INSTITUTO GAL
EINAI
La
dimensión Interior
Disertante: Dr. Jaim Frim
Clase número 21
06
de mayo de 2010
Shalom
alejem¡
Bienvenidos
a Eretz Israel¡
Acabamos
de escuchar el nigun del Baal
Shem Tov
cantado por el Rav Ginsburgh. El texto que figura en la kupá
tzedaká: “Ten Tzedaká bejol Iom letzarez haGueuláh.” “Da
Tzedaká
todos los días para acelerar la redención.”
La
Tzedaká es una mitzvá
que
puede hacerse las 24 horas del día, -salvo en Shabat
o en
Iom Tov-,
días en los que no se toca el dinero.
La
Tzedaká se acompaña con las siguientes palabras:
“Grande
es la Tzedaká que salva de la muerte, grande es la tzedaká que
acerca la redención.”
Lejaim!
Lejaim!
“Bendito
eres Tú nuestro Dios, rey del universo, que todo creó con Su
palabra”
Esta
bendición es muy adecuada al estudio que vamos a realizar a
continuación. En la clase pasada vimos cómo a través de Su
palabra, HaKadosh
Baruj Hu
creó todas las cosas que existen. Todas las palabras que están en
la Torá en forma revelada y en forma oculta, están escritas en
Lashon
HaKodesh, la
lengua con que
Hakadosh Baruj Hu
creó el universo:
- cosas que todavía no han sido dichas.
- cosas que HaKadosh Baruj Hu dice constantemente.
La
Torá fue dicha por Hakadosh
Baruch Hu
en una sola vez, en un solo sonido que no todos podían comprender
pues los oídos humanos no eran capaces de percibirlo. Luego, ese
sonido fue desglosándose en los Diez Mandamientos.
En
los Diez Mandamientos hay 613 letras. Cada una de ellas corresponde a
uno de los preceptos. Posteriormente, los Sabios agregaron siete
preceptos más. Hay quien dice que son los siete preceptos de
rabanam,
de los rabinos. Uno de esos preceptos es la bendición antes de
ingerir los alimentos.
En
la Torá está ordenado bendecir a Dios después de comer, como está
escrito: Beajalta
besabata uberajta et HaShem elokeja,
“y
comerás y te saciarás y bendecirás a HaShem tú Dios”,
pero no está escrito que hay que bendecir antes de comer o beber.
Todas las bendiciones que decimos antes de cumplir una mitzvá,
antes de alimentarnos, son instrucciones de los jajamim,
y fueron hechas de forma explicita hace dos mil años. Si embargo,
la Torá, -escrita y oral, y su parte oculta- e incluso este libro
del Tania, todo lo que está escrito, fue dicho en ese único grito
en el Sinaí, y posteriormente transmitido hasta llegar a nuestros
días.
Lo
que estamos leyendo ahora, fue dicho a Moshé en distintos niveles de
revelación, -más conscientes, menos conscientes- y fueron reveladas
a través de todas las generaciones. Todas las (cada vez más
grandes) revelaciones que hubo a través de los tiempos, tienen el
propósito de iluminar la oscuridad del exilio que cada vez es más
grande, más espesa, más insoportable... HaKadosh
Baruj Hu
es quien nos envía la parte oculta de la Torá que son las aguas
frescas, el alimento para nuestra alma. Dijo Dios: “la
Torá nueva de Mí va a salir”.
Revelamos la nueva Torá revelando las distintas palabras y los
distintos sentidos que tienen aquello que vamos estudiando.
La
nueva Torá no es un nuevo testamento, ni cosa alguna escrita fuera
del judaísmo ni de la ley de Moshé.
La
nueva Torá son nuevas revelaciones.
Podría compararse con una persona que de repente ha rejuvenecido y
ha hecho Teshuvá;
se la ve como una persona nueva. Lo que ha cambiado es que ha
revelado su alma dentro de sí mismo; pero no deja de ser la misma
persona. Cuando la luz que está oculta dentro de cada uno de
nosotros sale afuera, hace que se nos vea como personas nuevas; y así
también ocurre con la Torá y con los actos que realizamos.
A
veces nos dedicamos a actividades que con el tiempo van perdiendo su
encanto, se van haciendo rutinarias. Sin embargo, las vemos como algo
nuevo cuando descubrimos en ellas nuevos matices. Eso no significa
que haya cambiado algo de lo que había antes, sino que se ha
revelado lo que estaba oculto. A esto se refiere la frase “una
Torá nueva saldrá de Mí”. El
verdadero Mashiaj, la verdadera redención y la verdadera revelación
de la voluntad y el placer de HaKadosh
Baruj Hu,
es ver cómo somos felices regocijándonos con Sus palabras, con Su
creación. Éste Sháar
HaIujd VeHaEmuná
que estamos estudiando, es una meditación acerca de las cosas que
vemos con nuestros ojos materiales que HaKadosh
Baruj Hu
creó. Al descubrir quién es el Creador y lo que hay dentro de cada
cosa, las vemos como nuevas.
Muchas
veces, los científicos tienen la sensación de novedad cuando hacen
un descubrimiento. Por ejemplo, toman una piedra e indagan en el
interior y van profundizando en los conocimientos. Se trata de una
bella experiencia que viven aquellos elegidos que han estudiado
ciencias y han podido hacer experimentos en laboratorios. Más tarde,
cuando vuelven la mirada hacia el exterior, ven las cosas de una
manera completamente diferente.
En
otro orden de cosas, aunque en la clase anterior ya nos dedicamos a
ver la sabiduría de la combinación de las letras, hoy continuaremos
profundizando en esta clase. Sin embargo, quiero ir avanzando el
estudio del libro de Tania para que lo vayan percibiendo de una
manera más concreta y profunda.
Todo
lo que estuvimos leyendo hasta ahora tiene que ver con las noticias
que recibimos del mundo acerca de las personas que quieren apropiarse
de la Torá, y quieren ser representantes de Dios en la tierra, de
manera, -podríamos decir-, “ilícita”.
Evidentemente, Dios creó un mundo y puso al hombre para que lo
cuidara y lo refinara. El hombre tiene ideas porque Dios lo dotó con
la inquietud de descubrir, de meditar, de pensar, de indagar, de
viajar, de buscar cosas nuevas.
Espero
que nuestras clases les sirvan como inspiración y los ayude a
desinstalarse de la costumbre. Cuando se sale de la rutina, se repara
en las novedades y se restablece el acto de pensar. Pueden surgir
ideas correctas o incorrectas porque lo bueno y lo malo están
mezclados en este mundo y la gente no sabe exactamente cuál es el
camino correcto; sin embargo, éste es el encanto de nuestro mundo
porque a diferencia de los mundos superiores, en estos no existe
ninguna incertidumbre; la incertidumbre tampoco existe en el reino
animal ni vegetal. Los seres humanos tienen una infinidad de
direcciones qué eligir, y actuarán en la vida de acuerdo a la
intuición y al razonamiento individual. No obstante, una mente no
refinada puede llevar a la duda, y en general, a tomar decisiones
equivocadas.
- De lo anteriormente dicho se desprende que, aquello que se dice y se quiere realizar, debe contrastarse con las instrucciones que HaKadosh Baruj Hu dio para que los enviados culminen la tarea encomendada.
Sheliaj:
Hay muchas acepciones para traducir esta palabra.
Por
ejemplo,
un ángel es un sheliaj
y
el que
cumple una misión es un misionero. No tiene nada de malo ser un
enviado, un misionero o un mesiánico- pero todos estos adjetivos se
están utilizando con un sentido incorrecto en nuestra época.
Vivimos en un mundo en donde la mentira se repite tanto que adquiere
el valor de verdad, especialmente cuando se utilizan términos de la
Torá para referirse a algo contrario a ella. Para quitarles (a los
términos) ese tinte idólatra o “extraño”
con que se han ido tiñendo durante todos estos miles de años del
exilio, nos gusta utilizar palabras hebreas para definir determinados
conceptos.
Está
prohibido pensar o decir según qué palabras cuando se enseñan las
cosas sagradas. Por ejemplo, cuando a un niño se le enseña a
ponerse los tefilim
תפילין
.
Los tefilim
de la cabeza son una caja cuadrada con una base y unas tiras de
cuero. Dentro de la caja hay pergaminos de cuero de vaca o de otros
animales kasher,
llamados klaf
en hebreo, que son tratados de tal manera que puede escribirse sobre
ellos. Tienen mucha resistencia al tiempo y una calidad especial. Se
utilizan para escribir palabras de Torá. Los judíos nos ponemos los
tefilim
(filacterias en español) en la frente y sobre el brazo.
Cuando
alguien no sabe cómo ponerse los tefilim,
se le muestra cómo hay que hacerlo y cómo no. A veces, se toma el
nudo de cuero y se dejan colgando, y se dice que “eso
no hay que hacerlo”.
Podemos ver este sistema de enseñanza en la parashá
shmini.
Allí se nos enseña cuáles son los animales kasher,
las señales de las bestias y los pescados, y también, a fin de
evitar dudas cuáles son los animales que no kasher.
En
la misma línea de explicación, la Torá también contempla dos
aspectos: los preceptos positivos y los preceptos negativos.
Aparentemente, sería suficiente referirnos a los preceptos
positivos, pero está escrito: “Aléjate
del mal y haz el bien”.
Hay que hablar de lo que no se debe hacer, y por eso nos referimos a
estas palabras.
La
palabra “cristo” en griego significa Mashiaj. Mashiaj viene de la
palabra meshijá,
leamishij
que significa “ungir” a los reyes del pueblo de Israel. Mashiaj
es un rey porque el profeta toma el aceite de un cuerno y lo vuelca
sobre la cabeza de aquél. Eso se llama shemen
hameshijá,-
el aceite de la unción-. No significa que cualquiera que sea ungido
con aceite es Mashiaj, ni que todo el que tiene un cuerno de aceite
en su mano tiene la autorización para ungir. Todas las leyes están
escritas en la Torá. Diariamente, tenemos que contrastar las
actividades que hacemos con las instrucciones que nos han sido dadas
para realizar nuestro trabajo en el mundo. Aunque no entendamos el
porqué, si los jajamim
indicaron que no debemos realizar algo, es debido a un motivo cierto
y justificado, y no sólo para protegernos a nosotros sino también
para proteger la palabra de Dios. Lamentablemente, los jajamim
son denigrados en ocasiones y algunas personas dicen que los
preceptos son inventos; dicen que el Talmud,
la Guemará, Shuljan Aruj
donde están escritos todas las leyes son una invención de la mente
humana. Sin embargo, hay una mitzvá
positiva en la que se ordena a los sabios de la Torá que la cerquen.
Dentro de los 613 preceptos hay una serie de reglas y medidas que no
están escritas en forma literal pero que son puestas con el samjut,
-con la autorización de la Torá-, y que dicen “haz
un cerco a la Torá”.
Cuando
uno transgrede uno de los preceptos, bien sea positivo o negativo,
es considerado culpable y debe de ser castigado con el grado de
castigo que corresponda al tipo de transgresión. En cualquier caso,
transgredir un precepto de la Torá, además de ser una transgresión
física, produce un alejamiento de la persona de su fuente
espiritual, de esa fuente que es el origen de su shlijut,
de su cometido aquí en la tierra. El transgresor pierde su vitalidad
al alejarse de la fuente y empieza a perder la bendición que lo
provee de lo necesario para cumplir su cometido. Incluso, puede darse
el caso que la separación venga desde sus antepasados. La persona
necesita volver en Teshuvá
para
reparar todos los actos que le impiden su conexión con su origen y
para volver a un estado de pureza original.
Los
jajamim
en su sabiduría establecieron un cerco para evitar que las personas
transgredan determinadas órdenes y leyes de la Torá. Se trata de
una protección que corresponde a leyes extras que se llaman “leyes
de
rabanam”,
-las leyes de los sabios-. Los sabios nos explican cómo se cumple
cada precepto, y agregan otras cuestiones para que no caigamos dentro
de un pozo. A modo de analogía podemos mencionar a la persona que
está construyendo algo o que tiene posesiones preciadas; ella forma
un cerco en rededor para que aquello no sea robado o para que la
gente no se acerque a su propiedad. Por otro lado, imaginémonos a
alguien que excede un poco el límite de velocidad; a simple vista no
parece tan malo. Sabemos que dentro de la recomendación está
convenido que el auto puede ser dominado por el conductor hasta
cierta velocidad; en cambio, una vez superada ésta, es más difícil
que ante cualquier contratiempo el conductor pueda hacerse con el
control del vehículo. Esto último tendría como consecuencia,
ocasionar un accidente que podría herir al propio conductor pero
también, a otras personas. La prevención, en estos casos
significarían hacer un cerco para proteger. Estos cercos que nos
ponen los jajamim
sumados
a los
preceptos que están escritos en la Halajá,
son ordenados directamente por HaKadosh
Baruj Hu
quien dio fuerza a los Sabios para que nos indicaran cómo
conducirnos por la vida; como está escrito en Pirkei
Avot
que:”Moshe
recibió la Torá en Sinaí y se la paso a Iehoshua, y a los sabios,
y a los profetas, a los hombres de la Gran Asamblea y así hasta
nuestros días”.
Para
saber si lo que estamos haciendo es correcto, debemos estar en
contacto con los jajamim
que siguen la tradición directa de Moshé.
Los
jajamim
a los que hacemos mención, no
tuvieron nunca la tentación de seguir su propio razonamiento, por
más que aparentemente priorizar el razonamiento propio pudiera
parecer algo correcto. El solo hecho de inventar algo que no tenga su
base en la Torá, aunque sea algo que aparentemente parezca bueno,
seguramente tiene la raíz en el Ietzer
Hará
y en la impureza, porque sencillamente, todas las cosas buenas que
hay en este mundo están escritas en la Torá.
Como
yo, muchas personas vienen de caminos un poco alejados de la Torá;
entonces, debemos tener en cuenta todo lo que ya hemos explicado. A
medida que se va avanzando en el estudio de la Torá y nos vamos
instruyendo en la conducta de los verdaderos jajamim,
vemos que tienen razón.
Continuamos
estudiando el capítulo primero del Sháar
HaIjud VeHaEmuná,
vamos a agregar algún que otro comentario.
Ahora
bien, aunque el nombre éven
{אבן}(“piedra”)
no es mencionado en las Diez Aserciones registradas en la Torá.
Habíamos
dicho
que este capítulo comienza con un Parsuk
de la Torá que dice:
“Sabe
este día y llévalo en tú corazón, que Dios (Havaia) es el
[poderoso y justo] Señor (Elokim) en los cielos arriba y sobre la
tierra abajo; no hay otro”
Esto
necesita una explicación, ¿cómo puede ser que a alguien se le
ocurra que arriba en los cielos y abajo en la tierra pueda haber otro
que no sea HaKadosh
Baruj Hu?
Todo
fue hecho por la palabra de Dios, y no sólo hizo todas las cosas,
sino que constantemente Las está haciendo. En castellano no hay un
verbo que describa que “alguien” le haga ser a “alguien”
porque la persona “es”. Se trata de una limitación del lenguaje
debido a que el castellano carece de esa parte de la Lengua Sagrada
que es hacer “ser”. En castellano diríamos hacer, pero sólo
referido a las cosas materiales. Sin embargo, Dios hace ser, hace
existir todas las cosas constantemente, a tal punto que en realidad
todo lo que existe es también parte de Él. A pesar de que nos
sintamos entidades separadas de la divinidad, que nos percibamos
separados del prójimo y del resto de la naturaleza, somos en
realidad un reflejo o resplandor, una pequeña chispa de una llama
general de la luz infinita y de la esencia de Dios.
sin
embargo, fuerza vital fluye a la piedra [desde ellas] por intermedio
de combinaciones y sustituciones de [sus] letras
De
la combinación de las esas letras, se crean todas las demás.
Si
decimos que todas las palabras, todas las combinaciones de letras
provienen de las Diez Aserciones, en éstas tendrían que estar
incluidas las 22 letras del alefbet. Sin embargo, no es así. En esos
seis días de la creación hay 21 letras. La letra samej
no existe.
Como
norma general, la Cabalá
se refiere al proceso siguiente al tzimtzum,
y el Jasidut,
el nivel en que nos encontramos nosotros que es la revelación de la
revelación de la Torá, es el aceite del aceite, es un nivel de
refinamiento muy especial. El aceite de oliva que se utiliza en la
menoráh,
en la lámpara del Beit
HaMikdash,
es un concepto de refinamiento, tiene que tener una pureza muy
especial, y es utilizado con cuentagotas.
En
general, hay cuatro tipos de alimentos:
- Uno es el nivel de lejem, -pan-, que se refiere a todos los alimentos en general.
- El segundo es el nivel del agua.
- El tercero es el nivel de aceite común.
- El cuarto es el nivel del aceite super-refinado.
La
palabra escrita de la Torá es comparada con el pan, por eso está
escrito “no
sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de
Dios”.
Esta frase fue utilizada por otras religiones, pero es un versículo
de la Torá escrita. El pan es comparado con la parte revelada de la
Torá, y el agua – es el otro nivel superior de revelación- pero
sin estar todavía dentro de los secretos ocultos, es la parte que se
puede inferir. Luego viene el aceite que se llama razim,
la parte secreta tal cual es la Cabalá;
y después viene razim
de razim,
los secretos de los secretos, el aceite super-refinado que es el
aceite de esa vasija que los cohanim
encontraron en Januká.
Ese
aceite
no
fue impurificado por los griegos y con él empezó a prender la
menoráh [del
Templo].
El aceite super-refinado es el Jasidut;
es la parte más oculta y se refiere a todos los secretos que
sucedieron antes de la contracción inicial; se refiere a la luz
infinita y a la esencia de Dios.
Las
21 letras (falta la samej)
que hay en los primeros seis días de la creación se combinan, y es
en la segunda parte del relato de la creación que es maasé
merkabá,
que se utilizan de nuevo las 21 letras pero en este caso incluyendo
la samej
y
omitiendo
la
ayin.
Estos dos secretos de “la creación de todas las cosas” se
completa cuando se juntan el “maasé
bereshit”
y el “maasé
merkabá”a
través de la combinación de letras,
el secreto con el secreto de los secretos: Cabalá
y Jasidut.
Se puede decir, que a fecha de hoy hay gente que todavía no
entiende la Cabalá
verdadera.
Hoy
hablé con una pareja israelita que vinieron a consultar unos temas.
Son personas que no están en contacto con la Torá, pero que conocen
las ciencias orientales, acupuntura, etc. y les dije que enseñaba
Cabalá
por internet; me preguntaron que cómo era eso, que si no me dedicaba
a la Torá. En Israel también hay bastante confusión en relación a
la Cabalá.
Tanto la Cabalá
como el Jasidut
son parte integral de la Torá. Cuando se despegan o desvinculan de
la Torá y de todas sus partes, pierden la vitalidad y se desvanece
en ellas ese resplandor, esa luz que necesitamos en nuestros días
para poder seguir trabajando sin confusiones y seguir haciendo lo que
corresponde.
La
combinación en dos lugares de las 22 letras del alefbet
produce 231 portones
“doscientos
treinta y un portones”, sean en orden directo o inverso,
Cada
portón es alef-bet,
alef-gimel,
y así la combinatoria de todas las letras. Y así como hay alef-bet,
hay bet-alef,
como se explica en el Sefer
Ietzirá.
Tengo
la impresión de que si hacemos un curso sobre Sefer
Ietzirá
descubrirán cosas muy interesantes.
Los
jajamim
pusieron
muchas
restricciones para enseñar Torá a los no judíos. Cada uno tiene
que estudiar lo que le fue ordenado, es decir, aquello que necesita
para cumplir su cometido en este mundo. El Rebe
de Lubavitch
y a continuación, el Rav
Ginsburgh,
explicaron cómo hay que enseñar mediante el Jasidut.
Aclaramos
especialmente que,
hay
cosas que son para los judíos y otras que no. Sin embargo, toda la
enseñanza es apta para todas las personas, es más, no sólo apta,
sino casi obligatoria para toda la humanidad de nuestra época.
Esperamos que cualquier persona, al margen de la condición de judío
o no, se acerque y estudie con nosotros todos los temas que
proponemos.
Los
jajamim
se cuidaron mucho de limitar la enseñanza por temor a los efectos
negativos que ésta podría producir en la mente de aquellas personas
no preparadas; se podría dar pie a malas interpretaciones, generando
conceptos equivocados en las cabezas propias. A pesar de estas
medidas, durante miles de años se crearon religiones que llevaron
esas enseñanzas sesgadas y adulteradas a todo el mundo, y que
evidentemente, más que refinamiento produjeron confusión.
Lo
que nos debe quedar claro es lo que corresponde hacer a cada persona.
La Cabalá
y el Jasidut,
tienen que ser estudiados incluso antes de nacer. Cuando la madre
está embarazada tiene que estudiar Jasidut
y Cabalá
y tratar de que ese sentimiento, esa inspiración que ella recibe
llegue a su hijo que tiene adentro; entonces, no hay restricciones de
edad. La restricción no es par la persona que recibe la enseñanza;
simplemente se trata de que, quien brinde la enseñanza conozca las
restricciones que debe aplicar cuando transmita los conocimientos
para que el receptor la reciba como alimento, información, enseñanza
útil sin desviarlo del camino.
En
realidad, todos los países están dispuestos a ser felices, a
compartir la riqueza, a vivir en paz, en democracia,- democracia es
una palabra que no me gusta mucho-pero vivir respetando el derecho y
la voluntad del otro. Evidentemente, los gobernantes que tenemos no
están aptos para administrar el mundo; ocurre lo mismo con la
Cabalá.
El problema de la Cabalá
no es la gente que a ella se acerca con inocencia y buena intención,
con ganas de conectarse con Dios, sino las personas que la
transmiten, la forma en que se estudia y los contenidos que se
enseñan.
Nuestro
trabajo en esta generación es preparar a la gente para recibir al
Mashiaj y como dice el Rebe
“para
recibir al Mashiaj, la llegada de la redención, no hace falta más
que abrir los ojos”.
Siempre volvemos al comienzo.
Al
principio de la clase decíamos que la Torá nueva es descubrir las
cosas inéditas que hay dentro de lo que ya existe. Por eso está
escrito: “No
hay nada nuevo bajo el sol”.
Bajo el sol está la creación, todo lo que Dios creó en este mundo.
Sin embargo, hay cosas nuevas por encima del sol. Ésta es una
interpretación jasídica de un dicho de Shlomó
HaMelej del Mishle,
-Proverbios-. Más allá de las cosas materiales que vemos, hay
mundos y revelaciones que en esencia están incluidos dentro de
nosotros, y a eso se refiere ir más allá del sol, más allá de lo
que está revelado bajo la luz del sol. Pero también hay cosas que
están oscuras, traducidas como pensamientos confusos o estupidez,
como la luz que viene de la oscuridad; ahí es donde vemos una
ventaja de la sabiduría frente a la intelectualidad. La luz es
comparada con la sabiduría que proviene de la esencia de Dios, y el
intelecto está comparado con la oscuridad.
El
intelecto está conformado por los tres niveles del pensamiento,
jojmá,
biná y dáat,
-sabiduría, entendimiento y comprensión-, y el camino de Jabad
es refinar y revelar los secretos de la Torá a través de la mente.
Cuando el intelecto es utilizado para elementos que no tienen que ver
con la Torá, se manifiesta la estupidez, pero cuando el intelecto
está conectado con la verdadera sabiduría de Dios, la revelación
que obtenemos del inconsciente, del keter,
de la parte espiritual, proviene de la oscuridad, de esa oscuridad
que es el origen de la luz.
Lejaim!
lejaim!
Y
así es en todas las cosas creadas en el mundo.
Los
nombres [de todas las criaturas] en la Lengua Santa son las
mismísimas letras del habla que descienden de grado en grado, de las
Diez Aserciones registradas en la Torá, por intermedio de
sustituciones y transposiciones de letras a través de los
“doscientos treinta y un portones”, hasta que alcanzan una
particular cosa creada y se invisten en ella, dándole, de ese modo,
vida.
El
significado de la palabra “descender” a veces no es entendido de
forma correcta. En hebreo se dice hamshajáh,
המשכה,
significa que proviene de la esencia de Dios, de la luz infinita y
que va descendiendo. Esa luz se va contrayendo e invistiendo en
recipientes cada vez más opacos, más gruesos, y va disminuyendo la
luz que hay en el interior de ellos. La vitalidad siempre tiene que
estar adentro. Incluso en lo más malvado que existe en el mundo, hay
una pizca de verdad, una palabra, un punto verdadero que le da la
fuerza para existir.
Hamshajáh,
quiere decir leamshij,
-continuar-; como ya mencionamos anteriormente, continuar la
tradición, continuar algo desde un origen de tal manera que no se
distorsione en el camino, la vitalidad que HaKadosh
Baruj Hu
transmite a las cosas desde Su esencia, que llamamos “hablar”.
“Bereshit
bará Elokim, bereshit,
בראשית,”
comienza con las letras
bet, resh alef
que quiere decir “crear”. En castellano se dice “crear” y el
verbo, ברא,
bará,
en infinitivo libró,ליברא,
les recordará al sustantivo “libro” en castellano. Curiosamente
al pueblo judío se lo conoce como “el pueblo del libro”.
Suponemos que nos denominan así porque sabemos escribir muchos
libros; pero en realidad “el libro” se refiere a la Torá, el
libro con que HaKadosh
Baruj Hu bará, es
decir,
creó todas las cosas que existen.
Cada
palabra que leemos en Jasidut,
tiene muchas enseñanzas y niveles de interpretación, y cada vez que
la releamos, emergerán de ella nuevos significados que se conectaran
con los anteriores. Lo más milagroso de este tema, es que por más
que agreguemos significados y enseñanzas en distintos niveles y de
distintos orígenes, al final todo se concentra en lo mismo, todo se
reconcilia armando un rompecabezas donde cada una de las partes tiene
su lugar.
[Este
descenso es necesario] porque las criaturas individuales no pueden
recibir la fuerza vital directamente de las Diez Aserciones de la
Torá mismas, pues la fuerza vital que emana directamente de ellas es
mucho mayor que la capacidad de las criaturas individuales.
Ellas
pueden recibir la fuerza vital sólo cuando esta desciende y es
disminuida progresivamente,
Creo
que dimos una clase sobre la fotosíntesis, en biología, conectada
con la sefirá
de biná.
La
fotosíntesis es una parábola de cómo la luz infinita de Dios se
inviste en este mundo. La fotosíntesis es el secreto de la vida en
este planeta. El sol se inviste en la hoja y la energía del sol, la
luz que en este caso está representada por las partículas que se
llaman fotones, ingresan en la planta. La luz es captada por una
molécula que se llama clorofila, situada especialmente en las hojas
verdes; todo lo que se verde en la naturaleza es clorofila. La
clorofila está dentro de las células vegetales y capta los fotones
transformándolos en energía química.
Esto
es para explicar determinados conceptos importantes a dominar como es
hitlabshut,
התלבשות,
algo que se inviste dentro de otra cosa, como el alma se inviste
dentro del cuerpo.
Esa
clorofila hace que el dióxido de carbono, CO2,
-Carbono con número atómico 6, y el oxígeno que tiene número
atómico 8, (como son dos 1os oxígenos es 16); la suma del carbono
más el oxígeno es, 22. Esto es lo que absorben las plantas pero
debemos agregarle el agua H2O,
-el
hidrógeno de número atómico 1, que son 1 x 2 = 2 más 8 del
oxígeno es, 10.
- 22 + 10 = 32
En
el Sefer Ietzirá está escrito que HaKadosh
Baruj Hu
creó todas las cosas a través del alefbet
netivot jojmá,
32
senderos de sabiduría,
y el Arizal
explica que esos 32 senderos son las 22 letras del alefbet y las 10
sefirot.
La
luz del sol no puede crear comida directamente, pero se inviste en la
clorofila tras viajar a través de 10 millones de kilómetros. Ésta
es la fórmula general a pesar de que participan otras enzimas, etc.…
la fotosíntesis une estas moléculas de dióxido de carbono y de
agua para formar una molécula, C6H12O6,
más
una molécula de oxígeno O2.
El oxígeno que respiramos proviene en su totalidad de este proceso,
un total de 26 átomos, y esto significa que para igualar la ecuación
necesitamos 6 moléculas de CO2
y 6 de H2O.
6CO2
+ 6H2O
=
C6H12O6
+
O2
No
sólo nos da el alimento sino que nos da también el aire.
Esta
molécula, C6H12O6,
que
resulta es la glucosa.
Dentro
de las moléculas orgánicas derivadas del carbono más del 95% son
glucosa; la forma geométrica de los enlaces de glucosa es un
hexágono. Esto tiene que ver con el secreto del hexágono del Maguen
David.
Cuando
nos alimentamos absorbemos glucosa, y en nuestro cuerpo se produce la
reacción contraria. Lo combinamos con oxígeno, -combustión-, que
produce calor y proviene de la esencia del sol en lo alto. Al romper
estas moléculas se desprende la energía y se transforma en energía
electroquímica que hace mover nuestro organismo. Todo lo que sucede
en nuestro cuerpo es un intercambio de energía, de esa energía que
vino inicialmente del sol. La ciencia escribió libros explicando
estos procesos que llamamos hamshajáh
hitlabshut,
una continuación de la luz que viene de arriba que va produciendo
procesos invistiéndose dentro de las cosas materiales.
Por
eso en el Tania, trae un Parsuk
que dice shemesh
umagen havaia Elokim,
así como el sol tiene su escudo, Elokim
(la naturaleza) es el escudo del sol; y a continuación trae la
parábola de cómo la luz del sol sale del sol para investirse y
crear los mundos. La luz infinita de Dios crea todas las cosas
creadas y les da vida constantemente.
Está
escrito: “Nichnas yain, yatza sod” “Entra
el vino y sale el secreto”.
Sod
es secreto, y el secreto que sale de la boca cuando comemos y tomamos
hidratos de carbono: lamed
bet metivot jojmá????,
los 32 senderos.
Haciendo
el recuento de la molécula de glucosa que es 96. 96 es 70 + 26,
observamos que ese valor coincide con la guematria de la palabra sod
Havaiá (sod = secreto).
Dentro de la molécula de glucosa está encerrado el secreto de Dios
-el secreto de Dios para temerlo y para aquellos que Lo temen-, de lo
que se desprende que los temerosos de Dios son capaces de recibir el
secreto de Dios; especialmente el secreto de esa luz infinita que se
inviste a través de todos los mundos descendiendo por las diez
sefirot, y que se invisten en las letras para crear todas las cosas
que existen.
Si
se hace lejaim
con agua, se hace lejaim
con las diez sefirot, ya que el agua son 8+2=10; si se hace un lejaim
con vodka que es agua (valor atómico 10) con alcohol (valor atómico
26 C2H6O),
inferimos que
lejaim
son las diez sefirot junto a Havaia,
es decir, al hacer un lejaim
se ingiere divinidad. Lejaim!
lejaim!
Cuando
el alcohol sube al cerebro, se eliminan las facultades racionales y
los secretos de la Torá empiezan a vislumbrarse. La influencia del
mundo material va desapareciendo y los secretos del interior, del
alma, comienzan a desvelarse. Cuando la persona ingiere alcohol, su
organismo lo descompone en sus componentes iniciales. Los valores 22
y 10 salen por la boca al exhalar el aire que previamente se inhala
al respirar; entonces, “cuando
entra el vino sale el secreto”.
Por supuesto es una parábola. En realidad, cuando una persona se
emborracha de la sabiduría de la Torá, no necesita tomar alcohol,
simplemente, entra en un estado natural donde las cosas de este mundo
quedan diluidas.
Pero
continuando con nuestra parábola basada en los procesos químicos,
podemos preguntarnos, ¿de dónde viene este alcohol? ¿Alguna vez
hicieron jugo de uva o fermentaron trigo o algún hidrato de carbono
para hacer una bebida alcohólica?
Baruj
HaShem,
¡qué HaKadosh
Baruj Hu
nos cuide y podamos tomar alguna medida necesaria! Hay mucha gente
enferma por esto.
Las
levaduras también transforman el azúcar en alcohol y ese alcohol
provine, por tanto, del azúcar. El azúcar es 96, si restamos 70 que
es el secreto, se consigue obtener el secreto de Dios. Hoy sólo
quiero calentarles un poco el corazón y la mente. Hay cualidades
sentimentales en el corazón y esas cualidades están investidas en
la mente. Cuando las cualidades del corazón se despiertan sin el
control de las cualidades de la mente, son los instintos manejados
por el Ietzer
Hará;
pero cuando se combinan con los sentimientos de la mente, -amor,
bondad, temor-, y están dirigidos a HaKadosh
Baruj Hu,
se transmiten a los sentimientos y éstos también trabajan.
El
amor y el temor, son dos sentimientos opuestos; son las cualidades
internas de dos sefirot que se llaman jesed
y guevurá,
-bondad y rigor-. Jesed
es la parte derecha del árbol de la vida. El amor es la cualidad
interior de jesed,
de modo que cuando se hace un acto de bondad, se está demostrando el
amor que uno tiene en el interior, amor que viene de su inclinación
al bien. Está escrito que HaKadosh
Baruj Hu
es todo bueno, y de Su bondad se produce el jesed,
siendo
ahava,
אהבה
la
cualidad interna (estado espiritual) de jesed. En la parte izquierda
está la guevurá,
גבורה,
que es el rigor, cuya cualidad interior es la iráh,
יראה,
el temor. Ambas son cualidades opuestas pero necesarias para poder
conectarnos a Dios. Ahava
veIráh: si
la persona que no tiene iráh, no tiene el temor a Dios, tampoco
puede tener ahavá.
Tanto
jesed
como ahavá
vienen de la cualidad infinita del bien que hay inherente en Dios,
pero también gevurá viene del bien. El jesed
está interincluido, lo que en Cabalá se llama hitkalelut,
היתכלות,
que es el secreto de la sefirat
HaOmer, es decir,
que cada una de las sefirot
está interincluida con todas las demás sefirot.
- Cada una de las sefiras tiene dentro de sí una combinación de todas las demás sefirot. Cuando las dos sefiras -guevurá y jesed- funcionan juntas, hay un verdadero amor y un verdadero temor.
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