Comenzamos observando la tribu de Israel que corresponde a este
mes: Iehudá. Fue el cuarto hijo de Lea; cuando nació su madre dijo: “esta vez
agradeceré a Dios” y lo llamó Iehudá, que significa “dar gracias”. Claramente,
saber cómo agradecer es un elemento del habla rectificada. De hecho, como
veremos, es la primera etapa del proceso triple de corregir nuestro sentido del
habla.
La primera palabra que dice un judío al despertarse por la
mañana es modé, que significa “agradezco”. Es la primera palabra
articulada expresando gratitud al Todopoderoso por devolvernos el alma a nuestro
cuerpo. La oración completa que decimos es:
מוֹדֶה אֲנִי לְפָנֶיךָ מֶלֶךְ חַי וְקַיָם שֶהֶחֱזַרְתָּ בִּי
נִשְמָתִי בְחֶמְלָה. רַבָּה אֱמוּנָתֶךָ
Modé aní lefaneja, Melej hai vekaiam, shehejzarta bi
nishmatí bejemla, rabá emunateja
“Doy gracias ante Ti, Rey Viviente y Existente, por has devuelto
mi alma dentro de mí con compasión. Grande es Tu Fe”
La expresión finaliza con la palabra “fe”, una hermosa alusión
a lo que acabamos de explicar: el habla expresando nuestra fe.
El primer clásico de ética del pensamiento judío es una obra
titulada “Las Obligaciones del Corazón” ( חובת הלבבות , jovat
halevavot). En ella el autor explica que el comienzo de la rectificación de
nuestra moralidad es agradecer. Si una persona no reconoce o agradece el bien
que se le ha hecho, su moralidad no puede ser rectificada.
La palabra modé también puede significar confesar la
verdad. Un corazón no rectificado es el que no reconoce o confiesa que otra
persona tenga la razón, porque siempre siente que debe tenerla. Explican los
sabios, que al darle el nombre a Iehudá, Lea fue la primera en confesar y
reconocer la bondad que se le había conferido. En efecto, la matriarca tenía
espíritu de profecía y sabía que Iaakov tendría 4 esposas y 12 hijos, y por lo
tanto cada una tendría que tener 3 hijos. Pero cuando dio a luz a su cuarto hijo
Iehudá, confesó que tuvo más de lo que merecía.
De hecho, todo lo que recibimos en la vida es más de lo que
merecemos, y por eso debemos reconocer la benevolencia que hay en ello. El
propio Iehuda, fiel a su nombre, es famoso por confesar lo que por lo menos
aparece como una conducta inmoral de su parte, en la historia de su relación con
su nuera, Tamar.6
Cuando rezamos ante Dios, las palabras que decimos son a la vez
agradecimiento, reconocimiento de la verdad y confesión de los errores que hemos
cometido. Como dicen los sabios, el estado ideal del ser es cuando la persona
está rezando a Dios en todo momento del día, y así está expresando estos tres
aspectos del agradecimiento en el habla. El personaje que mejor ilustra este
estado es el Rey David, motivo por el cual sus Salmos conforman la mayor parte
de nuestras plegarias.
Instituto Gal Einai de Israel
Centro de difusión de Cabalá y Jasidut de Rav Itzjak Guinsburgh Shlita
La Dimensión Interior
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