta.

Conmocionado y asombrado, el doctor corrió a la sala de estudio y encontró al Rebe Tzvi Elimelej después de la oración. El médico le preguntó: "Por favor, dime, Rebe, ¿cómo supiste que había omitido un ingrediente en la medicina?" El doctor no podía entender de ninguna manera que el Bnei Isajar supiera esto a través de inspiración Divina. De hecho, el Rebe Tzvi Elimelej contó una vez que había estudiado la sabiduría de la anatomía humana de los libros en los sabios basándose en su debate sobre la forma del hombre. Y cuando le preguntaron cómo podía recetar medicinas a los enfermos que acudían a él, respondió: "Esto lo sé desde que hago la bendición Asher Iatzar" [recitada después de hacer sus necesidades].

 

 

¿Por qué el tzadik llamó a su libro "Bnei Isajar"? Una vez le preguntó a su Rebe, el Joize (el Vidente) de Lublin, por qué sentía una iluminación especial durante los días de Janucá. El Joize le respondió que la fuente de su alma proviene de la tribu de Isajar, y como hijo de la tribu de los eruditos de la Torá, se sentó en el tribunal que estableció la festividad de Janucá y sus mandamientos. Los hijos de la tribu de Isajar eran conocidos por su sentido especial para el secreto de la intercalación y el establecimiento del calendario, como dice en Crónicas: "Y entre los hijos de Isajar, hombres que tenían el entendimiento de los tiempos".[1] El Bnei Isajar también se dedicaron a la astronomía, e incluso escribieron un libro sobre esta sabiduría, pero aquí hay una capa adicional: la unificación entre el sol y la luna incorporados en el calendario judío aparece en la historia en la capacidad del tzadik para comprender simultáneamente las elevadas innovaciones de la Torá, representadas por el sol, y los problemas de los judíos sencillos, representados por la luna.

También en la segunda historia, el Bnei Isajar es capaz de mantener un control sobre dos temas simultáneamente: por un lado, es un tzadik, innovando en ideas de Torá y liderando una congregación. Por otro lado, es médico, astrónomo y experto en anatomía. Esta singularidad nos invita a contemplar una pregunta desafiante que una vez planteó el sabio de la Mishná Plimo en la sala de estudio de Rabí Iehudá HaNasi: ¿Cuál es la norma para una persona con dos cabezas? ¿Está obligado a poner tefilín en ambas cabezas?

No vamos a dar más detalles sobre la dura respuesta de Rabí Iehudá HaNasi a la pregunta, ni sobre la explicación de su disputa con Plimo.[2] Aquí sólo diremos que las dos cabezas representan dos perspectivas de la realidad: la primera es la conciencia suprema, según la cual "no hay nada más que Di-s". Y la segunda es la conciencia inferior, que reconoce el mundo como una creación que se siente separada de Di-s, pero que aun así se anula a sí misma ante la fuente divina que la trae a la existencia, algo de la nada, en cada momento

Según el Arizal, Plimo era la reencarnación de Labán, suegro de Iaacov y Naval el carmelita. A la luz de esto, Plimo busca rectificar la posesividad y el orgullo que caracterizaban a estas dos figuras bíblicas insistiendo en la existencia e importancia de la realidad, y en su obstinación de que es posible, e incluso deseable, mantener unidas ambas perspectivas: percibir la realidad como un "otro" significativo que se relaciona con su Creador desde fuera, mientras que al mismo tiempo mantienes una relación honesta con el Creador, una que está llena de humildad y auto-anulación.

Dualidad

Cuando se habla de una doble cabeza en una persona, es imposible no recordar el Tania, que enfatiza la batalla entre las dos almas en cada persona. De hecho, además de la gran admiración que el Bnei Isajar tenía por el Tania, también apoyó firmemente sus palabras sobre las aptitudes necesarias para elevar con éxito los "pensamientos impropios". Aunque muchos tzadikim polacos (¡incluyendo al propio maestro del Rebe Tzvi Elimelej!) sí creyeron que la elevación de tales pensamientos era relevante para cada individuo, el Bnei Isajar argumentó que el Alter Rebe, autor del Tania, estaba en lo cierto, y mientras la batalla de las almas esté en curso dentro de una persona, ésta no puede elevar sus pensamientos ajenos.

El Bnei Isajar también demandó una doble cabeza en el estudio de la Torá: Él interpreta el versículo: "Entonces volverás y discernirás... entre el que sirve a Di-s y el que no Le sirve"[3], dirigiéndose a los estudiosos de la Torá. El que sirve a Di-s es el que estudia tanto el Talmud como el Zohar, mientras que el que no Le sirve sólo estudia el Talmud[4].

El enfoque dualista adoptado por el Bnei Isajar en estos y otros asuntos se refleja incluso en la pronunciación de su nombre. Si bien la costumbre común es pronunciar su nombre, Isajar, el Rebe solía articular ambas letras sin (שׂ) como, Isasjar. A modo de alusión, se acostumbra a interpretar que una sin pertenece a este mundo y la otra al Mundo Venidero, razón por la cual sólo uno se pronuncia en nuestra realidad presente. Pero ofrecemos una interpretación alternativa: las dos sin aluden a dos tipos de entendimiento conocidos como Madre Suprema, ima ilaá (אימה עילאה) y la Comprensión, tevuná (תבונה).

El entendimiento superior, Madre Suprema, está incluida en sabiduría (en realidad es el entendimiento dentro de sabiduría), representa la capacidad de innovar profundos conocimientos de Torá en los secretos cabalísticos. De hecho, este es un entendimiento más relevante para el Mundo Venidero, donde uno se eleva por encima de las necesidades corporales. No menos importante, sin embargo, es el entendimiento inferior, la comprensión, que desciende a las profundidades del corazón, para aconsejar a una persona en su penar: "El consejo en el corazón del hombre es como aguas profundas, pero el hombre de entendimiento lo sacará".[5] Aunque esto ciertamente pertenece a nuestra realidad presente, la comprensión es similar al entendimiento superior porque también procura revelar lo que está oculto, por así decirlo, iluminando el presente con la preciosa luz de las profundidades del corazón.

 



[1] 1 Crónicas 12:33

[2] Para más información, vea nuestro artículo, Shnei Roshim en el volumen en hebreo, Adama, Shamaim, Tehom.

[3] Malají 3:18

[4] Obsérvese que esto concuerda con la interpretación del Tania del versículo, porque quien estudia la dimensión interior de la Torá está lleno de deseo y voluntad, y por lo tanto estudia más de lo que es su hábito

[5] Proverbios 20:5


MIENTRAS EL ÁRBOL DEL BIEN Y EL MAL DOMINA

Estudio de Jasidut:

Epístola Sagrada – Igueret haKodesh

Carta 26 clase 3

 

 

 


https://youtu.be/T98UByQff_Y


 

Y éste es el significado de la afirmación en Raaiá Mehemná: "Mientras el Arbol del Bien y el Mal domina [el mundo]... estos [Sabios, comparados a los Shabat y las Festividades, nada tienen salvo lo que les es dado por aquellos que son llamados 'los profanos',...]". Significa que en la época del exilio de la Shejiná —la que concede fuerza vital a los jitzoním que pertenecen al reino de kelipat noga del que la "multitud mixta" deriva su fuerza vital y de cuya destilada esencia son nutridos los eruditos de la Torá durante el exilio— en este tiempo la principal tarea espiritual del hombre, y el principal propósito de ocuparse con Torá y los mandamientos es refinar [y elevar] las chispas, como se sabe [de las enseñanzas] del AríZal.

 





JASIDUT

SER HUMANO, SER JUDÍO

¿Cuál debería ser la relación correcta, según la Torá, entre nuestra identidad como seres humanos y nuestra identidad como judíos? ¿Cómo pueden coexistir la simple humanidad y el respeto por cada persona con la idea de un "Pueblo Elegido"? ¿El mero hecho de nacer judíos nos otorga superioridad sobre los demás, o debemos trabajar para ganarnos y cultivar nuestro judaísmo?

Una importante enseñanza atribuida a Rabí Akiva en la Mishná[1] proporciona un hilo conductor para comenzar a responder estas preguntas:

Amado es el hombre, porque fue creado a imagen [de Di-s]. Especialmente amado es él, porque se le dio a conocer que había sido creado a imagen [de Di-s], como está dicho: "Porque a imagen de Di-s Él hizo al hombre".[2]

Amado es Israel en que fueron llamados hijos de Di-s. Especialmente amados son porque se les dio a conocer que son llamados hijos de Di-s, como está dicho: "Vosotros sois hijos de Havaia vuestro Di-s".[3]

Amado es Israel porque se les ha dado un recipiente precioso. Especialmente amados son porque se les dio a conocer que se les había dado un recipiente precioso, con el que el mundo había sido creado, como está dicho: "porque Yo os doy buena instrucción; no abandones Mis enseñanzas".[4]

A primera vista, Rabí Akiva distingue entre dos niveles valiosos de existencia: primero, ser un hombre, un ser humano creado a imagen y semejanza Divina; y segundo, ser "Israel". Sin embargo, el hecho de que la frase "Amado sea Israel" aparezca dos veces insinúa un concepto más profundo: dos niveles distintos dentro de ser parte de Israel - ser judío. Por lo tanto, la Mishná señala tres niveles generales: ser "humano", ser "Israel" de un tipo y ser "Israel" de otro tipo.

¿Cuál es la relación entre "Amado es el hombre" y "Amado es Israel"? ¿Y qué distingue a los dos niveles de "Israel"?

Creado a Imagen Divina

La afirmación "Amado es el hombre, porque fue creado a imagen [de Di-s]" pone de relieve la cualidad única de la humanidad en comparación con todas las demás criaturas. Mientras que todos los demás seres vivos están limitados por sus instintos naturales, los seres humanos fueron dotados en la creación con la "imagen Divina" - una cualidad Divina interna que les permite trascender las inclinaciones personales y participar conscientemente en la formación y mejora del mundo. Esto puede entenderse como un llamado a los seres humanos para que dejen que sus facultades intelectuales y espirituales gobiernen sus instintos más bajos y sus impulsos físicos. Esta expectativa se aplica a todo ser humano, judío o no judío por igual. Para un judío, se alinea con el principio de que el "derej eretz [conducta ética] precede a la Torá" - la decencia humana básica (o, como es coloquialmente llamado, ser un mentsch) es un fundamento y prerrequisito para una vida de mitzvot.

¿Hay un momento en el calendario judío que refleje este principio, un momento en el que los judíos están llamados a recordarlo y fortalecerlo? Parece que esto está plasmado en Rosh Hashaná, como se explica en la tradición judía. Rosh Hashaná es el día en el que, según los sabios, Adam, el primer ser humano, fue creado. En este sentido, sirve como cumpleaños de la Humanidad. Además, tradicionalmente se entiende que en este día se juzga a todos los seres humanos. ¿Y cuál es la esencia de este juicio? En pocas palabras, se trata de si se dejaron guiar por la parte espiritual de su ser, o por su parte inferior, animal.

Ser llamados "hijos de Di-s"

El segundo nivel, "Amado es Israel, porque son llamados hijos de Di-s", se centra específicamente en el pueblo judío y expresa el vínculo especial entre ellos y Di-s. El pueblo judío es descrito en la Torá como "hijos" de Di-s, en lugar de meros súbditos, como está dicho: "Ustedes son hijos de Havaia su Di-s".[5] La relación entre un padre y un hijo es directa y continua - el hijo nace de los padres, refleja sus rasgos y los representa. Sin embargo, junto con la profunda cercanía entre un padre y un hijo, vienen mayores expectativas y demandas de los padres.

¿Dónde se origina este elevado estatus de Israel? Tradicionalmente se entiende que esta cercanía proviene de los patriarcas del pueblo judío: Abraham, Itzjak, y Iaacov. Los patriarcas fueron los primeros en superar la cosmovisión idólatra de su época y descubrir o desarrollar el monoteísmo - el reconocimiento de un Creador trascendente y la posibilidad de servirLe directa y personalmente. Al servir a Di-s con total devoción, los patriarcas forjaron un vínculo inquebrantable con Él, un vínculo transmitido a sus descendientes. En esencia, debido a que los patriarcas tomaron un interés especial en Di-s, Él a su vez tomó un interés especial por ellos y sus descendientes, preservando una conexión íntima entre padres e hijos.

Este concepto también se refleja en el calendario judío, concretamente en la festividad de Pésaj. La voluntad de Di-s de intervenir en la historia y redimir a los israelitas de Egipto, "una nación dentro de otra nación", demuestra Su amor especial por ellos y Su investidura en su futuro. Pesaj se alinea con Rosh Hashaná en el sentido de que sirve como el "cumpleaños" nacional del pueblo judío, al igual que Rosh Hashaná es el cumpleaños universal de la humanidad.

Dotado de un precioso recipiente

La frase "Amado es Israel, porque se les dio un recipiente precioso" representa el pináculo de esta enseñanza, apuntando a un nivel adicional de ser "Israel". Aquí, la atención no se centra en una cualidad innata del pueblo judío o en el mérito heredado de los patriarcas, sino en algo adquirido: la entrega de la Torá. El hecho de que la Torá fuera entregada a Israel - descrita aquí como un "recipiente precioso", algo tan apreciado que incluso los ángeles en el cielo la codician - les otorga un nivel adicional de distinción.

¿Qué significa este segundo nivel de "Israel"? En pocas palabras, mientras que el primer "Israel" refleja un rasgo innato, el judaísmo como identidad nacional, el segundo "Israel" refleja un rasgo adquirido: el judaísmo como forma de vida y pensamiento, que se alcanza a través de la Torá. Nacer judío es una cosa, pero una persona nacida judía cumple solo con el primer y más básico nivel de su identidad judía, el de "Amado es Israel, porque son llamados hijos de Di-s". Para alcanzar el segundo nivel, uno debe abrazar el preciosa recipiente entregado a Israel y adherirse a él: "No abandones Mi Torá".

Este elemento final de la enseñanza se refleja en el calendario judío en Shavuot, la festividad de la entrega de la Torá, el día en que recibimos el "precioso recipiente a través de la cual el mundo fue creado". A diferencia de Rosh Hashaná y Pésaj, Shavuot no conmemora un "nacimiento" sino más bien una boda: el sellado de un pacto matrimonial entre la congregación de Israel, representada como la novia, y Di-s, representado como el novio (con el "recipiente precioso", la Torá, sirviendo como anillo de boda). Esta boda también podría verse como una especie de segundo nacimiento: el pueblo judío debe trascender su existencia ordinaria y renacer, transformándose desde una nación que existe independientemente en una capaz de servir como "hogar" para Di-s en este mundo. Este es el segundo "Amado es Israel".

Desde la revelación en el Sinaí, la Torá ha sido nuestra herencia, como está dicho: "Moisés nos ordenó la Torá, herencia de la congregación de Iaacov" (Deuteronomio 33:4). Sin embargo, el hecho de que la Torá sea nuestra herencia no niega la necesidad de que cada generación - y cada individuo particular - la integre en sus vidas a través de sus propios esfuerzos. Para complementar este versículo, los sabios enseñaron: "Prepárate para estudiar la Torá, porque no es una herencia para ti".[6] Aunque la generación que recibió la Torá en el Sinaí puede haberla transmitido a sus descendientes, se transmitió como un libro cerrado, uno que cada individuo tiene la opción de abrir o dejar sellado. Este segundo nivel de "Israel" permanece para siempre como un derecho adquirido, que hay que ganarse a lo largo de la vida.

Todos somos conversos

El análisis anterior nos ayuda a abordar una profunda pregunta adicional vinculada a la revelación en el Monte Sinaí: ¿Por qué dos figuras que no nacieron como parte del pueblo judío y que no estuvieron presentes en el Éxodo de Egipto ocupan un lugar central en este momento crucial? Nos estamos refiriendo, por supuesto, a Itró, que da nombre a la porción de la Torá que describe la Entrega de la Torá y los Diez Mandamientos, y a Rut, cuya historia se lee en Shavuot. Itró y Rut son los conversos arquetípicos de la Biblia - Itró, el converso del Pentateuco, y Rut, la conversa de los Escritos.

Es bien conocido el hecho de que el pueblo judío acepta a los conversos, integrándolos plenamente en la nación, así como el mandamiento de amar y acoger al converso. Sin embargo, la presencia destacada de estos dos conversos en un momento tan "íntimo" entre el pueblo judío y Di-s - hasta el punto de que toda la celebración parece desarrollarse a su sombra - es llamativo, cuando menos.[7]

Entender la revelación en el Sinaí como un salto del primer nivel de "Israel" al segundo ofrece una respuesta a este enigma. La ubicación de estos dos conversos en el corazón de la experiencia del Sinaí es un recordatorio de que, cuando se está frente a la Torá, incluso los judíos nativos son considerados conversos. El cambio que la Torá exige - de vidas ordinarias y libres (en oposición a la esclavitud de Egipto) a una vida de fe y servicio Divino a través de la Torá y las mitzvot - es tan profundo y transformador que efectivamente "restablece" la distinción entre alguien nacido judío, para quien la Torá es una herencia nacional, y alguien nacido no-judío, que elige abrazar voluntariamente la Torá. De hecho, un converso tiene una ventaja sobre alguien nacido judío: están completamente libres de la ilusión de que nacer judío los absuelve de la necesidad de cultivar activamente su identidad judía, un concepto erróneo que impide a muchos judíos profundizar plenamente en las profundidades de la Torá.

Resulta, por lo tanto, que el tercer nivel en la enseñanza, "Amado es Israel, porque se les dio un recipiente precioso", cierra el círculo al primer nivel, "Amado es el hombre, porque fue creado a Imagen Divina". Para hacer realidad plenamente nuestro judaísmo, debemos volver a nuestra humanidad compartida. Todos estamos fuera de las puertas de la Torá, por así decirlo, y debemos dar un paso activo para entrar. Frente a la Torá, todos somos, en esencia, conversos.

 

 



[1] Avot 3:14

[2] Génesis 9:6

[3] Deuteronomio 14:1

[4] Proverbios 4:2

[5] Deuteronomio 14:1

[6] Avot 2:12

[7] Los nombres hebreos Itró (יִתְרוֹ) y Rut (רוּת) son instantáneamente reconocibles como muy cercanos a la palabra Torá (תּוֹרָה), ya que ambos contienen sus tres primeras y tres letras principales (תור). Al inspeccionar más de cerca, observamos algo aún más sorprendente: la letra adicional aquí, la iud de Itró (י), es igual numéricamente a dos veces hei (ה ה), lo que significa que Itró y Rut juntos son igual exactamente a dos veces Torá (תּוֹרָה תּוֹרָה). Esto es apropiado ya que Itró y Rut son los conversos arquetípicos de los dos pilares principales que componen la Torá - la Torá Escrita y la Torá Oral (ya que sus raíces se encuentran en las porciones del Na’’j, los Profetas y los Escritos de la Biblia), respectivamente. El hecho de que el nombre de Itró contenga tanto la hei de la Torá Escrita como la hei de la Torá Oral es simbólico del principio según el cual todos los elementos de la Torá Oral ya están sembrados en la Torá Escrita. 



JASIDUT

PARASHÁ SHEMOT

 

Partzuf

ELLA VIO QUE ÉL ERA BUENO

  

 

 

Bondad-jesed חֶֶסֶד

Vitalidad

Poder-Guevurá גְּבוּרָה

Luz

Belleza-tiferet תִּפְאֶֶרֶת

Hermoso

 

Victoria-netzaj נֶצַח

Redentor

Esplendor-hod הוֹד

Profeta

 

Fundamento-iesod יְסוֹד

Circuncidado

 

Reinado-maljut מַלְכוּת

Nombre

 

Moshé nació en la porción de la Torá Shemot, y lo primero que la Torá nos dice sobre él, - lo cual establece el trasfondo para el resto de su vida - (siguiendo el dicho, "todo sigue al comienzo"), es que cuando su madre, Iojeved le vio, "Ella vio que él era bueno".[1] Naturalmente, toda madre ama a su hijo, cree que es bueno y hermoso, y le ve como el mejor regalo que Di-s le ha dado. Cuando la Torá se esfuerza por señalar que Iojeved, la madre de Moisés, vio "que él era bueno", esto tiene un significado especial; hay una "bondad" especial que se encuentra en Moisés que se refiere específicamente a su papel fundamental como Dador de la Torá y Redentor de Israel, "Él es el primer redentor y es el redentor final".[2]

En las palabras del Rambán sobre este versículo:

“Es sabido que todas las mujeres aman a sus hijos, ya sean hermosos o no, y todos los ocultarían lo mejor que pudieran. No hay necesidad de pruebas para la afirmación de que él era bueno. Más bien, esta bondad era algo nuevo que ella vio en él, y pensó que ocurriría un milagro, y que él se salvaría”.

Profundicemos en siete interpretaciones de lo que podría ser la "bondad" especial de Moisés y expliquemos cómo se corresponden uno de los siete atributos del corazón, desde bondad hasta reinado.

BONDAD (Jesed): "LA CASA SE LLENÓ DE LUZ"

Rashi cita las palabras de los sabios: "'Que era bueno' - cuando nació, toda la casa se llenó de luz". Esta enseñanza surge de una conexión entre el "bueno" mencionado a propósito de Moisés y el primer "bueno"[3] mencionado en el primer día de la Creación: "Di-s vio la luz, que era buena".

El Kli Iakar refuerza esta conexión destacando la segunda parte del versículo sobre Moisés: "Ella le vio, que era bueno, y le escondió durante tres meses". Esto se hace eco de la enseñanza de los sabios de que las palabras, "Di-s vio la luz, que era buena" significa que la luz era "buena para ser secuestrada para los justos en el futuro", es decir, Di-s escondió la luz, tal como Iojeved escondió a Moisés.

Conectamos esta interpretación con bondad, el primer atributo del corazón, porque el primer día de la Creación, referido como "un día", corresponde al atributo de bondad. Además, al igual que la luz creada en el primer día, que está destinada a llenar la Creación de bondad, así el nacimiento de Moisés vino a iluminar el mundo con la luz de la Torá. Iluminar la realidad con luz es la esencia de la sefirá de bondad.

PODER (Guevurá): VITALIDAD Y RESISTENCIA

La mayoría de los comentaristas (comenzando con el Targum Ionatan) explican que la cualidad especial revelada por "ella vio que él era bueno" se refiere al hecho de que Moshé nació después de siete meses incompletos de embarazo (es decir, seis meses y un día desde la concepción). Debido a esto, Iojeved pudo esconderle durante tres meses sin que los egipcios sospecharan que ya había dado a luz.[4] Aun así, existía la preocupación de que pudiera ser un bebé prematuro cuyos órganos no estaban completamente desarrollados. Iojeved, por lo tanto, le examinó para asegurarse de que su cuerpo estaba completo, su cabello y uñas completamente formados (signos de un recién nacido completamente desarrollado), y vio que "era bueno-estaba bien", completamente desarrollado, saludable, completo y viable.

El Ha'amek Davar añade que, naturalmente, un niño nacido de una anciana suele ser débil. Lo asombroso aquí era que Moisés - nacido de su madre a la edad de 130 años, después de que su juventud se renovó cuando Amram se volvió a casar con ella - era robusto y saludable.

Esta interpretación, que enfatiza la fuerza y el vigor de Moisés, corresponde a la sefirá de poder.

Agreguemos que el Emek HaMelej afirma que la frase "que era bueno", (כִּי טוֹב הוּא) sirve como una rectificación para el verso, "La mujer vio que el árbol era bueno para el consumo, ki tov HaEtz Lemaajal, (כִּי טוֹב הָעֵץ לְמַאֲכָל), describiendo a Eva (Javá) antes de que ella comiera del Árbol del Conocimiento, ya que ambos usan la misma expresión "que ... era bueno". El poder de Iojeved, para rectificar el comportamiento de Eva se enfatiza aún más cuando observamos que Eva tenía 130 años cuando dio a luz a Shet - el fundamento de la humanidad después de la muerte de Hevel - y también Iojeved tenía 130 años cuando dio a luz a Moisés.

Shet, que nació "en lugar de Hevel", es la raíz espiritual de Moisés, cuyo nombre (מֹשֶׁה) es un acrónimo de sus reencarnaciones: "Moshé Shet Hevel" (מֹשֶׁה שֵׁת הֶבֶל). El Arizal va más allá y afirma que la bondad de Moisés se atribuye a que él es un alma de la raíz de Hevel, completamente no contaminada por ninguna mezcla del linaje de Caín. Además, el rejuvenecimiento de Iojeved a la edad de 130 años fue el resultado de que el alma de Eva fuese impregnada-fecundada en ella cuando alcanzó la misma edad.

De esto podemos derivar un principio general con respecto al concepto de la "impregnación de las almas" (ibur) en Cabalá: cuando un alma es impregnada dentro de una persona, no sólo el individuo se identifica con la nueva alma, sino que también experimenta el rejuvenecimiento físico y espiritual, como si hubiera nacido de nuevo.

BELLEZA (Tiferet): HERMOSA APARIENCIA

Muchos comentaristas interpretan el adjetivo "bueno" en el contexto de un recién nacido como hermoso - bueno en forma y apariencia. Otro ejemplo en la Torá donde "bueno" describe la apariencia física se encuentra con Rivka, quien es descrita como "muy buena a la vista"[5], tovat maré (טֹבַת מַרְאֶה).

La belleza, naturalmente, se asocia con la sefirá de belleza, que encarna la armonía, el equilibrio y el esplendor.

VICTORIA (Netzaj): DIGNA DE PROFECÍA

Aunque normalmente nos referimos a las seis sefirot, desde bondad hasta fundamento (y a veces incluso incluyen reinado) como los atributos emocionales, estrictamente hablando, los atributos emocionales son solo los tres primeros - bondad, poder y belleza. Con respecto a ellos, la bondad de Moisés se interpretó como una cualidad inherente al propio Moisés - su resplandor, fuerza y belleza. Sin embargo, en lo que respecta a victoria y reconocimiento, la bondad adquiere un significado más práctico: no solo ser "bueno" sino ser "bueno para".

Una interpretación que aparece en el Midrash, es que Iojeved percibió intuitivamente que su hijo recién nacido era "digno de profecía". Moisés no es simplemente un profeta; él es el Padre y Maestro de todos los profetas. Su profecía es especialmente clara (el utiliza la expresión "esto es lo que Di-s dijo"), y él es el Dador de la Torá.[6]

Esta cualidad especial se enfatiza en el dicho:

Que venga el bien y reciban el bien del Bueno para beneficiar al bueno.

·                "Venga el bien" se refiere a Moisés, como está escrito: "Ella vio que él era bueno".

·                "Y reciban el bien" se refiere a la Torá, como está escrito, "Porque te he dado una buena enseñanza".

·                "Del Bueno" se refiere al Santo Bendito Es, como está escrito, "Di-s es bueno con todos".

·                "Para beneficiar al bueno" se refiere al pueblo de Israel, como está escrito, "Di-s beneficiará a los buenos".[7]

Esta interpretación corresponde a la sefirá de victoria, considerada la fuente de la profecía, como se señala en la introducción al Tikunei Zohar.

RECONOCIMIENTO (Hod): DIGNO DE REDENCIÓN

Otra interpretación utilitarista de "bueno" es que Iojeved vio a Moisés como digno y destinado a ser el Redentor de Israel - "el salvador del pueblo judío". Miriam, la hermana de Moisés, profetizó que "Mi madre está destinada a dar a luz a un hijo que salvará a Israel".[8] Hasta los astrólogos del Faraón, desde su perspectiva impura, reconocieron que el día del nacimiento de Moisés era propicio para el surgimiento del redentor de Israel (y esto probablemente era ampliamente conocido). Cuando Moisés nació, su madre vio que él era realmente el niño digno de esta misión.

Un ejemplo de un redentor al que se hace referencia como "bueno" se puede encontrar en el Libro de Rut, donde la persona allegada que potencialmente podría casarse con Rut y redimirla se conoce como "Tov", "Si Tov te redimirá, que te redima".[9] En este contexto, un redentor es el que se casa con una viuda, especialmente después de la muerte de su esposo, y así la "redime". Del mismo modo, el Redentor de Israel es aquel que eleva a la Congregación de Israel (la raíz de todas sus almas). De hecho, el Zohar se refiere a Moisés como "el esposo de la princesa", un sinónimo para la Congregación de Israel.

¿Cómo se relaciona todo esto con la sefirá de reconocimiento? En el Sefer Ietzirá, encontramos uno de los temas psicológicos más interesantes y pioneros: las transposiciones, temurot (תְּמוּרוֹת), que corresponden en orden a las 7 sefirot desde bondad a reinado[10]:

La transposición de la sabiduría es la locura; la transposición de la riqueza es la pobreza; la transposición de la semilla es la desolación; la transposición de la vida es la muerte; la transposición de la autonomía es la esclavitud; la transposición de la paz es la guerra; la transposición de la gracia es la fealdad

La quinta es, por lo tanto, "la transposición de la autonomía es esclavitud", cuando las personas no son autónomas (tanto interna como externamente), caen en un estado de esclavitud. La sefirá de reconocimiento a veces se considera como el poder del carisma, que en muchos sentidos es una medida de la autonomía y la autoestima de un individuo o un grupo. Cuando se pierde la autonomía, los individuos y las sociedades caen en un estado de esclavitud y dependencia. Fueron los esfuerzos de Moisés como Redentor que restauraron la sefirá de reconocimiento para el pueblo como grupo y como individuos.

FUNDAMENTO (Iesod): NACIDO CIRCUNCIDADO

Los sabios interpretan que "ella vio que él era bueno" significa que Moisés nació circuncidado. Aquel que es íntegro y perfecto en la santidad del pacto (brit), correspondiente a la rectificación de la sefirá de fundamento, es considerado un individuo justo, un tzadik, y se dice del tzadik: "Di del justo, que él es bueno".[11]

Alguien que nace circuncidado es inherentemente puro y bueno en todos los aspectos de su alma. No poseen deseos negativos, ni de alimento ni de inmoralidad, y todos sus rasgos e inclinaciones son naturalmente buenos, como está escrito: "Los deseos de los justos son solo buenos".[12]

REINADO (Maljut): UN BUEN NOMBRE

Algunos interpretan el versículo "ella vio que él era bueno" en el sentido de que el nombre original de Moisés era Tov o Tuvia,[13] siguiendo dos opiniones en los Sabios. Todo esto fue antes de que la hija del faraón lo llamara Moisés.

Los nombres, cuya esencia es reflejar la relación de una persona con su entorno, corresponden a la sefirá de reinado, como se demuestra, por ejemplo, en el segundo versículo silente del Shemá: "Bendito sea el Nombre de Su reino, por los siglos de los siglos".

Revelar todo lo bueno que hay en cada judío

Las siete interpretaciones forman colectivamente una representación completa de las cualidades virtuosas de Moisés. Resumiendo, cada interpretación en una sola palabra, podemos decir que son: luz, or (אוֹר) - viabilidad de la existencia, kium (קִיּוּם) - belleza, iofi (יֹפִי) - profeta, navi (נָבִיא) - redentor, goel (גּוֹאֵל) - circuncidado, mahul (מָהוּל) - nombre, shem (שֵׁם). La suma de los siete es 987 (un número de amor, o Fibonacci), el producto del Nombre de Di-s, Ekié (אֶ-הְיֶה), el Nombre revelado a Moisés en la parashat Shemot, y "que es bueno", Ki Tov (כִּי טוֹב). Dado que 987 es divisible por 7, el valor promedio de cada palabra es 141, o mitzvá (מִצְוָה).

Estas siete cualidades de bondad son características tanto de Moisés, el primer redentor de Israel, como posteriormente en la "extensión de Moisés a cada generación".[14] Moisés también aparece como una chispa dentro de cada judío, y por lo tanto es la tarea de cada uno de nosotros es perfeccionar y revelar todas estas interpretaciones de la bondad.

Repasemos rápidamente cómo cada interpretación puede manifestarse en nosotros y en nuestras vidas:

·          Llenar la casa de luz refleja la revelación del alma judía.

·          Ser vigorosos y llenos de vida se expresa en nuestra disposición a cumplir la misión de nuestra vida. La vitalidad significa que no debemos posponer la búsqueda de la misión de nuestra vida hasta que alcancemos alguna perfección imaginaria, como aprender todo el Talmud o refinar completamente nuestro carácter. La vida simplemente no espera.

·          La belleza de cada judío radica en su carisma único y cualidades especiales.

·          Todo judío es apto para la profecía, cuyo objetivo es llevar la palabra de Di-s, la Torá, al mundo a través de todos los medios de expresión.

·          Cada judío es digno de ser un redentor, ayudando a otros a salir del lodo en el que puedan estar atrapados.

·          Todos los judíos nacen circuncidados, lo que significa que son capaces de estar liberados de deseos negativos.

El nombre de todo judío es bueno, ya que todo judío merece ser coronado con la "corona de un buen nombre" (keter shem tov) y ser conocido como "un buen judío". Aunque esta expresión se usó en el pasado en idish (a guter id) para referirse a un tzadik, ser "un buen judío" significa que todos debemos esforzarnos por asumir un papel de liderazgo en la guía de nuestra familia y amigos y no esperar a que otros asuman la responsabilidad.

 

 



[1] Éxodo 2:2. La mayoría de las interpretaciones que aparecen en este partzuf se citan en Sotá 12a y Shemot Rabá 1:20.

[2] Shemot Rabá 2:4. Zohar 1:253a. Sha'ar HaPesukim, Vaiejí. Torá Or, Misphatim, al comienzo.

[3] Génesis 1:3. En el relato de la Creación de la Torá, la palabra "bueno" aparece 7 veces y sería apropiado establecer una correspondencia entre ellas y las siete interpretaciones sobre la bondad de Moisés, que revisaremos en este modelo. En otras palabras, Moisés - y así también, cada judío, dado que todos tenemos una chispa de Moisés en nosotros - contiene toda la bondad de la creación.

[4] Rashi al versículo 3

[5] Génesis 24:16

[6] El Baal HaTurim escribe que, de acuerdo con una tradición que recibió (que no es la práctica estándar hoy en día), la palabra "bueno" (טוֹב) en nuestra frase, "que él era bueno", tiene cinco coronas (marcas) escritas sobre sus letras: dos en la tet, una en la vav y dos en la beit. Estas cinco coronas corresponden a los Cinco Libros de la Torá que Moisés estaba destinado a recibir.

La forma de las coronas es como pequeñas letras vav (líneas verticales), como lo enfatiza el Arizal. Sin embargo, los Sabios se refieren a ellas como zainin, es decir, letras zain en miniatura. La cuestión de si cada corona es una vav o una zain se vuelve significativa a la hora de calcular la guematría de las coronas. Si calculamos cada corona como una vav, cuyo valor es 6, entonces las cinco coronas sobre la palabra "bueno" son iguales a 30, el valor de la palabra "que", ki (כִּי), en la frase "que él era bueno" (כִּי טוֹב הוּא)

[7] Menajot 53b

[8] Meguilá 14a

[9] Rut 3:13

[10] Sefer Ietzirá 4:3

[11] Isaías 3:10

[12] Proverbios 11:23

[13] Tov (bueno) se refiere a "bueno para los demás", enfatizando las mitzvot entre una persona y sus semejantes. Pero Tuvia (טוּבְיָה), que literalmente significa "el bien de Di-s", sugiere el bien relativo a Dios, enfatizando las mitzvot entre una persona y Di-s. Desde una perspectiva más profunda: Tov significa bondad innata, un flujo natural de bondad, que deriva del estado conocido como "conciencia natural" - un estado de autoanulación absoluta ante Di-s. Esto representa una conciencia innata de la propia esencia Divina inherente. Tuvia, sin embargo, representa la bondad consciente, cuando una persona actúa con la conciencia de que toda bondad en él no es innata, sino un don de Di-s. Esta distinción se aborda en detalle en nuestros volúmenes hebreos “Corazón para Saber”, Lev LaDa'at y Conciencia Natural, Muda'ut Tivit. Si deseamos combinar los dos, podemos decir que en las interacciones entre una persona y los demás, se requiere la bondad innata (tov). Pero en la relación con Di-s, es esencial la conciencia (Tuvia) de que la bondad que uno posee es un don de Di-s. Por lo tanto, las dos opiniones presentadas por los sabios se complementan entre sí. Además, la suma de Tov (טוֹב) y Tuvia (טוּבְיָה) es 49, o 7 al cuadrado, lo que indica que hay una conexión inherente. 49 es también el valor de "un buen corazón", lev tov (לֵב טוֹב), la división interna de los 49 días de la Cuenta del Omer en 32 días hasta Lag BaOmer y 17 días desde e incluyendo Lag BaOmer hasta Shavuot.

[14] Basado en Tikunei Zohar 113a.


LECTURA DE LA TORÁ SHEMOT 5785_1

LA ESCLAVITUD COMO UN DESAFÍO PARA LOGRAR RL PROPÓSITO EN LA VIDA

 

 


https://youtu.be/mLM245mHM1M

 

 

"Y estos son los nombres de los hijos de Israel que vinieron a Egipto con Jacob; cada uno vino con su casa."

Shemot 1:13

"Entonces los egipcios esclavizaron a los hijos de Israel con dureza."

 

Desde una perspectiva jasídica, este versículo refleja tanto la dimensión externa de la opresión como su significado espiritual más profundo.

 

1. Esclavitud física y espiritual

Los términos "בְּפָרֶךְ" (con dureza) son entendidos en Jasidut no solo como un trabajo físico agotador, sino también como una referencia a la opresión espiritual. Según los comentaristas jasídicos, "פרך" puede descomponerse como "פה רך" (boca suave), aludiendo a la manipulación mediante palabras suaves que los egipcios usaron inicialmente para seducir al pueblo de Israel al trabajo, antes de imponerles la esclavitud abierta. Esto simboliza cómo las fuerzas del mal a menudo comienzan con tentaciones sutiles antes de atrapar al alma en ataduras más severas.

 

2. La raíz del exilio: la desconexión de lo Divino

El exilio en Egipto no solo fue un castigo, sino una etapa necesaria para que el pueblo de Israel alcanzara un nivel superior de refinamiento espiritual. Según el Baal Shem Tov, la esclavitud física refleja la esclavitud interna del alma atrapada en las limitaciones del ego y el materialismo. La salida de Egipto simboliza el despertar espiritual, la liberación de las ataduras de la mundanidad y la conexión con Hashem.

 

3. El trabajo en Egipto como preparación para la Torá

El Rebe de Lubavitch enseña que las dificultades y el trabajo en Egipto prepararon a los hijos de Israel para recibir la Torá en el Monte Sinaí. Las experiencias desafiantes sirven para refinar al individuo y fortalecer su fe y resistencia. Este concepto está conectado con el propósito del exilio: transformar la oscuridad en luz y revelar la Divinidad oculta en el mundo material.

 

4. Aplicación en la vida diaria

La enseñanza de este versículo para nuestras vidas es reconocer que incluso en momentos de desafío o "esclavitud" personal (sea en términos emocionales, espirituales o físicos), hay una oportunidad de crecimiento. La dificultad puede ser vista como un medio para alcanzar niveles más elevados de conexión con Hashem y para revelar el propósito más elevado detrás de las circunstancias.

 

El Rabino Yitzchak Ginsburgh,

Retención de la Identidad en Egipto

Los sabios enseñan que los israelitas fueron redimidos de Egipto gracias a cuatro méritos:

1. No cambiaron sus nombres: Mantuvieron sus nombres hebreos originales, preservando así su identidad cultural y espiritual.

2. No cambiaron su idioma: Continuaron hablando hebreo, lo que fortaleció su conexión con sus raíces y tradiciones.

3. Se abstuvieron de hablar mal unos de otros: Evitaron la difamación y el chisme, promoviendo la unidad y la armonía comunitaria.

4. Se mantuvieron alejados de conductas sexuales inapropiadas: Preservaron la pureza familiar y la santidad en sus relaciones.

 

Estos méritos correspondían a las cuatro letras del Nombre de Dios, Havayah (י-ה-ו-ה), reflejando una conexión profunda entre su comportamiento y la espiritualidad divina.

La Importancia de los Nombres

El Rabino Ginsburgh destaca que los nombres hebreos contienen un poder milagroso que puede sacar a una persona del exilio. Mantener sus nombres originales permitió a los israelitas conservar su identidad espiritual y resistir la asimilación en la cultura egipcia.

Lenguaje y Espacio Sagrado

Al no cambiar su idioma, los israelitas mantuvieron una conexión constante con su tierra natal y su herencia espiritual. El hebreo, como lenguaje de la creación divina, les permitió conservar un sentido de espacio sagrado, incluso en el exilio.

 

Unidad y Pureza

La abstención de hablar mal fomentó la unidad y evitó divisiones internas, mientras que la pureza en las relaciones aseguró la santidad y la continuidad de la nación. Estas prácticas fortalecieron su identidad colectiva y su relación con Dios.

 












*Una Historia Jasídica para Despedir al Shabat*

🍷🕯🌿 *Comparte* 🌿🕯🍷

 

*_Es costumbre contar una historia jasídica sobre el Baal Shem Tov al terminar Shabat por la noche en una comida de Melavé Malká, acompañando a la Reina, el Shabat_*

 

*_Una segulá para un buen sustento, para tener hijos y tener satisfacciones de los niños, para una vida buena y larga y para salud_*

 

 

EL MAGUID DE MEZERITCH: UNA ENSEÑANZA SOBRE EL DOLOR Y LA ESPERANZA…y otras…

 

El Maguid de Mezeritch, sucesor del Baal Shem Tov, vivía en extrema pobreza. Su humilde cabaña estaba amueblada con muebles rotos que apenas se mantenían en pie, y sus comidas consistían únicamente en pan seco y agua.

En una ocasión, sus discípulos le preguntaron:

"Rebe, ¿por qué debe usted soportar condiciones tan difíciles, mientras otros, mucho menos dignos que usted, disfrutan de abundancia y comodidades?"

Fiel a su estilo, el Maguid respondió con una historia. Una historia que también explica el origen del dolor que sentimos en los días de ayuno relacionados con la destrucción del Beit HaMikdash (el Templo Sagrado).

El Banquete Interrumpido

"Había una vez un hombre rico que organizó la boda de su hija," comenzó el Maguid.

"Este hombre, de gran generosidad, deseaba que todos los pobres de la ciudad compartieran su alegría en el día de su simjá. Por eso, colocó anuncios en todas las sinagogas y casas de indigentes de la zona, invitando a todo mendigo y necesitado a la boda de su hija.

"Llegó el día de la boda. Cientos de mendigos se sentaron en las mesas, rebosantes de los manjares más exquisitos. Pero entonces ocurrió una tragedia: la novia colapsó repentinamente. Se llamó a los mejores médicos, pero fue en vano. La novia falleció.

El salón de bodas se convirtió en una casa de duelo, y la celebración se transformó en un funeral masivo y desgarrador.

Dos Reacciones

"Los mendigos reaccionaron de dos maneras distintas," continuó el Maguid.

"Un grupo dijo: 'Qué pena por toda esta comida sobre la mesa. ¿Quién sabe cuándo volveremos a tener una oportunidad como esta de disfrutar de un banquete real? Además, es evidente que nuestro anfitrión no querría que toda esta comida se desperdiciara. Y de todos modos, si nos quedamos hambrientos, ¿acaso eso lo consolará?'

"El otro grupo de mendigos se negó a tocar la comida. '¿Cómo podemos comer y beber cuando el hombre que nos ha dado todo esto está sumido en el duelo y la tristeza?' dijeron. '¿Cómo podemos disfrutar de un evento cuyo propósito se ha convertido en una tragedia?'

El Mundo como un Salón de Bodas

"Este mundo," explicó el Maguid, "se asemeja a un salón de bodas," haciendo eco de las palabras de los sabios: 'Este mundo es como un salón de celebraciones.'

"El propósito de este salón era celebrar la unión entre el Santo Bendito Sea y su novia, el pueblo de Israel. Sin embargo, lamentablemente, la boda fue interrumpida, y el Beit HaMikdash, el lugar de esta unión, fue completamente destruido.

"El mundo sigue existiendo, y aparentemente es posible disfrutar del banquete de la vida. Pero el alma está rota, y su Creador está sumido en el duelo."

La Elección de Vivir con Conciencia

"Hay personas que pueden disfrutar sin dificultad del banquete de la vida, sin pensar en el dolor que cada momento trae al Padre de la novia," continuó el Maguid con dolor.

"Pero yo pertenezco al segundo grupo de mendigos. No puedo disfrutar plenamente sabiendo que vivo en una boda interrumpida por una gran tragedia."

Reflexión para el Ayuno del 10 de Tevet

Las palabras del Maguid se conectan profundamente con el 10 de Tevet, uno de los días de ayuno establecidos por los sabios como parte del duelo por la destrucción del Beit HaMikdash. Hashem desea y ordena que lo sirvamos con alegría, pero algunos días del año nos pide detenernos en nuestra participación en el banquete y unirnos a su dolor.

Los sabios enseñaron (Taanit 30b) sobre el versículo:

"Alégrense con Jerusalén y regocíjense con ella, todos los que la aman; gocen con ella, todos los que lloran por ella" (Isaías 66:10).

De aquí aprendieron:

"Todo el que llora por Jerusalén, merece y verá su alegría. Pero quien no llora por Jerusalén, no verá su alegría."

 

Que merezcamos la redención completa y la construcción del Tercer Beit HaMikdash pronto, de inmediato.

❣️ Shavua Tov Umevoraj ❣️

 

💎💎 PARA CURACIÓN COMPLETA DE💎💎

ITZJAK FEIVISH BEN BREINA MALKA

 

 

 

 

HISTORIAS JASIDICAS

 

RebeMoshe Biderman de Lelov: 

UN DÍA POR AÑO

 

El Rebe Moshe Biderman de Lelov nació en 5537 (1777) siendo su padre Rabi Dovid de Lelov, discípulo del vidente de Lublin. Fue alumno de Rabi Ieshaiá de Przedbórz y en su segundo matrimonio se casó con Rivka Rajel, hija del Santo Yid de Peshisja. Los tzadikim de su generación lo veneraban enormemente y hablaban de él en términos extraordinarios. El Ruzhiner, por ejemplo, dijo que, en toda su vida, nunca había visto a un hombre con el corazón roto como Rabi Moshe. Desde 5603 (1843) hasta 5610 (1850), sirvió como rabino en la ciudad de Przedbórz, pero durante toda su vida aspiró a hacer aliá a la Tierra de Israel y expresó su intención de acelerar la redención. A fines del año 5610 (1850), finalmente decidió hacer aliá, se despidió de los grandes líderes jasídicos de Polonia y llegó a la Tierra en el mes de Jeshvan del año 5611 (1850) junto con gran parte de su familia. Después de unos días, enfermó y poco después falleció, sólo setenta y cuatro días después de haber llegado a la Tierra, el 13 de Tevet. Fue enterrado en el Monte de los Olivos, cerca de la tumba del profeta Zacarías.  

 

En vísperas de Rosh Jodesh Jeshvan 5611 (1850), el barco de Rabí Moshe de Lelov ancló frente a la costa de Ako (עַכּוֹ). Con alegría y júbilo, Rabí Moshele descendió a la Tierra Sagrada de la Tierra de Israel, seguido por su séquito y su familia. Se volvió hacia quienes lo rodeaban y dijo en un expresivo tono: “¡Un día por un año, un día por un año!”. Nadie sabía el significado de estas palabras. Nadie imaginaba que el Rebe viviría sólo setenta y cuatro días más en la Tierra, correspondientes a la cantidad de años de su vida, y que esto era lo que quería decir cuando manifestó mientras aún estaba en el extranjero: “¡Los días hablarán!”.

Desde Ako, el Rebe y su séquito viajaron a la ciudad santa de Tzfat, donde fue recibido con honores reales. Mucha gente se acercó para contemplar el resplandor de su rostro, y los jasidim y los líderes de la comunidad le imploraron que se estableciera en su ciudad. En aquellos días, Tzfat era una ciudad llena de eruditos y escritores. Incluso Rabi Shmuel Heller, el distinguido rabino de Tzfat, le ofreció su propia sede rabínica, pero el Rebe se negó incluso a oír hablar de ello: "Porque Dios ha elegido a Tzión; la ha deseado para Su morada", ¡y yo también! Prefirió vivir en Jerusalén, cerca del Muro Occidental, con su deseo de traer al Mashíaj.

Al finalizar Shabat, el Rebe se despidió de todo el pueblo de Tzfat y de sus dignatarios, y después de una breve visita a Tiberíades, la caravana continuó hacia Jerusalén. Todas las súplicas de los miembros de la familia que le pedían al Rebe que descansara y se recuperara un poco del esfuerzo del viaje, que esperara unos días más, fueron en vano. Él los instó a apresurar el viaje, a pesar de que las dificultades del largo viaje le habían hecho mella y le habían debilitado. Cansado y agotado, se dirigió a Jerusalén montado en una mula. Sin embargo, cuando la caravana llegó a las montañas de Jerusalén, estaba completamente renovado y se preparó para la entrada a la Ciudad Santa. Rabí Moshele prometió repetidamente a su séquito que, a su llegada a Jerusalén, llegaría la redención. Realizaría maravillas con la copa de Kidush del Vidente de Lublin, elevaría su voz como un shofar y aceleraría el final. Pero la acción del satán tuvo éxito, y antes de que pudieran entrar por las puertas de Jerusalén, mientras estaban en la Puerta de Iafo, a la entrada de la Ciudad Vieja, la copa del Vidente cayó al suelo y se hizo añicos…

Cuando el Rebe apareció en las puertas de Jerusalén, todos los eruditos de la ciudad salieron a saludarlo, encabezados por los brillantes hermanos Rabí Najum de Shadik y Rabí Iaacov Leib de la familia Levi. La familia le alquiló un modesto apartamento, y todos los que buscaban a Di-s acudían a disfrutar de la sombra de su santidad. Sus seguidores esperaban con ansias la inminente visita del Rebe al Muro Occidental, al pie del Monte del Templo.

Sin embargo, la generación no era digna. Rabí Moshele estaba tan cansado del viaje que no pudo ir al Muro Occidental el día de su llegada a Jerusalén, como había anhelado hacerlo desde el principio. Entonces planeó llegar al Muro Occidental después de descansar durante varios días, pero ya había enfermado el primer día de su llegada. El Rebe estaba muy angustiado por esto, y un día se dirigió a los miembros de su familia y les pidió que llegaran al Muro a cualquier coste.

Él ordenó a sus santos hijos que le llevaran en su cama hasta el Muro. Salieron de la casa hacia el callejón que conducía al Muro Occidental. Pero en ese momento, una lluvia de piedras cayó sobre ellos, arrojada por los residentes árabes del callejón al ver al anciano Rebe acostado en la cama. Las piedras aumentaron momento a momento, y el peligro para la vida del Rebe era tangible. Sin otra opción, dieron media vuelta. El Rebe nunca llegó al Muro…

Ese mismo amargo día, el Rebe Moshele partió de este mundo. Lleno de dolor y abatimiento por el exilio de la Presencia Divina que se le impidió levantarse del polvo, y por su viaje lleno de esfuerzos que había resultado en vano, el Rebe Moshele se despidió de sus hijos y discípulos. Les prometió que estaría al lado de sus descendientes y de todos los que los apoyan en todo momento, y también que, en caso de sequía, si esperaban hasta su iahrzeit - caerían lluvias de bendición. Cuando terminó de hablar, los ángeles del cielo vencieron a los poderosos de la tierra, y él falleció. El Rebe Moshele ascendió en una tormenta al cielo.  

 

La declaración del tzadik “un día por un año, un día por un año”[1] se hace eco del castigo de los espías que rechazaron la Tierra Prometida. En ambos casos, un día en la Tierra equivale a un año fuera de ella, pero aquí Rabí Moshe era como Moisés, el líder y remitente de los espías, que vino a rectificar el pecado de los espías con su gran anhelo y ascenso a la Tierra. De hecho, su conexión espiritual con Moisés era particularmente fuerte. Se dice que Rabí Moshe Eliakim Beria de Kozhnitz afirmó: “Quien quiera reconocer la imagen del Pastor Fiel (Moisés) debe mirar el rostro radiante de Rabí Moshele”.

El principio de “un día por un año” aparece en otra parte de la Biblia, en la época del profeta Ezequiel, quien permaneció acostado de lado durante cuarenta días.[2] Aquí también fue para rectificar los pecados del Pueblo de Israel. Curiosamente, “un día por un año”, Iom LaShaná (יוֹם לַשָּׁנָה) tiene la misma guematria que “verdad”, emet (אֱמֶת), y Ezequiel, Iejezkel (יְחֶזְקֵאל) tiene la misma guematria que Iosef (יוֹסֵף). Estos conceptos están estrechamente relacionados, como se dice de Moisés (el primero en profetizar sobre “un día por un año”), “Moisés es verdad, y su Torá es verdad”. Iosef representa el atributo divino de fundamento, cuya esencia interior es la verdad - el sello del Todopoderoso. Esta conexión también se expresó en hechos concretos, cuando “Moisés tomó consigo los huesos de Iosef”,[3] adoptando en esencia la cualidad interior del atributo de Iosef.

Aunque el profeta Ezequiel vivió fuera de la Tierra de Israel, se puede decir con certeza, basándose en las propias palabras de Rabi Moshe, que los años de un gran tzadik son equivalentes a los días vividos en la Tierra de Israel. Una vez, Rabi Moshe de Lelov escuchó las palabras del Santo Iehudi de Peshisja, quien decía que el éxito, que es una abundancia que llega por medios naturales, es posible incluso fuera de la Tierra. En cambio, la bendición es una abundancia que está por encima del orden natural y pertenece específicamente a la Tierra de Israel, como dice el versículo: “Que Dios te bendiga desde Tzión”. A esto, el tzadik respondió: “Aquel que se santifica desde arriba y desde abajo - incluso el espacio que rodea su cuerpo - para él, la bendición puede producirse incluso fuera de la Tierra de Israel, porque esto también es un aspecto de la Tierra de Israel”.

De cualquier manera, resulta que la Tierra de Israel es la fuente de toda bendición por encima de la naturaleza. Por lo tanto, se puede sugerir una nueva intención para tener durante la Bendición Sacerdotal: cuando los sacerdotes comienzan con la palabra “Que [Di-s] te bendiga”, Ivareja (יְבָרֶכְךָ), se debe tener en mente el versículo: “Que Di-s te bendiga desde Tión”, Ivareja Havaia MiTzion (יְבָרֶכְךָ י-הוה מִצִּיּוֹן), para merecer llegar a la Tierra de Israel.

Asombrosamente, la bendición de la Tierra estuvo una vez más entrelazada para Rabi Moshe con asuntos de “un día por un año”.

 

El jasid Reb Iedidia de Kshonz (Książ, Polonia) viajaba al Gutter Yid [el Tzadik] de Neustadt, hijo del Maor VaShemesh , mientras que su esposa viajaba a casa de Rabí Moshe de Lelov. De vez en cuando, cuando visitaba al Rebe, le pedía que la bendijera con un hijo, pues ya tenía cinco hijas. Aunque una vez escuchó de su santa boca que no podía ayudarla con esto, ella continuó implorándole, con una fuerte fe en los tzadikim.

En una ocasión, el Rebe accedió a bendecirla con una condición: que le diera una suma suficiente para viajar a la Tierra de Israel, y que diera esa suma con el consentimiento de su esposo, Reb Iedidia. Ella estaba muy contenta, pero dijo: “Santo Rebe, tengo miedo, porque es bien sabido que los niños que llegan a través de medios milagrosos a menudo no están completamente bien…”. El Rebe respondió que el niño estaría perfectamente bien, y la mujer viajó a su casa y le preguntó a su esposo si podía darle el dinero de la redención.

Cuando su marido se enteró, le respondió que necesitaba consultar con su Rebe, el Guter Yid. El hombre viajó inmediatamente a Neustadt y le contó a su Rebe sobre las palabras de Rabí Moshe de Lelov y la suma de dinero que estaba pidiendo. El Rebe respondió: “Estoy de acuerdo en que le des el dinero a Rabí Moshe de Lelov, pero con la condición absoluta de que el niño viva una larga vida”. El marido regresó a casa, transmitió las palabras del tzadik de Neustadt a su esposa y le pidió que hablara con Rabí Moshe de Lelov. La mujer así lo hizo, y Rabí Moshe de Lelov le respondió que le prometía que por cada día que él, el Rebe, estuviera en Jerusalén, el niño viviría un año completo. Luego agregó que él mismo vendría a su ciudad de Kshonz para rezar allí.

Cuando llegó a la ciudad, rezó con tanta intensidad que los habitantes pensaron que las paredes de la casa temblaban. Después de la oración, llamó a Reb Iedidia y a su esposa, los honró con whisky y pastel y les deseó: ¡Mazal Tov! Luego agregó que había sido un trabajo difícil este asunto y que con la ayuda de Di-s había tenido éxito. Desde allí, Reb Iedidia viajó a su Rebe, el Guter Yid, y le contó toda la historia. El Guter Yid respondió: "Es cierto que conozco al santo Rabi de Lelov, ¡pero no sabía el gran alcance de su poder en santidad!". El Guter Yid también lo honró con whisky y pastel y lo bendijo con Mazal Tov.

Nació su hijo, el sabio y rico Rabi Ieshaia Kshonzer, de bendita memoria. De hecho, vivió cincuenta y cinco años, pues Rabí Moshele estuvo en Tierra Santa setenta y cuatro días, y en la ciudad santa de Jerusalén vivió cincuenta y cinco días.  

 

 

 



[1] Números 14:34

[2] Ezequiel 4:6

[3] Éxodo 13:19.


 

 


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