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lunes, 14 de octubre de 2024

5785 BERESHIT - SUCOT

BS"D


01 BERESHIT 

  בְּרֵאשִׁית

 Génesis 1:1 - 6:8     Haftará: Samuel I 20:18-42



SUCOT

סֻכּוֹת 




 

MATERIAL DE ESTUDIO

 DE GAL EINAI

 

 

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UNA PROFECÍA DE “Y YO CONFIARÉ EN TI”

 19 Kislev 5784 - Diciembre 2023



https://www.youtube.com/shorts/aIEcrzbAR9o

 

(de la reunión jasídica del 19 de kislev 5784 – noviembre 2023)

Hay muchos que nos odian, pero el nombre aceptado de Amalek hoy verdaderamente se llama Jamás, חמאס, de guematria 109: ואני אבטח בך, “Vaani evtaj baj”, “Y yo confiaré en Ti”. [Salmo 55:24]

Todo el que dice esas palabras elimina un terrorista de Jamás.

Si estás aquí, eres director de una ieshivá o das una clase, cuando dices “Y yo confiaré en ti”, tienes que eliminar uno de los líderes de Jamás. Pero a veces le toca en suerte a alguien simple que también golpeará directamente al líder de Jamás, de la serpiente.

Que se cumpla “ella aplastará su cabeza” [Bereshit 3:15]

 

BENDICION SACERDOTAL EN SUCOT

 

CIERRA LOS OJOS Y DÉJATE LLENAR DE LUZ DIVINA PURA

 

 


https://youtu.be/IL25Htws01E

 

 

 

LECTURA DE LA TORÁ DE 5 DÍA DE SUCOT

70 OFRENDAS DE TORO

PARA ELEVACIÓN DE LAS 70 NACIONES DEL MUNDO

 

 


https://youtu.be/JWKoJ58T-pY

 

EN SUCOT EL LULAV Y SE AGITA HACIA LOS 6 PUNTOS DEL ESPACIO PARA VENCER Y PURIFICAR LA REALIDAD



https://youtu.be/t4WeS83V8pk

 

BENDICIÓN DE LOS ALIMENTOSEN LA SUCÁ



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JOL HAMOED SUCOT POR LA MAÑANA

Israel 22 octubre 2024



https://www.youtube.com/shorts/XuXWpmbV6k0?feature=share

 

 




*Una Historia Jasídica para Despedir al Shabat*

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*_Es costumbre contar una historia jasídica sobre el Baal Shem Tov al terminar Shabat por la noche en una comida de Melavé Malká, acompañando a la Reina, el Shabat_*

 

*_Una segulá para un buen sustento, para tener hijos y tener satisfacciones de los niños, para una vida buena y larga y para salud_*

 

🍯 🍯 🍯 🍯 🍯 🍯

 

SIMJAT TORÁ EN LA CASA DE ESTUDIOS DEL BAAL SHEM TOV

El Baal Shem Tov y sus discípulos bailaban con devoción alrededor del Sefer Torá durante muchas horas. Estaban llenos de alegría en honor a la festividad de Simjat Torá. Durante el baile, se rompió una sandalia de uno de los discípulos, que saltaba y bailaba con alegría. Como resultado, dejó de bailar con sus compañeros y su rostro mostraba una gran tristeza.

Era pobre y no tenía dinero para comprar nuevas sandalias.

La hija del Baal Shem Tov, al ver esto, se dio cuenta de la tristeza del discípulo que le impedía participar en la celebración. Se acercó a él y le dijo:

 "Si me prometes que me bendecirás para que dé a luz a un hijo varón este año, te daré de inmediato un par de zapatos nuevos y así podrás continuar bailando".

El jasid la bendijo y le prometió que ese año daría a luz a un hijo varón. La bendición fue aceptada en el cielo, y quedó embarazada.

Nueve meses después, dio a luz a un hijo y su nombre en Israel fue Baruj. Baruj creció bajo la tutela de su abuelo, el Baal Shem Tov y con el tiempo fue conocido como el rabino Baruj de Mezhibuzh.

La mayor parte de su vida Rabi Baruj fue rico, pero hubo un tiempo en que su sustento era escaso. En esos días, su madre, la rabanit Eidel, lo vio reír y estar alegre, y le preguntó: "¿Ahora estás contento?"

Rabi Baruj le respondió:

"Sabe que el ángel de la pobreza es enviado desde el cielo a cada casa donde las personas se quejan y están tristes porque ahí se siente bien y por eso se queda allí. Pero cuando ve que los miembros de la casa están contentos huye rápidamente porque no puede soportar la alegría".

Y, de hecho, poco después la fortuna de Rabi Baruj comenzó a mejorar nuevamente, y recuperó su riqueza.

 


❣️Shavua Tov uMevoraj (Buena y bendecida semana)❣️  

🙏 Moadim leSimjá (Feliz Festividad) 🙏    

🍯Pitka Tava (Un Buen Veredicto)🍯

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💎💎Para la elevación del alma de💎💎  

Yosef Itzjak ben Avraham y Shterna Sara.*

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*LA ALEGRÍA DE SIMJAT TORÁ ROMPE TODAS LAS TRABAS PARA UN AÑO BUENO, DULCE Y EXITOSO:*


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PARASHÁ: Bereshit

LA CREACIÓN DEL TIEMPO

 Rabí Itzjak Ginsburgh

Basado en una clase impartida el 24 de Tishrei de 5766 – 27 de octubre de 2005- en Kfar Jabad

¿Qué hora es?

 La Torá (y toda la Biblia) comienza con la palabra hebrea בְּרֵאשִׁית. En español, la traducción usual de esta palabra es: “En el principio”. Las tres traducciones clásicas al arameo de la Torá traducen esta palabra de la siguiente manera:

Onkelos usa la palabra aramea “בְּקַדְמִין”, que significa literalmente: “En el principio”. La traducción de Ionatan ben Uziel ofrece la misma idea, pero usando una expresión aramea diferente: min av´vla “מִן אַוְולָא”, que significa “Desde el principio”. Estas dos traducciones se refieren claramente al aspecto del tiempo, reshit (רֵאשִׁית) de la palabra hebrea original. Diferente y sorprendente es la traducción ofrecida por la traducción del Ierushalmi de la Torá, que la traduce como, bijujmá “בְּחוּכְמָא“, que significa “con sabiduría”.[1] La traducción del Ierushalmi alude a un versículo de Proverbios que describe la creación: “Havaia, con sabiduría fundó la tierra, estableció los cielos con entendimiento”.[2] Que la sabiduría tiene un elemento de tiempo se puede aprender de otro versículo:

“El principio de la sabiduría [רֵאשִׁית חָכְמָה] es el temor de Havaia“,[3] pero el Ierushalmi claramente está diciendo algo diferente de las otras dos traducciones. La sabiduría es una de las diez sefirot. En Jasidut, la sabiduría se asocia con el estado psicológico de desprendimiento, o auto-anulación (בִּטוּל). Lo primero que podemos aprender de la traducción única del Ierushalmi es que, como poder del alma, la sabiduría es la experiencia del comienzo del tiempo. En otras palabras: un verdadero estado de desinterés o altruismo, le otorga a uno la experiencia de la creación.

Volvamos a la diferencia entre el Ierushalmi y las otras dos traducciones. Hay una pregunta entre los filósofos judíos sobre si el tiempo es algo que fue creado. En Jasidut se relata tradicionalmente que el Maguid de Mezritch dijo que, en efecto, el tiempo fue creado. El Ziditchover argumenta con esta tradición, afirmando que no puede ser que el Maguid dijera tal cosa.[4]

 ¿Por qué el Rebe de Ziditchov sería tan inflexible acerca de que el tiempo no es una creación (sino que precede a la creación), tanto que argumentaría que es imposible que el Maguid dijera algo en sentido contrario? ¿Cree que el tiempo es como el Todopoderoso mismo? Y, dado que existe la tradición de que el Maguid dijo que el tiempo fue creado, ¿cuáles fueron sus razones? Claramente, los dos puntos de vista son la razón de la diferencia en las traducciones, entre las traducciones arameas de la Torá. El Ierushalmi no cita el tiempo como la herramienta de la creación, lo que significa que, para el Ierushalmi, el tiempo es una creación y viene después de la sabiduría. Pero, las otras dos traducciones parecen sostener que el tiempo fue la herramienta por la cual el Creador creó los cielos y la tierra.

En otras palabras, esta diferencia de opinión se remonta al significado de la primera palabra de la Torá. Si בְּרֵאשִׁית significa “con [algo llamado] reishit“, y el reishit, “el principio” se refiere al tiempo, entonces, el tiempo es la herramienta con la que Dios creó el mundo (lo que significa que él mismo no es parte de la creación). Pero si la primera palabra se traduce simplemente como “En el principio”, entonces el tiempo también es una creación, como todo lo demás.

 Los primeros cuatro nombres

 Echemos un vistazo más de cerca al primer versículo de la Torá. Hemos comprobado que, si el tiempo ha de ser entendido como la herramienta de Dios para crear el mundo, entonces la palabra בְּרֵאשִׁית incluye un sustantivo: רֵאשִׁיתreishit. Entonces, de las siete palabras que componen el primer versículo, cuatro son sustantivos, y estos cuatro sustantivos componen todas las demás palabras del versículo: בְּרֵאשִׁית אֱ-לֹהִים הַשָּׁמַים הָאָרֶץ BereshitElokim, los cielos y la tierra.

La suma de estas cuatro palabras, en hebreo, es 1690, o 10 .132. El número 1690 es de gran importancia en la Cabalá ya que es el producto de los dos Nombres más importantes del Todopoderoso: Havaia (‘הוי= 26) y Adni (אדנ-י= 65); la suma de estos dos Nombres es 91, el triángulo de 13, es decir, la suma de los números enteros del 1 al 13 (13, por supuesto, es el valor numérico de la palabra “uno”, אֶחָד en hebreo). Los dos posibles entrelazamientos de estos dos Nombres forman los santos Nombres de Dios correspondientes a la Conciencia Superior (יחודא עילאה) y a la Conciencia Inferior (יחודא תתאה). La Conciencia Superior describe ver el mundo desde la perspectiva de Dios, es decir, que Dios es un hecho y la creación es una novedad que no es nada a Sus ojos. La Conciencia Inferior describe la perspectiva humana normal de que la realidad de la creación es un hecho y ¡que (la revelación de) Dios es una novedad! Por lo tanto, el primer versículo de la Torá incluye tanto la conciencia superior como la inferior.

1690 es también el valor numérico de los cuatro niveles de la anulación de la realidad frente a la naturaleza infinita de lo Divino, de la que habla el servicio matutino de Shabat. Son los siguientes:

אֵין עֲרוֹךְ לְךָ הוי’ אֱלֹקֵינוּ בָּעוֹלָם הַזֶּה

Nada está a la altura de Ti Havaia nuestro Dios en este mundo

אֵין זוּלָתְךָ מַלְכֵּנוּ לחַיֵּי הָעוֹלָם הַבָּא

No hay nadie fuera de Ti nuestro Rey en la vida del Mundo por Venir

אֶפֶס בִּלְתְּךְ גּוֹאֲלֵנוּ לִימוֹת הַמָּשִׁיחַ

No hay nada más que Tú en los días del Mashíaj

אֵין דּוֹמֶה לְּךָ מוֹשִׁיעֵנוּ לִתְחִיַּת הַמֵּתִים

No hay nada semejante a Ti nuestro Salvador por la Resurrección de los muertos

La suma numérica de las cuatro afirmaciones comparativas: אֵין זוּלָתְךָ, אֵין עֲרוֹךְ לְךָ, אֵין דּוֹמֶה לְּךָאֶפֶס בִּלְתְּךְ es 1690, lo que sugiere una correspondencia entre estas cuatro formas de anulación comparativa ante el Todopoderoso y los cuatro sustantivos del primer verso de la Torá. Esta correspondencia también revela un aspecto de la Torá que pertenece al Mundo de la Emanación, cuya experiencia central es la de la anulación desinteresada ante el Todopoderoso[5].

 Cada uno de estos niveles de anulación tiene una contraparte en nuestra experiencia como seres humanos.

Sustantivos desinteresados

 Veamos cómo estos cuatro niveles de anulación corresponden a los cuatro sustantivos del primer verso de la Torá.

Los dos primeros niveles (אֵין זוּלָתְךָ yאֵין עֲרוֹךְ לְךָ), que se refieren a nuestra realidad presente (este Mundo) y nuestra realidad futura (el Mundo Venidero), corresponden a la tierra y a los cielos, respectivamente. Como se explica muchas veces en Jasidut, nuestra realidad presente es explícitamente corpórea, mientras que lo espiritual (los cielos) permanece implícitamente presente. En el Mundo Venidero, los cielos serán revelados.

“No hay nada más que Tú” (אֶפֶס בִּלְתְּךְ) corresponde al Nombre Elokim, en el primer verso. La conexión entre estos dos es evidente en la traducción de la Torá por los sabios al griego (la traducción conocida como la Septuaginta). En esa traducción, los sabios hicieron algunos cambios editoriales para evitar que los no judíos que leen la Biblia cometieran errores de interpretación sobre la naturaleza del Todopoderoso. La primera de ellas fue que invirtieron el orden de las primeras tres palabras de la Torá. En lugar de traducirlos siguiendo la forma literal de: “En el principio creó Dios…”, escribieron: “Dios creó en el principio…”

El temor era, por supuesto, que los griegos interpretaran esto en el sentido de que “en el principio” es el nombre de una gran deidad o pre-deidad, que creó a Dios. De hecho, este error está arraigado en nuestra propia identificación de las palabras “En el principio”, referidas al tiempo, como la herramienta por la cual los cielos y la tierra fueron creados (no que Elokim, Dios, fuera creado por el tiempo). Dado que no se requiere edición del texto en el hebreo original, esto indica que la palabra “Elokim” conlleva para los judíos una referencia natural a la singularidad de Dios: “no hay nadie más que Tú”. Esta referencia natural en el entendimiento judío evita que los judíos cometan un error similar al de los griegos. A un nivel aún más profundo, la Cabalá explica que el Nombre Elokim emana (לִבְרוֹאlivró, surgir de) de la palabra בְּרֵאשִׁית, “En el principio”.

“No hay nadie semejante a Ti” (אֵין דּוֹמֶה לְּךָ) se refiere a la capacidad sobrenatural del Todopoderoso para sobrellevar opuestos, es decir, para albergar paradojas sin entrar en bucles infinitos de lógica. Por dar el ejemplo más simple de una paradoja, podemos citar la famosa pregunta: “¿Puede el Creador crear una roca que no pueda levantar?” Cualquiera que sea la respuesta que se dé, parece que somos conducidos a una paradoja insoportable en nuestras mentes. O renunciamos a nuestra definición de lo que significa tener el poder omnipotente de crear, o renunciamos a nuestra noción de lo que significa ser capaz de realizar una tarea, o no. Pero ambas cosas no pueden estar al mismo tiempo.

Sin embargo, en realidad, Dios es capaz de hacer todo, y ser omnipotente también incluye ser capaz de crear situaciones paradójicas, u objetos, cuya naturaleza no puede ser comprendida por los seres humanos. Como veremos, la paradoja más difícil con la que los seres humanos tienen que lidiar es cómo aceptar la idea de que, aunque el mundo parece estar lleno de cosas negativas y malas[6], la intención y las acciones de Dios son todas buenas. La capacidad de Dios para sustentar la paradoja corresponde a la palabra בְּרֵאשִׁית, “En el principio”. La referencia a la resurrección de los muertos también es muy apropiada. Como se ha explicado en otro lugar, después de la resurrección de los muertos, el cuerpo humano se vuelve inmortal. La inmortalidad es el mayor estado paradójico de la materia. Mientras que la materia está por definición sujeta a la ley de la entropía y, por lo tanto, el cuerpo humano es mortal, el cuerpo que se levantará de la tumba será inmortal; la paradoja del cuerpo inmortal será revelada.

Resumamos nuestra correspondencia en forma de gráfico, añadiéndole cómo cada nivel corresponde a una de las letras del Nombre Havaia:

Letra de Havaia

Nivel de anulación

Nombre en el primer verso de la Torá

Iud

No hay nada similar a Tí

בְּרֵאשִׁית

En el principio

Hei

No hay nada sino Tú

אלקים

Elokim

Vav

No hay nadie aparte de Tí

שמים

Cielos

Hei

No hay nada a Tú altura

ארץ

Tierra

Nada como el presente

 Fijémonos en el tiempo referenciado en cada uno de los niveles. Ellos son: este Mundo, el Mundo Venidero, los Días del Mashíaj y la Resurrección de los Muertos. El valor numérico de cada uno de ellos es:

Este mundo

עוֹלָם הַזֶּה

= 163

El Mundo Venidero

עוֹלָם הַבָּא

= 154

Los Días del Mashíaj

יְמוֹת הַמָּשִׁיחַ

= 819

La Resurrección de los Muertos

תְְּּחִיַּת הַמֵּתִים

= 1313

El valor numérico del nivel más elevado, la Resurrección de los Muertos, 1313. 1313 es un múltiplo de 13:

1313 = 101•13

El valor del segundo período de tiempo, “Días del Mashíaj”, 819, es también el valor numérico de la frase “David, el rey de Israel, vive y perdura”, David Melej Israel Jai VeKaiam (דָוִד מֶלֶךְ יִשְׂרָאֵל חַי וְקַיָם). Es también el valor numérico del importante término jasídico: “Unidad simple”, ajdut pshutá (אֲחְדוּת פְשׁוּטָה). Se explica en Jasidut que el papel del Mashíaj, el justo rey de Israel de la casa de David, es llevar la experiencia de la simple unicidad de Dios a cada persona. Esta será la mayor revelación de los Días del Mashíaj. Además, 819 es igual a la suma de los cuadrados del 1 al 13 (o, como se le conoce por otro nombre: 819 es el número piramidal cuadrado de 13). 13 es el valor numérico de “uno”, ejad (אֶחָד), en hebreo. Sin embargo, más allá de estas consonancias numéricas, nos gustaría centrarnos en el hecho de que 819 es un múltiplo de 7 [819 = 7 • 117] y de 13 [819 = 13 • 63]. El 7 y el 13 son una pareja de números que aparecen repetidamente en muchas áreas de la Torá como complementos femeninos y masculinos entre sí.

 El valor numérico del tercer período de tiempo mencionado, “el Mundo Venidero”, 154, es un múltiplo de 7:

154 = 7 • 22

 Así que tenemos aquí una relación interesante de los tres niveles más elevados con la pareja de números 7 y 13: el mundo venidero es un múltiplo de 7, luego los Días del Mashíaj es un múltiplo de 7 y 13, mientras que el nivel más alto, la Resurrección de los Muertos, es un múltiplo de 13 solamente.

Ahora, el período de tiempo final, “este Mundo”, no es ni un múltiplo de 7 ni de 13.[7]

Sin embargo, en un hermoso ejemplo de autorreferencia, la suma de los valores numéricos de los cuatro períodos de tiempo juntos:

עוֹלָם הַזֶּה עוֹלָם הַבָּא יְמוֹת הַמָּשִׁיחַ תְְּּחִיַּת הַמֵּתִים  = 2482

2482 = 146 • 17

146 es el valor numérico de עוֹלָם, y 17 es el valor numérico de הַזֶּה. Entonces, tenemos que:

עוֹלָם  הַזֶּה עוֹלָם הַזֶּה עוֹלָם הַבָּא יְמוֹת הַמָּשִׁיחַ תְְּּחִיַּת הַמֵּתִים

Lo que significa que la suma de los cuatro períodos de tiempo es igual a las dos palabras que componen el primer período de tiempo – “este Mundo” – multiplicadas entre si. Por lo tanto, podemos decir que todos los tiempos “futuros” están realmente muy presentes en nuestra realidad actual. Las cuatro etapas están incluidas en este mundo. No tienes que esperar algún tiempo futuro o ir en busca de la “redención” a algún otro lugar, todo es perceptible aquí y ahora. Jasidut explica que para Rabí Shimon bar Iojai, el Templo Sagrado de Jerusalén siempre estuvo en pie (a pesar de que vivió después de haber sido destruido por los romanos). Es posible tocar y experimentar el futuro en el presente. Esta guematria también ilustra bellamente que la razón para crear todos los Mundos, y todos sus respectivos períodos de tiempo, es que Dios tenga una morada abajo, es decir, en el “aquí y ahora”.

Cuatro tipos de anulación

 Pasemos ahora al aspecto psicológico y jasídico que yace dentro de estos cuatro niveles de anulación. Nos gustaría explicar qué tipo de anulación representa cada uno y cómo esto se puede sentir en nuestra experiencia cotidiana. El primer nivel refleja que nada puede estar a la altura de Dios, ein aroj lejá (אֵין עֲרוֹךְ לְךָ), o, en otras palabras, que nada puede considerarse presente, en el sentido de importancia, dondequiera que Él esté. El ejemplo que ilustra este sentimiento de altruismo y anulación es que, si estás sentado al lado de un individuo tremendamente sabio e inteligente, entonces si tú mismo tienes suficiente sabiduría, sentirás que tu propia sabiduría e inteligencia son comparativamente nada y realmente no están a la altura. Pero, si te alejaras de la presencia de este gran sabio, tu sensación de ser sabio e inteligente regresaría. En las analogías dadas por los sabios del Talmud, esto se ilustra con el ejemplo de la luz de una vela al mediodía (שְרַגָא בְּטִיהַרַא מַאי מְהַנֵי?).[8] Este es el tipo de anulación que normalmente se encuentra y se experimenta en nuestra realidad presente. Al comparar nuestra sabiduría, nuestra fuerza, nuestro carácter, con el Todopoderoso, nos encontramos deficientes y estamos dispuestos a sentirnos desinteresados y como nada por un momento. Pero, en el momento en que apartamos nuestras mentes de la Presencia Divina, nos precipitamos de nuevo a sentirnos como la medida de todo lo demás.

El segundo nivel fue descrito como “no hay nadie fuera de Ti” (אֵין זוּלָתְךָ). En el Jasidut, este tipo de anulación se ejemplifica con los rayos de luz que emanan de nuestro sol. Según Jasidut, y tal y como propone la teoría de la relatividad, la luz que ha emanado del sol (porque viaja a la velocidad de la luz) nunca “siente” que ha dejado el sol. Es como si nunca hubiera salido de su fuente. La única diferencia física que el propio rayo de luz puede “ver”, es que ahora puede iluminar algo muy lejos del sol. Si el sol dejara de existir, este rayo, desde su propia perspectiva, desaparecería instantáneamente; en otras palabras, desde la perspectiva del rayo de luz no hay tiempo.

Desde la perspectiva de alguien que mira este rayo de luz, el rayo de luz parece ser algo independiente del sol. De hecho, este ejemplo corresponde al sustantivo “cielos” en el primer versículo. Desde la perspectiva de nuestra alma, seguimos siendo uno y lo mismo que el Todopoderoso. Es como si nunca hubiéramos dejado nuestra fuente en el Infinito. Pero, desde la perspectiva de nuestro cuerpo (la perspectiva de nuestra alma animal), el alma es la gran luminaria que ha sido separada de su fuente y ahora es independiente de Dios. Ambas perspectivas son reales, pero es solo la perspectiva del alma la que permite este tipo de auto-anulación. De hecho, esta podría ser una de las razones por las que cuando alguien fallece decimos que su alma ha ” se ha ido al cielo”.

 El tercer nivel de anulación descrito como “no hay nada más que Tú” (אֶפֶס בִּלְתְּךְ). La analogía utilizada para ejemplificar este tipo de anulación fue dada por el Baal Shem Tov, quien explicó que la realidad no es como la luz que ha dejado el sol, sino como la luz mientras todavía está en el sol. Allí, ni siquiera tiene la posibilidad de ser una realidad, porque siente que es esencialmente nada. A este nivel, toda la realidad se siente a sí misma como esencialmente nada. Este nivel de nulidad corresponde a los tiempos del Mashíaj y al Nombre Elokim en el primer versículo de la Torá. ¿Cuál es la conexión? En otro lugar, al describir la creación de la humanidad, Dios dice: “Dije que eres Elokim“. Dios tenía la intención de que la humanidad adoptara el nombre de Elokim.

¿Cómo puede ser esto? De hecho, cuando un individuo siente como el rayo de luz tal como es en el sol mismo, cuando la anulación se siente a un nivel tan esencial, entonces es posible. Este es el sentimiento de que: “Nunca Te he dejado, Dios. Nunca he salido de Ti”. Sobre tal persona es apropiado decir que él es Elokim. De hecho, en la Cabalá esta imagen excelsa del hombre como Elokim se conoce como el Hombre Primordial (אָדָם קַדְמוֹן, o en acrónimo: אַ”ק). El tercer nivel de anulación, los tiempos del Mashíaj, se refiere a la revelación de la imagen del hombre como el Hombre Primordial (en primer lugar, como lo ejemplifica el Mashíaj mismo, y finalmente como característica de toda la humanidad). Siguiendo nuestra tabla anterior, se coloca la imagen del Hombre Primordial como correspondiente a la primera letra hei de Havaia. De hecho, muchas veces en la Cabalá, se hace referencia al Hombre Primordial como el Hombre del Mundo de la Creación- אָדָם דְבְּרִיאָה (que también corresponde a la primera hei de Havaia).

 Volvamos ahora a nuestra pregunta inicial sobre la naturaleza del tiempo: ¿es el tiempo creado o es la herramienta con la que Dios crea la realidad? En la Cabalá se explica que los aspectos externos e internos del rayo de luz infinita, kav (קַו) que descendió al vacío son el alma interna del Hombre Primordial y de la Torá, respectivamente. Como hemos visto, el Hombre Primordial es la imagen de la anulación en el tercer nivel. El aspecto externo del rayo de luz infinita se relaciona con el hombre primordial como el alma se relaciona con el cuerpo. Pero la esencia del cuarto nivel de anulación (la esencia de la iud de Havaia que no entra en la conciencia de la hei superior) es la Torá misma (que se origina, en la terminología de la Cabalá, en la belleza oculta de la luz infinita de Dios, antes de la contracción inicial).

Una de las guematrias más básicas de la Cabalá es que “Torá” es igual al valor de “correr y volver”, Ratzó veShov רַצוֹא וַשוֹב תּוֹרָה. “Correr y regresar” es el secreto de tiempo y, por lo tanto, un aspecto de la Torá, la herramienta con la que los sabios dicen que Dios creó el mundo es el tiempo. Donde el aspecto externo del rayo de luz infinita fue creado, su aspecto interno, la Torá, crea.[9] Otra forma de decir esto es que el rayo de luz infinita puede ser considerado como la flecha del tiempo. Desde la perspectiva de su aspecto externo, el tiempo es creado y relativo. Desde la perspectiva de su aspecto interno (la Torá, la fuente de todos los procesos de “correr y volver” en el mundo), el tiempo es la herramienta de la creación. Por lo tanto, ambas respuestas son correctas.[10]

Cuál es el tipo de anulación que se experimenta en este nivel más alto, que se describe como “no hay nadie similar a Ti” (אֵין דּוֹמֶה לְּךָ). Así como la iud en Havaia representa una realidad categóricamente más alta que las otras tres letras, así este nivel de anulación es categóricamente más alto que los tres anteriores. De hecho, en este nivel de anulación, uno comparte la propia perspectiva de Dios sobre sí mismo y sobre la realidad. En este nivel, alcanzado sólo por Moisés,[11] uno ve la realidad desde la perspectiva de Dios. Desde la perspectiva de Dios, de hecho, todas las paradojas dejan de ser paradójicas, e incluso las preguntas sobre el bien y el mal (mencionadas anteriormente) ya no resultan desconcertantes.

Es la sabiduría (como se explicó anteriormente) inherente ya en la primera palabra de la Torá lo que le permite ver el mundo desde el punto de vista de Dios. De hecho, la Torá es atribuida por Dios al propio Moisés: “Recuerda la Torá de mi siervo Moisés”.[12] Del mismo modo, al hacerte uno con la Torá, hasta el punto en que la Torá puede llamarse “tu Torá”, te acercas más a experimentar la realidad como Dios lo hace.[13]


[1] La palabra “sabiduría” en hebreo (חכמה) está inherentemente conectada con el primer versículo de la Torá. El valor numérico de חכמה es 73. El valor del primer versículo en hebreo, בראשית ברא א-לוהים את השמים ואת הארץ es 2701, que es la suma de todos los números enteros del 1 al 73.

[2] Proverbios 3:19. Al igual que el primer versículo de Génesis, este versículo de Proverbios tiene 7 palabras. También menciona la creación de los cielos y la tierra.

[3] Salmos 111:10

[4] Para un tratamiento de este argumento por el Rebe de Lubavitch, veáse la primera parte de “¿Comienza el tiempo?” de Tzvi Freeman en el B’Or Hatorah Journal (2005), vol. 15.

[5] Como lo revela el Arizal, el contexto experiencial de la Torá, tal como la estudiamos hoy, está en el Mundo de la Creación. En los tiempos del Mashíaj, el contexto experiencial cambiará al Mundo superior de la Emanación.

[6] Tania capítulos 6 y 24: “todas las acciones que se emprenden en este mundo son difíciles y malas y los malvados vencen”.

[7] Pero la suma de los dos períodos de tiempo correspondientes a “los cielos y la tierra”, es decir, “este mundo” y “la vida del mundo venidero”, es 350, que es 7 • 50, un múltiplo de 7.

[8] Julin 60b

[9] Los aspectos internos y externos del rayo de luz infinita se llaman rayo e hilo, Kav VeJut (קו וחוט). Donde el rayo mide y da a la realidad su dimensionalidad, el hilo es como un hilo de coser y tiene el poder de coser las cosas. Particularmente, como se analizó anteriormente con respecto a la resurrección de los muertos, el hilo es el poder que alberga la paradoja que puede unir polos completamente opuestos.

[10] Usando el lenguaje del Rogachover, el Rebe de Lubavitch designó los aspectos internos y externos del tiempo (y el rayo) como la esencia del tiempo y el tiempo manifiesto, respectivamente

[11] La Torá describe la visión profética de Moisés en un lenguaje único: “él contempla la imagen de Havaia” (Números 12:8). Las enseñanzas jasídicas (Jana Ariel del Rebe Isaac de Amil a la Parashat Beha’alotjá) explican que esto significa que Moisés vio la misma “imagen” de la realidad que Dios ve.

[12] Malaji 3:22

[13] Muchas fuentes explican que el kav (el rayo de luz infinita de Dios que permea el vacío que surgió mediante la contracción inicial) es el secreto de la Providencia Divina. Por un lado, esto parecería indicar que la creación por contracción del Arizal no es sólo una alegoría, sino que de hecho Dios observa (y controla) la realidad desde arriba (por medio del kav). Pero este es un malentendido basado en la conciencia de la dimensión externa del kav únicamente, es decir, su poder de diferenciación dentro de la realidad creada, que también parece diferenciar al Creador de Su creación. Sin embargo, la conciencia de la dimensión interna del kav, su poder de conexión (incluso de los opuestos absolutos), nos permite experimentar la forma en que Dios ve la realidad, a través de los ojos de la Torá, el plano de la realidad que es esencialmente uno con Él. La Torá vincula al Creador a Su creación y revela (por medio de la Providencia Divina, sobre todo) que “Dios es todo y todo es Dios”. Como lo explicó Rabi Itzjak de Homil, este es el “correr y regresar” del alma divina de Israel, “una parte real de Dios arriba”.

 



HISTORIAS JASÍDICAS

 

El Eshel Abraham de Buchach:

 SALVADO DE LA LOCURA

 

 

Rabi Abraham David Wahrman de Buchach, también epónimo de su libro, Eshel Abraham sobre el Shulján Aruj Oraj Jaim, fue una figura prominente entre los eruditos posteriores de la Torá. Nacido el 6 de Adar de 5531 (1771), en Nadvorna (Ucrania), siendo hijo de Rabi Asher Anshel y de Rajel. En su juventud, fue evaluado por Rabi David Shlomo Eibeschitz mientras estudiaba aritmética, alemán y polaco simultáneamente. Amplió aún más sus conocimientos en campos como la astronomía y las ciencias naturales, siguiendo la orientación de que los propios sabios del Talmud estudiaban las ciencias del mundo y la sabiduría práctica.

Se casó con la hija de Rabí Tzvi Hirsch Karo, el Rabi de Buchach, a una edad muy temprana y la joven pareja vivió en la casa de los padres de la novia. A la edad de veinte años, Rabi Abraham Dovid ya había sido nombrado Rabi de Yazlovets (Ucrania). Durante este período, se acercó a Rabí Levi Itzjak de Berditchev y a Rabí Moshé Leib de Sasov. En 5574 (1814), tras el fallecimiento de su suegro, asumió su cargo de Rabi de Buchach.

A medida que se acercaba el año 5600 (1840), marcando los 600 años del sexto milenio, Rabí Abraham David anticipó ansiosamente la llegada del Mashíaj en ese año. Cuando pasó el año sin la esperada redención, quedó tan afligido por la angustia que falleció aproximadamente un mes después, el 29 de Tishrei de 5601 (1840), y fue enterrado en su ciudad, Buchach.

 

Rabí Abraham Dovid tenía la costumbre diaria de innovar dieciocho nuevas halajot y estudiar dieciocho capítulos de la Mishná. Se dice que recibió esta práctica de su maestro, Rabi Moshé Leib de Sasov, como remedio contra la locura. ¿Por qué este gran erudito temía volverse loco?

Además de Rabí Moshé Leib, Rabí Abraham David estaba profundamente conectado con Rabí Levi Itzjak de Berditchev, a quien consideraba el más grande sabio de la generación. Una vez, viajaban juntos en un carruaje, y Rabí Levi Itzjak comenzó a hacer movimientos inusuales, como era su costumbre sagrada. A pesar de que Eshel Abraham estaba al tanto de las costumbres de Rabí Levi Itzjak, durante ese viaje, las acciones del tzadik parecían tan extrañas que Rabí Abraham David, todavía un hombre joven en ese momento, no pudo contener su sonrisa. Rabí Levi Itzjak notó su sonrisa, le miró y le preguntó: "¿Te has vuelto loco?"

Rabí Abraham Dovid estaba alarmado por la reprimenda del tzadik. Inmediatamente saltó del carruaje y corrió hacia Rabi Moshe Leib de Sasov para salvar su cordura. Rabí Moshé Leib le dio este remedio espiritual - innovar 18 nuevas halajot y recitando 18 capítulos de la Mishná, que conservó por el resto de su vida.    

 

La preocupación de Eshel Abraham no era trivial. En algunas versiones de la historia, incluso se menciona que perdió la cordura por un tiempo. La expresión utilizada por Rabí Levi Itzjak y otras historias resaltan la idea de que burlarse de los justos puede llevar a la locura. Por ejemplo, se cuenta que el Arizal una vez informó a sus estudiantes que podía llevar a los Siete Pastores (Abraham, Itzjak, Iaacov, etc.) a su sala de estudio. Les advirtió que no se rieran, pero cuando el rey David entró y bailó con intensos movimientos alegres, un estudiante se río. Inmediatamente fue atacado por la locura, pero el Arizal le curó a través de sus oraciones y unificaciones espirituales.

En nuestra historia, Rabí Abraham David fue salvado de la locura, pero el remedio dado por Rabí Moshé Leib parece igualmente desconcertante - innovar continuamente dieciocho nuevas halajot diarias. ¿Cómo es posible innovar tantas leyes nuevas?

La respuesta está en la naturaleza infinita de la Torá. Aunque la Torá parece finita, las enseñanzas Divinas insertas en ella son ilimitadas. Esto se demuestra por el número infinito de leyes que pueden surgir de cada versículo y palabra de la Torá. Como los sabios interpretan el versículo, "doncellas sin número"[1] se refiere a la miríada de leyes que se encuentran en el Talmud.[2] Así como una línea que tiene un principio y un final parece ser finita en longitud, pero aún contiene un número infinito de puntos, así también la Torá, que tiene un principio y un fin, contiene halajot infinitas.

Sin embargo, solo se puede acceder a este vasto potencial a través de un intenso esfuerzo y dedicación en el estudio de la Torá. Cuando te sumerges completamente en el estudio de la Torá, no sólo quiebras tu mente, por así decirlo, sino que también abres la Torá, por así decirlo, revelando sus profundidades ocultas. Como dice el versículo: "¿No es Mi palabra como fuego, dice Dios, y como martillo que hace pedazos la roca?"[3] Cada versículo de la Torá se convierte en una piedra en bruto que se rompe en innumerables fragmentos halájicos. Al golpear la mente contra la roca de la Torá, finalmente se rompe, revelando una multitud de innovaciones.

El mismo principio se aplica a Jasidut. Para lograr una verdadera transformación interior y dar a luz el amor y el temor en el alma, uno debe esforzarse tanto en "el trabajo del alma como el trabajo de la carne".[4] El trabajo de la carne implica superar la interferencia que se origina en el cuerpo y el alma animal, mientras que el trabajo del alma se refiere a ejercer un esfuerzo en profunda meditación. Esto puede ser visto como los dos aspectos del consejo dado por Rabí Moshé Leib: el trabajo del alma se logra innovando nuevas halajot y el trabajo de la carne con la revisión constante de mishnaiot.

NO HAY NADA MÁS COMPLETO QUE UN CORAZÓN ROTO

Además de trabajar con la cabeza en el estudio de Torá hasta el punto en que uno siente que todas las concepciones previas se han hecho añicos, hay otro lugar en el cuerpo que necesita romperse. Ese es, por supuesto, el corazón, que se siente roto una vez que nos damos cuenta de lo lejos que estamos de Dios. El corazón también está roto por la experiencia de las limitaciones y el mal que se encuentran en nuestro mundo. Al igual que la mente, es específicamente cuando el corazón se rompe en infinitos pedazos que es capaz de tocar y ser atraído hacia la revelación infinita de Dios. Hasta ahora tenemos una cabeza rota por la Torá y un corazón roto por su servicio a Dios. ¿Se puede añadir otro órgano roto?

Si hay fractura en la Torá y en el servicio a Dios, con certeza también podremos encontrarlo en el tercer pilar - los actos de bondad. En este caso, la atención no se centra en el corazón o la cabeza, sino específicamente en las piernas que están firmemente plantadas en la realidad. Para realizar actos de bondad, a menudo debemos correr de un lugar a otro, caminar paso a paso; ello puede sentirse como que nos estamos rompiendo las piernas en pedazos infinitos. Con este acto de ruptura en el ámbito de la acción, accedemos al mérito de "proveer para toda la tierra", [5]como Iosef. Al hacerlo, también obtenemos el mérito de romper nuestros deseos, que moran en la sefirá de fundamento (iesod), la tercera pata, por así decirlo, similar a cómo Iosef sorteó con éxito la prueba de la esposa de Potifar.[6] En última instancia, es en nuestro recipiente roto donde Dios mismo se revela. ¡No hay nada más completo que un recipiente roto!

 



[1]  Cantar de los Cantares 6:8.

[2]  Ver también Shir HaShirim Rabá y el Likutei Torá del Alter Rebe sobre este versículo.

[3]  Jeremías 23:29.

[4]  Una frase comúnmente utilizada en los escritos del Alter Rebe, por ejemplo, Tania, cap. 30 y Torá Or 41a.

[5] Génesis 42:6

[6] Ibid. 39:12-13





BERESHIT

JASIDUT

 

Partzuf: LOS CUATRO MOTIVOS PARA LA CREACICIÓN DEL MUNDO

 

 

 

Letra de Havaia

Razón para la Creación

 

 

 

Iud

Dios anhela tener una morada abajo

נִתְאָוּה הַקָּבָּ"הִ לִהְיוֹת לֹּו דִּירָה בַּתַּחְתּוֹנִים

 

י

 

Hei

Dios quiere ser reconocido

בְּגִין דְּיִּשְׁתְּ מוֹדְעוּן לֵיהּ

 

ה

Vav

La Naturaleza de Dios es hacer el bien

טֶבַע הַטּוֹב לְהֵטִיב

 

ו

Hei

No hay Rey sin Pueblo

אֵין מֶלֶךְ בְּלֹא עַם

 

ה

 

 

 

Parashat Bereshit comienza con una descripción de Dios creando la realidad. ¿Es posible preguntarse cuál podría ser la razón por la que Dios quiso crear la realidad en primer lugar? Si hay una respuesta a esta pregunta, nos proporcionará una visión importante de cuál es el propósito de la Creación.

¿HAY ALGUNA RAZÓN?

Uno de los principios en el pensamiento jasídico es que cuando preguntamos sobre la razón detrás de un acto intencional, ya sea el acto de un ser humano o incluso de Dios, hay dos posibilidades. O bien no hay razón para el deseo, ein taam leratzon (אֵין טַעַם לְרָצוֹן), o bien hay una razón oculta para el deseo, taam camus leratzon (טַעַם כָּמוּס לְרָצוֹן). La primera posibilidad se considera exterior. Superficialmente, no podemos decir por qué Dios quiso crear la realidad. Sin embargo, al profundizar, descubrimos que hay razones que se pueden identificar de por qué Dios quiso crear el mundo. De hecho, en las diversas fuentes rabínicas, encontramos cuatro razones diferentes que explican por qué Dios querría crear nuestra realidad.

Las cuatro razones se encuentran en un nivel extremadamente alto, dentro de lo que se conoce como la sefirá de da'at de la parte más alta de la corona conocida como "la Cabeza Incognoscible" (Reisha delo Itiada), que entra y luego se inviste dentro de la hendidura (avirá) entre el galgalta y el cerebro oculto (moja stimá) de Arij. El galgalta representa la voluntad o deseo simple, sobre la cual se dice: "No hay razón para el deseo" en la creación de los mundos, mientras que el moja stimá se conoce como la "razón oculta para el deseo". Las cuatro razones de nuestro modelo están enraizadas entre estas dos - entre "no hay razón para el deseo" y "hay una razón oculta para el deseo" - en el aspecto intermedio que las conecta.

FUENTES DE NUESTRO MODELO

Veamos ahora los componentes del propio modelo. La letra iud en Havaia corresponde a sabiduría (jojmá) y esto corresponde a la primera razón: Dios anhelaba una morada en los reinos inferiores. Esta razón revela de manera única la sabiduría divina y una emanación de la corona en la sabiduría. Esta razón se origina en las palabras de los sabios[1] y también se incluye en el Tania,[2] el texto fundamental del Jasidut. Por lo tanto, en Jabad, esta razón se considera la razón principal, superando todas las demás razones.

La segunda razón es que Dios quiere ser reconocido, es decir, que crea el mundo para que todas las criaturas - desde los mundos superiores hasta los más bajos - lleguen a conocerLe. Esta razón aparece en el Zohar.[3] Naturalmente, hay una conexión entre todas las razones, pero en un nivel simple, cada razón transmite una idea ligeramente diferente.

La tercera razón es que "la naturaleza del bien es hacer el bien". Su fuente se encuentra en el comienzo del Eitz Jaim,[4] la obra principal de la Cábala del Arizal. Esto significa que Dios quiere crear el mundo para beneficiar a Sus creaciones, para llevarnos a todos al Mundo Venidero, donde existe el bien supremo. Según esta razón, el propósito de la Creación es el Mundo Venidero. Esta razón es también la principal citada por el Ramjal (Rabí Moshé Jaim Luzzatto), con la que comienza su libro Mesilat Iesharim y otras obras.

La razón final es "no hay rey sin pueblo", que aparece en los textos cabalísticos[5] y en el Tania. Su significado es que toda la intención de la Creación es revelar el Reino de Dios, que no puede ser revelado sin la existencia de un pueblo. Para establecer un pueblo, todos los mundos deben ser creados - solo entonces Dios puede ser un Rey sobre Su pueblo. A modo de alusión lingüística, la palabra hebrea para "mundo", olam (עוֹלָם) permuta para formar la palabra "un pueblo para Él", am lo (עַם לוֹ).

Es crucial para nosotros saber en qué textos aparece cada razón, ya que esto vincula cada razón con un sendero particular en el servicio a Dios. Cada uno de los verdaderos grandes sabios de Israel ofrece una razón u otra para la creación del mundo, y se podría decir que su elección de una razón particular refleja, más que cualquier otro pensamiento, su enfoque y perspectiva en el servicio a Dios. La forma en que cada sabio percibe en su mente y siente en su corazón la razón de la creación da forma a la dirección de todas sus acciones. Cada precepto que cumplimos y toda la Torá que estudiamos, de principio a fin, es un acto de creación. Todo esto para que nosotros también podamos ser socios del Creador en el acto de la Creación - "Así como yo creo mundos y revivo a los muertos, así también vosotros [hacéis lo mismo]".[6] Si el papel del judío es crear mundos y ser un socio de Dios, también debe ser consciente de la razón de la creación. La conciencia de la razón proporciona tanto el genuino estilo como el verdadero vigor a todas nuestras acciones

DESEMBALAR LA CORRESPONDENCIA

 Repasemos brevemente la correspondencia de las cuatro razones con las cuatro letras de Havaia, desde abajo hacia arriba. La correspondencia más clara es con la última razón, alineada con la letra final hei del Nombre, que representa el reinado-maljut.

 En la segunda razón - "la naturaleza del bien es hacer el bien" - es evidente la correspondencia con la letra vav del Nombre. La vav representa los atributos del corazón, principalmente el atributo de bondad (jesed), la cualidad innata del corazón para hacer el bien.

 En la tercera razón - "para que Él sea reconocido" - la correspondencia es con la hei superior, asociado con la sefirá de entendimiento-biná. El Santo crea el mundo para que podamos reconocerLe, y este conocimiento es comprensión y entendimiento. En la Cabalá, la comprensión y el entendimiento de las almas están vinculados a la hei superior del Nombre, su origen, también conocido como la "fuente de las almas".

 Nuestra primera impresión es que estas tres razones corresponden claramente a las letras hei, vav y hei en Havaia. En contraste, la correspondencia de la cuarta razón - "Dios deseaba una morada en los reinos inferiores" - con la letra iud no es perceptible inmediatamente. ¿Por qué el deseo de Dios de Su propia morada específicamente dentro de la realidad inferior está conectado con la sabiduría? Así, se hace evidente que esta razón es la más profunda de todas

ANHELO DE UN HOGAR

 El deseo o anhelo, taavá (תַּאֲוָה) es el secreto de un "hogar", bait (בָּיִת), y ambos tienen el mismo valor numérico, 412. A partir de esta clara pista, aprendemos que la esencia del deseo es un deseo por un hogar. El deseo se manifiesta como el anhelo de una morada, de un hogar. En un nivel más profundo, hay que decir que una persona reside principalmente en su propio deseo. Cuanto más se realiza su deseo, más habita en él. Forma la morada "psicológica" inicial de una persona.

¿Cómo sabemos que la sabiduría es la fuerza principal que construye un hogar? El versículo de Proverbios dice: "Con sabiduría se edifica una casa".[7]

Cuanto más baja es la realidad, más sabiduría se requiere para construir un hogar dentro de ella. El Midrash [8] nos dice que Dios construye Su mundo a la manera de un rey que desea construir su palacio en un vertedero de basura. Es decir, Él escoge el lugar más bajo y específicamente allí establece Su hogar. Aparentemente, un vertedero lleno de lodo y fango es completamente inadecuado para construir una casa o un palacio - como dice el versículo: "Me he hundido en un cieno profundo, y no hay donde hacer pie".[9] Cuanto más bajo y menos estable sea el lugar, mayor será la sabiduría que se requiere para ajustar los cimientos a esa baja realidad. Por lo tanto, la esencia de la sabiduría inicial en el acto de construir radica en elegir la ubicación de la casa, y seleccionar un lugar que se adapte exclusivamente a tí expresa su esencia más íntima

Ilustremos: Un judío hace aliá a la Tierra de Israel con la intención de establecerse allí. Debe viajar por toda la tierra hasta que encuentre una comunidad que atraiga su corazón para vivir allí. Toda la tierra es sagrada - cada ciudad y comunidad dentro de ella - pero una persona debe elegir el lugar específico donde vivirá toda su vida, construyendo un hogar y una familia. Cuando descubre este lugar elegido, siente en su corazón, "Este es", el lugar en el que quiere vivir para siempre. Este es un sentimiento muy profundo, que muchas personas nunca experimentan en su vida. Esta experiencia única no está ligada a ningún plan consciente. Es un destello de "Aquí moraré, porque yo lo he deseado".[10] De repente, una persona siente que ese lugar refleja toda su esencia en una luz que vuelve, como un espejo, e intuye que construir allí su hogar le permitirá ser realmente ella misma en ese lugar. Esta puede ser la mayor experiencia que una persona pueda imaginar.

Además, sin explicar esto en profundidad, observemos que el valor de "morada", dirá (דִּירָה) es 3 veces el valor de "sabiduría", jojmá (חָכְמָה), correspondiente a la raíz de sabiduría, entendimiento y conocimiento (las sefirot intelectuales) dentro de la propia sabiduría, como está dicho: "Con sabiduría se construye una casa, con entendimiento se afianza, y con conocimiento se llenan sus habitaciones".[11]



[1] . Tanjumá Nasó 16.

[2] . Cap. 36.

[3] . Zohar 2:42b.

[4] . Comienzo de Shaar Hakelalim.

[5] . Emek Hamelej Sha'ar Sha'ashuei Hamelej BeAtzmuto, comienzo del cap. 1. Sefer HaJaim, capítulo sobre Gueulá, cap. 2. Rabeinu Bajie sobre Génesis 38:30.

[6] . Midrash Tehilim 116. Ialkut Shimoni Tehilim §875

[7] . Proverbios 24:3

[8] . Bereshit Rabá 1:5

[9] . Salmos 69:3

[10] . Ibid. 132:14

[11] . Proverbios 24:3-4

 


 

 

CALENDARIO HEBREO: Sucot

 

LA UNIDAD DE UNIDADES

 

Al caminar por las calles de un barrio judío tradicional durante Sucot, uno no puede ignorar el curioso espectáculo que se despliega ante ellos: las calles se llenan de gente que camina con orgullo, vestida con elegantes trajes, llevando en sus manos un alto y envuelto manojo de plantas que se eleva hacia arriba. Para aquellos que los siguen a las sinagogas, les espera una escena aún más sorprendente. En medio de la oración, sin previo aviso, todos sacan simultáneamente su manojo de hojas y ¡comienzan a agitarlo en todas direcciones!

Este paquete de plantas antes mencionado es, por supuesto, las Cuatro Especies, que a cada judío se le ordena "tomar" - abreviatura bíblica tanto para adquirirlas como para tomarlas en nuestras manos - durante cada día de Sucot [1] (excepto para el Shabat durante la semana de la festividad). Para cumplir con el mandamiento tomamos el lulav (rama de palma cerrada), que ha sido atada con tres (o más) hadasim (ramas de mirto), y dos aravot (ramas de sauce) en nuestra mano derecha; en la mano izquierda, sostenemos el hermoso etrog (cidro). Luego unimos las Cuatro Especies acercando nuestras manos. Aunque tomamos Cuatro Especies, tenga en cuenta que tenemos un total de siete elementos, por lo que mantenemos cuatro y siete juntos, una combinación interesante de números que merece ser considerada por separado.

Al comienzo de cada día de Sucot (de nuevo, aparte de Shabat), "tomamos" las Cuatro Especies en la sucá. Más tarde, en las oraciones de la mañana, los agitamos durante la recitación del Halel en la oración de la mañana, y rodeamos la bimá (la plataforma donde se lee el rollo de la Torá) con ellos durante la recitación de las Hoshanot. Las mujeres no están obligadas a cumplir los preceptos en torno a las Cuatro Especies, pero ciertamente pueden elegir hacerlo, y hay muchas que lo hacen.

¿Qué podría esconderse detrás de un mandamiento tan aparentemente extraño?

Hay muchas interpretaciones del significado interno de las Cuatro Especies, y aquí presentaremos solo una de ellas. Deseamos preguntarnos, ¿qué cualidad espiritual representa cada una de las Cuatro Especies?, y a la luz de esto, ¿qué simboliza su unificación, cuando tomamos las cuatro juntas en nuestras manos?

MULTIPLICIDAD Y UNIDAD

Uno de los temas que toca la unificación de las Cuatro Especies es la relación entre dos polos de existencia - la unidad y la multiplicidad.

La relación entre unidad y multiplicidad está encarnada en el judaísmo en el versículo que mejor refleja nuestra fe más que cualquier otro, el Shemá: "Escucha, oh Israel, Havaia es nuestro Dios, Havaia es Uno".[2] Este es un versículo complejo, que se refiere a Dios con Su Nombre esencial, Havaia, también conocido como el Tetragrámaton (el Nombre de cuatro letras) y otro Nombre, Elokim (que tradujimos simplemente como "Dios"). El nombre Elokim es peculiar, ya que su sufijo im (ים) sugiere que está en plural. Esto nos lleva a entender que se refiere a la Divinidad tal como se revela en la naturaleza, es decir, el mundo de la multiplicidad. Elokim (אֱ־לֹהִים) tiene incluso tiene el mismo valor numérico que la "naturaleza", HaTeva (הַטֶּבַע). Por otro lado, el versículo afirma que Dios es "uno" - una entidad única y abstracta que abarca y conecta tanto la naturaleza como lo que está más allá de la naturaleza.

Una persona de fe tiende a aspirar a distanciarse del flujo abrumador de colores, formas y opiniones de este mundo, en busca de una unidad simple que se encuentra más allá de él. Una voz interior susurra que, dentro del mundo, a través de la multiplicidad revelada, late un solo corazón, y debemos ir a buscarlo.

Pero, ¿cuál es el sentido de esta unidad, y cómo podemos siquiera acercarnos a ella si no tiene una relación con la multiplicidad en la que nos encontramos viviendo? Una unidad profunda tendría sentido y sería relevante para nuestras vidas sólo si pudiera ser vista, refractada o reflejada en la miríada de fragmentos del espejo de la realidad que es nuestro mundo de la multiplicidad. Además, los fragmentos del espejo deberían reflejar una multitud de nuevas facetas, que luego, a través del prisma de la unidad, son vistas como creadoras de una nueva unicidad. Por lo tanto, nuestro mundo de multiplicidad contribuiría a la formación de una superior unidad de segundo orden - una unidad que es incluso más alta que la inicial que imaginamos, porque ahora incluye tanto la unidad como la multiplicidad juntas.

Algo de nuestras expectativas se puede encontrar en las Cuatro Especies. Cada una de las especies ilumina un aspecto diferente de la singular unidad Divina, que juntas crean una representación más completa de la unidad divina, en la medida en que es posible representarla. También podemos pensar en las Cuatro Especies como cuatro coordenadas en un espacio multidimensional, colaborando para apuntar juntos al Dios único oculto.

Es un midrash, una meditación homilética de los sabios, el que nos insta a ir incluso un paso más allá. El Midrash se encuentra en el versículo que describe las Cuatro Especies en Levítico.[3] Toma la descripción de cada una de las especies y la compara con el Santo Bendito Es:[4]

"El fruto de un árbol hermoso" [refiriéndose al cidro, el etrog] - este es el Santo Bendito Es, como está escrito, "Estás vestido de gloria y majestad".[5]

"Ramas de palmeras" [refiriéndose a la rama de palma, el lulav] - este es el Santo Bendito Es, como está escrito, "Los justos florecerán como el árbol de palma".[6]

"Y ramas de árboles frondosos" [refiriéndose a las ramas de mirto, el hadasim] - este es el Santo Bendito Es, como está escrito, "Y él se paró entre los árboles de mirto".[7]

"Y los sauces del arroyo" [refiriéndose a las ramas de sauce, los aravot], este es el Santo Bendito Es, como está escrito, "Ensalzad a Aquel que cabalga sobre los cielos por Su nombre Ka".[8]

Comparar cada una de las Cuatro Especies con el Santo Bendito Es, el "Dios único", sugiere que no sólo crean una unidad y plenitud al ser tomadas en conjunto, sino que cada una de ellas, en y por sí misma, expresa un tipo de unidad y plenitud.

CUATRO TIPOS DE UNIDAD

La idea de que las Cuatro Especies expresan cuatro tipos de unidad es lo que deseamos examinar aquí. Nos ocuparemos de las Cuatro Especies según el orden enseñado por la Cabalá: hadas (mirto), arava (sauce), lulav (palma) y etrog (cidro).

MIRTO (HADAS): RAÍZ COMPARTIDA

Las ramas del mirto son largas, y en cada punto de ramificación, emergen exactamente tres hojas. Además, el criterio halájico para la validez de las ramas es que cada trío de hojas emerge efectivamente del mismo punto. Si solo hay dos que emergen de la misma altura y un tercero emerge de un punto separado, ya sea más alto o más bajo, la rama queda invalidada para la mitzvá.

A la luz de esto, el tipo de unidad que expresan las ramas de mirto es la unidad de una raíz compartida. En la superficie, el mundo está construido por una multiplicidad de miembros separados, pero si profundizamos bajo de la superficie, descubrimos que todas crecen y se ramifican a partir de una raíz. Y no solo eso, sino que todos se alimentan y viven de ella a cada momento, aunque nuestros ojos no lo vean. Descubrir la raíz común de las cosas nos exige ver más allá de lo periférico y buscar su raíz, su origen.

Una fragancia agradable es característica del mirto. El aroma aquí simboliza la capacidad de "olfatear" con nuestros sentidos internos el origen común de las cosas. Curiosamente, la agradable fragancia emana de las hojas, no del tallo. Es como si dijera: incluso lo que parece periférico no es insignificante - si nos concentramos, podemos sentir que el aroma de la raíz común imbuida en su interior irradia hacia afuera incluso más intensamente y con más fragancia que la propia raíz.

SAUCE (ARAVÁ): DESTINO COMPARTIDO

Las ramas de sauce son las más simples de las cuatro especies. No están dotados ni de fragancia ni de buen sabor - por el contrario, su sabor es amargo. También son los más rápidos en marchitarse, tanto es así, que, durante los siete días de Sucot, puede ser necesario reemplazar los sauces dos o incluso tres veces (algunas personas optan por reemplazarlos con ramas frescas todos los días).

Los sabios dijeron que las hojas del sauce se asemejan a los labios,[9] y esto se relaciona con los sonidos de murmullo y susurro que hacen las hojas cuando se mueven. Un arbusto de sauce recuerda a las multitudes de personas que se reúnen y se mezclan, produciendo un murmullo confuso. Aquí radica precisamente el tipo de unidad que encarnan los sauces: la unidad que emerge de estar mezclados. En hebreo, la palabra para "una mezcla" de personas, irbubiá (עִרְבּוּבְיָה) es cognada con la palabra para "sauce", aravá (עֲרָבָה).

La unidad de la mezcla es la unidad de la vida tal como es en realidad, en el presente. Como los sauces del arroyo, todos nos amontonamos en un pequeño pedazo de tierra que flota en el espacio, bebiendo sedientamente sus pocas gotas de agua, tratando de alguna manera de resistir antes de marchitarnos y fallecer. No se trata de una unidad de origen común de la que todos procedemos, o de un propósito compartido al que todos aspiramos, sino de un destino compartido - de responsabilidad mutua que surge de la dependencia mutua. Pero esta es una unidad muy profunda, y revela un aspecto de lo Divino.

Los sauces también ofrecen una solución - modesta e incompleta como son, pero digna de nuestra atención - a la situación que reflejan. La palabra aramea para "sauces", ajvaná (אַחְוָנָא) también significa "hermanas". Los labios susurrantes pueden convertirse en labios de diálogo, escucha y familiaridad - los principios básicos de una vida compartida. Como se mencionó, esta es una solución parcial, ya que las palabras realmente no resuelven todo, y en ciertos momentos, incluso difuminan brechas que tal vez deberían enfatizarse; pero como herramienta temporal e incompleta, como el propio sauce, son importantes.

LA RAMA DE PALMA (LULAV): PROPÓSITO COMPARTIDO

En la Biblia se hace referencia al lulav como "ramas de palmeras", y para ello utilizamos una hoja de palma que aún no se ha abierto y que parece una rama larga y delgada. Debido a que se eleva significativamente por encima de los demás, el lulav se considera el más prominente entre las Cuatro Especies. Cuando cumplimos el precepto de tomar las Cuatro Especies en Sucot y recitar la bendición, como lo hacemos antes de cada precepto que cumplimos, la bendición usa la rama de palma - el lulav - para referirse a las Cuatro Especies juntas: Bendito Seas Havaiá nuestro Dios... que nos ha ordenado tomar el Lulav".

La palmera datilera es única en la forma en que crecen sus hojas. En lugar de que cada hoja se ramifique en una dirección diferente, las hojas de la rama de palma se encuentran una encima de la otra, todas creciendo desde la columna central en la misma dirección. La unidad que simboliza el lulav es una de propósito compartido - tener un objetivo común. Esta unidad encarna el sueño de que la humanidad se unirá en torno a una sola visión y luchará unida por su cumplimiento.

En contraste con el recuerdo de una raíz compartida (las ramas de mirto) y el afrontamiento de la vida cotidiana tal como es (simbolizada por los sauces), la unidad de las ramas de palma es una convergencia en torno a una visión de futuro. Este tipo de unidad eleva nuestra talla e infunde en nosotros orgullo - del tipo positivo (como se encarna en la expresión que describe al rey Iehoshafat, "Su corazón se elevó en los caminos de Dios")[10] - orgullo que es una aspiración de traer nueva abundancia Divina al mundo. Es por eso que la rama de palma, el lulav, se asemeja a una columna vertebral erguida. Además, mientras que el mirto posee fragancia - un tenue recuerdo de unidad que una vez se reveló y ahora está oculto - el fruto de la palmera datilera tiene sabor. La razón es que una visión para el futuro les da un sabor tangible a nuestras vidas, una sensación de que tenemos un lugar hacia donde progresar y un deseo de llegar a nuestro destino.

Observemos que esta unidad específica exige una jerarquía clara: implica objetivos y medios superiores e inferiores, un valor supremo y otros valores subordinados. Para emprender un camino de desarrollo, uno debe reconocer la necesidad de situar una enseñanza, un principio por encima de los demás, aceptando definiciones de niveles, roles y etapas.

EL CIDRO (ETROG): EMPATÍA

El cidro, o etrog, es conocido en la Biblia como "el fruto de un árbol hermoso". Los sabios interpretan que esta belleza descrita en el versículo significa "un fruto que mora en su árbol de año a año", es decir, un fruto que tarda un año completo en madurar y, por lo tanto, pasa por todas las estaciones en el árbol. Los sabios también aprendieron que el árbol debe ser uno que crezca adyacente al agua, porque la palabra específica para "belleza" (הדר), utilizada en el verso y pronunciada "hadar", es fonéticamente similar a la palabra griega para "agua" (hidra).[11] Finalmente, los sabios comparan la forma de la fruta con el corazón humano.[12]

La capacidad del cidro para resistir todas las estaciones mientras crece en el árbol insinúa el atributo de ecuanimidad - una aceptación humilde e impasible de todas las circunstancias de la vida - ya sea que llueva o truene. De hecho, este es el rasgo del corazón rectificado, que no se vuelve arrogante ni resentido, sino que siempre está imbuido de humildad y gratitud por todo lo que tiene. Esta experiencia equilibra el orgullo de la rama de palma, lo que nos permite elevarnos sin volvernos arrogantes.

Socialmente, la capacidad de adaptarse a cualquier clima se asemeja a la capacidad de soportar y aceptar todos los temperamentos humanos. Moisés describe al líder que lo reemplazará como alguien que "puede comportarse de acuerdo con el espíritu de cada persona".[13] Este es el tipo de unidad encarnada aquí: la unidad a través de la empatía. Es la unidad que se logra a través de la comprensión emocional y la participación con los demás - la capacidad de escuchar a todos y entender a cada uno en su lugar.

Esta unidad no pertenece al pasado, al presente o al futuro, sino a la eternidad del tiempo. Es una unidad atemporal, siempre igual de necesaria, siempre igual de buscada. Quizás por esta razón, el cidro es la única de las Cuatro Especies dotada tanto de fragancia como de sabor.

UNIDAD NACIONAL

Una de las unidades a las que muchos aspiran hoy en día es la unidad nacional - la reparación de la brecha entre las diferentes facciones, primero del pueblo judío como un microcosmos de la humanidad y luego de toda la humanidad. Esta aspiración es muy noble: el pueblo judío es llamado "una nación sobre la tierra",[14] así como Dios es descrito como uno. Nuestra unidad está destinada a reflejar la sublime unidad de "Havaia es uno".[15]

El problema es que las diferentes personas que aspiran a la unidad suelen centrarse sólo en uno de los tipos de unidad que hemos enumerado, o a lo sumo dos; pero casi nunca se aboga por reconocer la necesidad de los cuatro tipos. La festividad de Sucot y el mandamiento de las Cuatro Especies son un recordatorio de que la unidad verdaderamente exaltada es la unidad de todas las unidades. Irónicamente, si uno se limita a una sola unidad, no se eleva por encima del mundo de la multiplicidad en absoluto.

Cuando intentamos aplicar los cuatro tipos de unidad que hemos presentado a nivel nacional, se convierten en cuatro métodos para unir a todos los tipos de personas en la nación, de la siguiente manera: Según el mirto (hadasim), la unidad debe basarse en un origen común y nada más; según los sauces (aravot), estamos unidos por el mero hecho de compartir la vida; la rama de palma (lulav) declara que lo principal es que tenemos un propósito compartido; y el cidro (etrog), a su discreta manera, argumenta que lo único que importa es que nos entendamos y empaticemos unos con otros.

Curiosamente, esto se conecta con la famosa interpretación de que las Cuatro Especies representan cuatro tipos de judíos, basándose en el principio de que el sabor simboliza la Torá y la fragancia simboliza las buenas acciones.[16] Podemos ver que cada tipo de unidad que hemos enumerado corresponde exactamente al tipo de persona judía que le es paralelo:

    El sauce (aravá), que no tiene sabor ni fragancia, simboliza a las personas que no estudian Torá ni realizan buenas obras. Se trata de individuos que sólo desean la máxima expansión de la libertad individual, de modo que cada persona pueda actuar por sí misma y por su familia sin que los demás interfieran. Naturalmente, el único tipo de unidad a la que aspiran es que logremos convivir y mantener una economía común. No hace falta nada más.

    El mirto (hadas), que tiene fragancia, pero carece de sabor, simboliza a aquellos que realizan buenas obras, pero no son eruditos en la Torá. Al ser individuos amables que habitan entre su pueblo, tienden a sentirse parte del pueblo judío, pero ven su nacionalidad como una cuestión de origen e historia comunes - una familia extendida, nada más.

    La rama de palma (lulav), que produce el fruto del dátil que tiene sabor, pero no fragancia, simboliza a las personas que estudian Torá, pero no se involucran en buenas obras. Como son meticulosos en su entendimiento de la Torá, creen que lo principal capaz de unir a la nación es un propósito compartido - su convergencia en torno al servicio a Dios como se aprende de la Torá.

    Finalmente, el cidro (etrog), que posee tanto sabor como fragancia, simboliza a los individuos más refinados, que tienen tanto Torá como buenas acciones. Estas personas logran combinar la percepción de la realidad del pueblo con la percepción de su propósito compartido. Al igual que los individuos comparados con una palmera datilera, desean ver a nuestro pueblo unido en torno al servicio a Dios, pero al igual que aquellos que se asemejan a las ramas de mirto, son sensibles a la compleja realidad de nuestro pueblo, que requiere la aceptación familiar de todos. Entienden que esta convergencia ocurrirá cuando ello suceda, y cada individuo se unirá a ella desde su propio lugar y a su manera. (Sin embargo, tal vez lo principal que les falta a estos individuos es el entendimiento de que el sauce sabe de forma innata lo que es construir un hogar compartido en el sentido terrenal y simple de la palabra...).

Naturalmente, cada una de las especies y el tipo de personas que representan tienden a preferir su propio enfoque excluyendo a los demás. Pero durante Sucot, las tomamos todos juntos. Al hacerlo, nos estamos recordando que, en última instancia, todas estas formas de unidad se complementan entre sí, y solo si logramos mantenerlas todas podemos alcanzar la verdadera unidad.

 

 



[1] Levítico 23:40

[2] Deuteronomio 6:4

[3]  Levítico 23:40, que dice: "El primer día tomarás el fruto de un árbol hermoso, ramas de palmeras, ramas de árboles frondosos y sauces de arroyo, y te regocijarás ante Havaia tu Dios por siete días".

[4]  Vaikra Rabá 30:9; Pesikta DeRav Kahana 27:9.

[5]  Salmos 104:1.

[6]  Salmos 92:13.

[7] Zacarías 1:8.

[8] Salmos 68:5.

[9] . Vaikrá Rabá 30:14.

[10] . 2 Crónicas 17:6.

[11] . Sucá 35a.

[12] . Vaikrá Rabá 30:14.

[13] . Rashi en Números 27:18.

[14] . 2 Samuel 7:23.

[15] . Deuteronomio 6:4.

[16] . Vaikrá Rabá 30:12; Ialkut Shimoni Vaikra §753.



ESTUDIO DE JUDAÍSMO PARA TODOS

PARASHÁ BERESHIT Y SUCOT 5785

 

 


https://youtu.be/rWdPbgVzvP8

 

MULTIPLICIDAD Y UNIDAD📖

 

Hay muchas interpretaciones del significado interno de las Cuatro Especies, y aquí presentaremos solo una de ellas. Deseamos preguntarnos, ¿qué cualidad espiritual representa cada una de las Cuatro Especies?, y a la luz de esto, ¿qué simboliza su unificación, cuando tomamos las cuatro juntas en nuestras manos?

Uno de los temas que toca la unificación de las Cuatro Especies es la relación entre dos polos de existencia - la unidad y la multiplicidad.

 

 

SUCOT EN ISRAEL 5785

 

 


https://www.youtube.com/shorts/inZfm_UAWy0

 

 


https://www.youtube.com/shorts/56vFfA-cGqI

 

 


https://www.youtube.com/shorts/z45pELt87lQ

 

 


https://www.youtube.com/shorts/Wur9Pxl7ab8

 

 

*🍷 SHAVUA TOV🍷*

*🕯🌿BUENA SEMANA DE BENDICIÓN Y ALEGRÍA🌿🕯*

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*Una Historia Jasídica para Despedir al Shabat*

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*Una Historia Jasídica para Despedir al Shabat*

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*_Es costumbre contar una historia jasídica sobre el Baal Shem Tov al terminar Shabat por la noche en una comida de Melavé Malká, acompañando a la Reina, el Shabat_*

 

*_Una segulá para un buen sustento, para tener hijos y tener satisfacciones de los niños, para una vida buena y larga y para salud_*

 

*SHALOM QUERIDOS AMIGOS*

Después de un Shabat Iom Kipur con mucho sentimiento y oraciones para un año bueno y dulce con el Mashíaj, comenzamos esta semana con las preparaciones para Sucot, la Sucá y las 4 Especies, etrog, lulav, hadás y aravot, hacia Shabat Bereshit. Aquí unas historias inspiradoras para que la semana sea de mucha difusión de la Torá del Baal Shem Tov.

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*EL PEQUEÑO SHMULIK NO OLVIDÓ*

Era la noche de "Kol Nidrei". El Baal Shem Tov estaba en su estudio, envuelto en su talit, preparándose para la oración de la tarde. La gran congregación que se había reunido en la sinagoga esperaba el inicio de la oración, pero el Baal Shem Tov estaba inmerso en sus pensamientos sagrados. Permanecía quieto, absorto en sus reflexiones, con una expresión seria y preocupada en su rostro.

De repente, una luz de alegría y felicidad inundó su rostro; prácticamente irradiaba dicha, y ordenó a los jasidim que comenzaran la oración.

Después de Yom Kipur, el Baal Shem Tov contó la siguiente historia a sus discípulos:

En uno de los pueblos vivía un judío que se ganaba la vida de la tierra que alquilaba a un terrateniente. Era un hombre amable y el terrateniente lo consideraba un amigo personal. Este inquilino falleció un día, dejando una joven viuda y un niño pequeño. No pasó mucho tiempo antes de que la viuda también falleciera de pena, dejando al pequeño huérfano de padre y madre.

El terrateniente adoptó al niño huérfano. Como no tenía hijos propios, se encariñó profundamente con el niño y lo trató como si fuera su propio hijo. Con el tiempo, el niño olvidó por completo sus orígenes judíos.

Una vez, mientras jugaba con sus amigos, estalló una pelea entre ellos. Durante la pelea, uno de los niños le gritó: "¡Zhid!" (un término despectivo para judío), "¡No eres el hijo del terrateniente! Tus padres eran judíos".

El niño estalló en llanto y corrió de inmediato hacia el terrateniente. Con las lágrimas ahogando su garganta, trató de interrogarlo sobre su pasado. El terrateniente intentó calmarlo y desviar su atención: "Sabes que te quiero, y serás mi único heredero. Cuando crezcas, todo lo que tengo pasará a tus manos".

Pero el niño, llamado Shmulik, no se calmó. Siguió haciendo preguntas hasta que, finalmente, el terrateniente se vio obligado a confesar que, en efecto, sus padres eran judíos. Shmulik le pidió que le contara un poco más sobre ellos. El terrateniente le dijo que eran personas honestas y buenas, judíos devotos que estaban profundamente comprometidos con su fe y que eran algunos de sus mejores amigos. "Sin embargo", añadió, "eran extremadamente pobres y no te dejaron nada, excepto un libro viejo y una bolsa gastada y raída".

En esa bolsa estaban un talit (manto de oración) y un majzor (libro de oraciones) de las Grandes Festividades. Shmulik intentó abrir el libro, pero no sabía leer ni una sola palabra. Tampoco sabía para qué servía el talit. A pesar de todo, guardó esos objetos con mucho cuidado.

Pasaron los días y Shmulik salió a caminar por el pueblo. Mientras caminaba, observó a unos judíos empacando maletas y preparándose para viajar. "¿Adónde van?", les preguntó con curiosidad. "Nos dirigimos a la ciudad cercana para poder rezar en Rosh Hashaná junto con todos los demás judíos", le respondieron.

"¿Qué es Rosh Hashaná?", preguntó el niño. Los judíos le explicaron que Rosh Hashaná es el Día del Juicio, cuando le pedimos al Señor del mundo que nos conceda un buen año, tanto en lo material como en lo espiritual.

Pasaron unos días más. Shmulik vio más carros llenos de judíos viajando hacia la ciudad para los días festivos. No podía encontrar paz. Algo profundo e inexplicable lo atraía hacia los judíos.

Esa noche soñó que veía a su padre fallecido, quien le decía: "Shmulik, querido, tú eres mi hijo, un judío como todos los demás judíos. Levántate y ve a la sinagoga a rezar. Hashem escuchará tu oración".

La noche siguiente tuvo otro sueño. Esta vez, su madre se le apareció y le dijo: "Querido hijo, tú eres judío. Tu lugar está entre tus hermanos judíos. Hoy es Rosh Hashaná en el mundo, levántate y ve con tus hermanos judíos. Aún no es demasiado tarde".

Shmulik estaba confundido y desconcertado al día siguiente. No podía quedarse en la mansión del terrateniente. Por suerte, el terrateniente se había ido de caza, lo que le permitió estar solo y reflexionar sobre los sueños que había tenido. Algo lo empujaba hacia la ciudad, hacia sus hermanos judíos, aunque él mismo no sabía qué era.

Ya no podía quedarse en casa. Con una decisión firme, tomó la bolsa y el libro que había heredado, dejó la casa del terrateniente y emprendió el camino.

Vagó durante varios días hasta que llegó a la gran ciudad. Llegó al atardecer y preguntó dónde estaba la sinagoga judía. Cansado, exhausto y abatido, finalmente llegó a la sinagoga, donde los judíos, vestidos de blanco, rezaban con devoción y súplicas. Era la noche de Yom Kipur y los feligreses recitaban Kol Nidrei. El niño escuchaba las oraciones y los llantos que brotaban desde lo más profundo del corazón, y estos tocaron el suyo. Su alma joven también deseaba derramar una oración dulce ante el Creador del mundo, pero no sabía cómo rezar. El dolor en el corazón de este niño judío perdido rompía los cielos.

Yo también, continuó el Baal Shem Tov, observaba a Shmulik. Me dolía profundamente su situación y temía mucho que, en su desesperación, se fuera de la sinagoga y se perdiera, Dios no lo quiera, del pueblo de Israel.

De repente, el niño abrió el majzor (libro de oraciones) que tenía con él y dijo: "Señor del Universo, también yo quiero rezar y derramar mi corazón ante Ti, pero no sé qué rezar ni cómo hacerlo. Toma, Señor del Universo, todo el majzor, y considéralo como si yo también hubiera rezado correctamente". Al decir esto, Shmulik enterró su rostro en el majzor abierto y un torrente de amargas lágrimas brotó de sus ojos.

Cuando vi esto, concluyó el Baal Shem Tov, sentí una gran alegría por la grandeza de un alma judía, incluso cuando ha estado separada de los judíos y el judaísmo durante años. Estaba seguro de que esta ferviente oración de ese niño judío nos traería un buen y dulce año.

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