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sábado, 31 de agosto de 2024

5784 Shoftim - Mes de Elul

 BS"D



SHOFTIM  שֹׁפְטִים 

Deuteronomio 16:18-21:9   Haftará:  Isaias 51:12 – 52:12

 

 


MATERIAL DE ESTUDIO

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El mes de Elul, el último mes del año judío, comienza oficialmente este lunes por la noche con el último día de Av, por lo que Rosh Jodesh Elul será el martes y el miércoles. Tradicionalmente, Elul ha sido un mes de evaluación espiritual, durante el cual hacemos un balance de nuestra situación espiritual y moral, tratando de prepararnos lo mejor posible para Rosh Hashaná. ¿Quién no se siente atemorizado antes de enfrentar un juicio, como dice el profeta: "El león ruge; ¿quién no temerá?"
Puedes aprender más sobre Elul en el artículo de:





ESTUDIO DE JUDAÍSMO

PARASHÁ SHOFTIM JUECES Y EL MES DE ELUL: LOS JUECES Y EL 7 DE OCTUBRE

 

 


https://youtu.be/GCZTpHm6pE8

 

 

LA VERDAD SOBRE ALGO QUE TIENES QUE SABER

 


https://youtu.be/9pRFtzE972s

 

 

ROSH JODESH ELUL _1: HALEL, LECTURA DE LA TORÁ Y EL NOMBRE DE DIOS QUE ILUMINA EL ÚLTIMO MES DEL AÑO

 


https://youtu.be/CnGZd6A5VQA

 

 

Ofrenda de Rosh Jodesh – 4 Aliá

Bamidbar 28:11

11 En sus festividades de la luna nueva presentarán como ofrenda quemada a Dios dos toros jóvenes, un carnero y siete corderos añojos, [todos] sin imperfección.

12 Habrá una ofrenda de grano de 3/10 [de efá] de harina de trigo mezclada con aceite para cada toro, una ofrenda de grano de 2/10 [de efá] de harina de trigo mezclada con aceite para el carnero

13 y una ofrenda de grano de 1/10 [de efá] mezclada con aceite para cada cordero. Ésta será la ofrenda quemada [presentada] como fragancia apaciguadora a Dios.

14 Sus libaciones de vino consistirán en ½ hin para cada toro, 1/3 de hin para el carnero y ¼ de hin para cada cordero. Ésta es la ofrenda quemada de la luna nueva, para los meses lunares del año.

15 Habrá asimismo una cabra [presentada] como ofrenda por el pecado a Dios. [Todo esto] será presentado además de la ofrenda quemada diaria regular y su libación.

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 La combinación del mes de Elul:

VER MÁS AQUÍ:

https://galeinai.org/2023/09/13/el-mes-de-elul-y-el-sefer-ietzira/

 

 

 

ROSH JODESH ELUL_2: HALEL

 

 


https://youtu.be/1JwDbnvMvJ8

 

 

 

ROSH JODESH ELUL_3: LECTURA DE LA TORÁ 

  


https://youtu.be/g6f1RXF5B4U

 

 

LECTURA DE LA TORÁ, SONIDO DEL SHOFAR, ELUL Y ¿QUIÉN LE DIO PODER A LOS RABINOS?

 

https://youtu.be/PSWda6GK4eY

 

9 Debes acercarte a los sacerdotes levíticos [y otros miembros de] la corte suprema que exista en ese tiempo. Cuando solicites información ellos te declararán una decisión legal.

 

Se cuenta que el Rabí Zusha de Anipoli dividía la teshuvá en cinco partes, basadas en acrónimos:

"Sé íntegro con el Señor tu Dios" (Deuteronomio 18:13).

"Siempre tengo al Señor presente" (Salmos 16:8).

"Ama a tu prójimo como a ti mismo" (Levítico 19:18).

"En todos tus caminos conócelo" (Proverbios 3:6).

"Camina humildemente con el Señor" (Miqueas 6:8).

Este proceso de arrepentimiento comienza con ser íntegro en el mes de Elul, asociado con la pureza y preparación para los Días Solemnes.

 

DEUTERONOMIO 17

9 Debes acercarte a los sacerdotes levíticos [y otros miembros de] la corte suprema que exista en ese tiempo. Cuando solicites información ellos te declararán una decisión legal.

10 Puesto que esta decisión viene del lugar que Dios elegirá debes hacer como ellos te digan, siguiendo cuidadosamente cada una de sus decisiones.

11 [Aparte de esto, en general,] debes cumplir la Torá como ellos la interpreten para ti y seguir las leyes que ellos legislen para ti. No te apartes ni a la derecha ni a la izquierda de la palabra que te declaren.

12 Si hay algún hombre que se rebele y se niegue a escuchar al sacerdote o a otro juez que esté a cargo de servir a Dios tu Señor allí [como líder de la corte suprema], entonces a ese hombre debe dársele muerte, librándote así del mal en Israel.

13 Cuando todo el pueblo oiga acerca de ello, tendrán miedo y no volverán a rebelarse.

DEUTERONOMIO 18

9 Cuando vengas a la tierra que Dios tu Señor te da, no aprendas a hacer las prácticas repugnantes de esas naciones.

10 Entre ti, no se hallará nadie que pase a su hijo o a su hija por el fuego, que practique la adivinación con palos, que vaticine tiempos favorables, que adivine por agüeros, que practique la hechicería,

11 que emplee conjuros, que consulte a médiums y oráculos o que intente comunicarse con los muertos.

12 Cualquiera implicado en estas prácticas es repugnante para Dios, y fue por causa de prácticas repugnantes como éstas que Dios tu Señor está expulsando [a estas naciones] ante ti.

13Debes [por consiguiente] permanecer totalmente fiel a Dios tu Señor.

 

 

 

GAL EINAI, LA IMPORTANCIA DE LA TZEDAKÁ Y EL NOMBRE DE HASHEM EN ELUL

CHARLA CON LA COMUNIDAD DE MÉXICO

RABINO JAIM FRIM

 

 


https://youtu.be/bt4SxDA_51c

 

 

EL REY ESTÁ EN EL CAMPO

 

 

 


https://youtu.be/keZvvfTh5Fw

 

Sobre el mes de Elul, el Admor HaZaken trae un famoso ejemplo:

 

El Alter Rebe usa esta metáfora para describir la cercanía de Hashem durante este mes, en comparación con los Yamim Noraim (Rosh Hashaná y Yom Kipur), cuando la relación con Dios es más formal, como la de un rey en su trono de juicio.

El concepto de "El Rey está en el campo" (המלך בשדה) es un mashal (parábola) que se originó en las enseñanzas del Baal Shem Tov y fue desarrollado en las obras del Alter Rebe, Rabi Shneur Zalman de Liadí, el fundador de Jabad-Lubavitch, en su libro Likutei Torá en la sección de Elul.

 _______

Es como un rey que, antes de llegar a la ciudad, los habitantes de la ciudad salen a su encuentro y lo reciben en el campo, donde cualquiera que lo desee puede salir a recibirlo. El rey recibe a todos con una expresión amigable y muestra una sonrisa a todos. Al dirigirse a la ciudad, ellos lo siguen. Luego, cuando llega a su palacio real, solo pueden entrar aquellos que han recibido permiso, y aun así, solo los más destacados del pueblo y personas excepcionales.

 

EL SHOFAR DE ELUL LLAMA A LA TESHUVÁ

 

https://www.youtube.com/shorts/0FVrM_ugSrU?feature=share

 

 

SHOFAR DEL 3 DE ELUL



https://www.youtube.com/shorts/CnimCb1_zVM?feature=share

 

 

 

 

QUE LA TIERRA PRODUZCA HIERBAS

 

Estudio de Jasidut:

Epístola Sagrada – Igueret haKodesh

Carta 20 clase 10

 


 

https://youtu.be/AoLtVxDHGI8

 

Este es el efecto constante y eterno, en toda la tierra, de la aserción creadora "Que la tierra produzca hierbas..." (en un modo de infinitud, y no sólo durante los Seis Días de la Creación, como con el mandato "Que las aguas produzcan [una abundancia de criaturas que se arrastran]", y el mandato "Que la tierra produzca seres vivientes". [Estos mandatos derivan] de la jojmá del maljut de maljut de Asiá. Pues durante los Seis Días del Comienzo brilló en este mundo una radiación de la [infinita] luz Ein Sof en un modo de bondad gratuita, sin ninguna elevación [previa] de máin nukvín en absoluto).

 






 TORÁ Y CIENCIA

MATEMÁTICAS

¿QUÉ ES EL INFINITO?

"אַיֵּה סֹפֵר אַיֵּה שֹׁקֵל אַיֵּה סֹפֵר אֶת הַמִּגְדָּלִים"

"Ayé sofer, ayé shokel, ayé sofer et hamigdalim"

"¿Dónde está el contador? ¿Dónde está el que pesa? ¿Dónde está el que cuenta las torres?" [Ishaiahu 33:18]

 

El mensaje de esta semana es diferente al habitual: Gracias a Dios, Esta semana, hemos sido bendecidos con una larga, rica y maravillosa lección del rabino Ginsburgh, que unifica la Torá y la ciencia. Esta lección trata un tema importante en matemáticas: los niveles del infinito, una teoría desarrollada por Georg Cantor. Debido a que es un tema abstracto y complejo desde el punto de vista matemático, y también porque las ideas jasídicas relacionadas con él son especialmente profundas, intentaremos aquí ofrecer un resumen de los puntos principales de la lección (a mi entender...) con la esperanza de que esto ayude a comprender el núcleo interno de la lección y las maravillosas novedades que contiene.

 

Infinito numerable e innumerable - 'Memale' y 'Sovev'

La innovación básica y principal de Cantor fue que existe un infinito que no se puede enumerar. Más allá del infinito simple, como los números enteros del 1 al infinito que por supuesto se pueden contar, existe un infinito que no se puede contar.

El ejemplo simple y tangible de un infinito que no se puede contar es el infinito de números que existen entre 0 y 1. Este es un infinito continuo que no se puede enumerar.

Esta innovación generó una gran controversia en su contra: algunos argumentaban que solo existe un infinito 'simple' que se puede enumerar, y que incluso este no está claro si realmente existe en la realidad. Desde una perspectiva interior, esta controversia continúa el debate interior judío entre los jasidim y los mitnagdim, los opositores al Jasidut, que tuvo lugar 100 años antes, sobre si el tzimtzum (la contracción Divina) es literal, lo que implicaría que la luz infinita de Dios no está presente en el mundo (Dios no lo quiera), como sostienen los mitnagdim, o si 'el tzimtzum no es literal' y la luz infinita de Dios está en todas partes.

Estos dos tipos de infinito se pueden comparar con dos tipos de luz divina: la luz que llena todos los mundos (ממלא כל עלמין) y se encuentra limitada en ellos, como el infinito que se puede contar, y la luz que rodea todos los mundos (סובב כל עלמין), correspondiente al infinito que no se puede contar.

 

Orót de Tohu en Kelim de Tikun

Luces del Caos en Recipientes de Rectificación. Reconocer que existe un infinito que no se puede enumerar abre la puerta a infinitos de diferentes magnitudes. Cantor afirmó que estos mismos infinitos pueden clasificarse según sus magnitudes, y estas magnitudes se clasifican con números enteros y se denotan con la letra alef א: א1, א2, א3, etc. En matemáticas se ha demostrado que esta afirmación sobre la clasificación de las magnitudes del infinito (y que no hay infinitos que no estén clasificados) se basa en el 'Axioma de Elección'. El rabino Ginsburgh enseña que el Axioma de Elección se ajusta a una perspectiva de la fe, en la que es claro que Dios (El Infinito, y el único capaz de captar el infinito) elige al pueblo de Israel y a la Tierra de Israel, etc.

Esto significa que hay tres niveles: un infinito 'limitado', que se puede contar; un infinito 'ilimitado', que no se puede contar; y la clasificación y 'contabilidad' de los infinitos ilimitados.

Esto recuerda un dicho jasídico que dice que un 'mitnaged' ama los límites, un jasid se siente atraído por lo ilimitado, y un verdadero Rebe logra introducir lo ilimitado dentro de los límites. En nuestro contexto: el infinito que se puede contar es aceptado incluso por la mente 'mitnaged', como se mencionó anteriormente: se debe reconocer la existencia de tal infinito, al menos en teoría. El infinito no contable es la innovación jasídica que rompe las fronteras y la novedad es que este también se puede introducir en el orden y el límite, que es el poder especial de un Rebe.

En otros términos, se puede entender que el infinito contable es 'kelim de Tikun' (recipientes de rectificación), donde existe un orden claro y una comprensión intelectual (aunque no completa, ya que la mente no puede captar el infinito). El infinito no contable es 'Orót de Tohu' (luces del caos) fuerzas tremendas que rompen los límites. La innovación que el Rebe de Lubavitch enseñó, que es el camino correcto para traer la redención, es introducir 'Orót de Tohu en Kelim de Tikún', organizar también los infinitos no contables en un orden sistemático.

 

Dios está por encima de todos los infinitos

Entre los filósofos hubo quienes se opusieron a la innovación de Cantor sobre la multiplicidad de infinitos, pensando que tal idea 'dañaría' la 'exclusividad' del Creador infinito. Según la enseñanza del interior de la Torá, la Cabalá y el Jasidut, esto no es necesario en absoluto: Dios está por encima de todos los infinitos, matemáticos y de otro tipo. Así se explica en el jasidismo que incluso el término 'Ein Sof' (Infinito) no describe a Dios mismo, porque Dios no solo no tiene fin, sino que tampoco tiene comienzo... Desde otra perspectiva, la contabilidad matemática del infinito cuenta la multiplicidad de detalles y criaturas, mientras que Dios está por encima de ellos y todos son como nada y vacío ante Él:

"כוֹלָּא קַמֵּיהּ כְּלָא חֲשִׁיב"

"Kulá kamei kelo jashiv" “Todo ante Él es como nada”.

 




ELUL

EL REY ESTÁ EN EL CAMPO

Sobre el mes de Elul, el Admor HaZaken trae un famoso ejemplo

El Alter Rebe usa esta metáfora para describir la cercanía de Hashem durante este mes, en comparación con los Yamim Noraim (Rosh Hashaná y Yom Kipur), cuando la relación con Dios es más formal, como la de un rey en su trono de juicio.

El concepto de "El Rey está en el campo" (המלך בשדה) es un mashal (parábola) que se originó en las enseñanzas del Baal Shem Tov y fue desarrollado en las obras del Alter Rebe, Rabi Shneur Zalman de Liadí, el fundador de Jabad-Lubavitch, en su libro Likutei Torá en la sección de Elul.

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Es como un rey que, antes de llegar a la ciudad, los habitantes de la ciudad salen a su encuentro y lo reciben en el campo, donde cualquiera que lo desee puede salir a recibirlo. El rey recibe a todos con una expresión amigable y muestra una sonrisa a todos. Al dirigirse a la ciudad, ellos lo siguen. Luego, cuando llega a su palacio real, solo pueden entrar aquellos que han recibido permiso, y aun así, solo los más destacados del pueblo y personas excepcionales.

La ciudad en el ejemplo es la "Ciudad del Gran Rey", Jerusalén, la ciudad santa, el lugar que el Eterno ha elegido para que Su Nombre repose allí. En contraste con la santidad de la ciudad, el desierto es el lugar del "serpiente ardiente, escorpión y sed de agua", donde no hay agua. Entre la ciudad sagrada y el desierto aterrador se encuentra el campo, un lugar 'neutral', donde cuando el rey sale, incluso aquel que se ha alejado y ha vagado por el desierto puede regresar y encontrarse con el rey, quien le muestra una cara amigable y lo anima a acercarse.

En el ámbito personal: la ciudad representa los asuntos de la santidad, el estudio de la Torá y el cumplimiento de las mitzvot "por su propio bien". El desierto es el ámbito alejado de la luz del rostro del Eterno, "tierra árida y sin agua", el área de la prohibición que oculta la presencia de Dios (cuyo origen está en las tres klipot impuras, "serpiente ardiente y escorpión"). El campo entre ellos es el ámbito del permiso, el mundo secular cotidiano, donde la persona pasa la mayor parte de sus días (cuya raíz está en la klipá de Noga, una mezcla de bien y mal).

Existen tzadikim únicos que siempre viven en la ciudad sagrada y tienen el mérito de ver la cara del rey, pero la mayoría de nosotros, 'beinonim' (intermedios), vivimos en el campo, mezclados entre el bien y el mal, con nuestra alma entrelazada con ambos. En momentos peores, incluso podemos perdernos en los desiertos de la prohibición, que Dios no lo permita. Para nosotros, la oportunidad de encontrarnos con el rey solo llega cuando él se nos aparece en el campo, en los aspectos de nuestras vidas donde nuestra alma tiene deseos: en la bendición y el kashrut de una comida sabrosa, en la mezuzá en la puerta de nuestra hermosa casa, o en la honestidad en nuestras transacciones laborales. Un encuentro como este nos invita a salir del desierto, donde estábamos inmersos en nosotros mismos, y acercarnos al rey, y al final, también nos dará fuerza para entrar en la ciudad misma.

El encuentro con el Eterno en el campo caracteriza el mes de Elul, en el cual Dios nos invita a pasar de los lugares negativos a los que nos alejamos durante el año, hacia la santidad de los Yamim Noraim (Días Solemnes) del próximo año. En realidad, este movimiento pertenece a cualquier transición del mundo externo hacia la santidad interna, y estas transiciones son la esencia de toda nuestra vida en este mundo. Vivimos en un mundo donde "esto y aquello contribuyen", es decir, en casi todas las realidades se mezclan lo prohibido y lo permitido. Incluso dentro de nosotros, casi en cada decisión que tomamos, se entremezclan motivos sagrados con intereses bajos. Nuestro papel es elevarnos, reconociendo que solo "desde lo no puro se llega a lo puro", y así elevar con nosotros toda la realidad hacia la santidad.

En este campo mixto, el lugar donde se nos ha asignado trabajar, el rey está presente y nos sonríe con una expresión amigable, revelándonos que su mayor placer y entretenimiento provienen precisamente de la elevación de los aspectos permitidos (refinamiento de la klipá de Noga), paso a paso, "como la luz brillante que crece hasta llegar al día perfecto".

 



 

EL ANFITRIÓN SIN TECHO

Reflexiones sobre el Templo Sagrado

 

En el corazón de la Torá se encuentra una casa. 

La Torá comienza con la historia de la Creación, se mueve a través de los eventos de la humanidad antigua, revela las historias de los Patriarcas y sus hijos, describe el Éxodo de Egipto y las peregrinaciones por el desierto, y enumera los 613 mandamientos que cubren todos los aspectos de la vida. Pero en última instancia todo gira en torno a una cosa y aspira a una cosa: construir el Templo.

 Que el objetivo de toda la Torá – es alcanzar el Templo - se insinúa en su primera letra. La Torá comienza con la segunda letra del alfabeto, la letra bet, que literalmente significa "casa", lo que sugiere que el propósito de la Creación es evolucionar y perfeccionarse hasta que ella misma se convierta en una especie de casa, un recipiente que contiene la luz Divina a partir de la cual fue creada. Así es como los sabios interpretan el versículo que culmina la historia de la creación, "para lo cual Dios creó para hacer"[1]. Él "creó" (bará) para que nosotros podamos "hacer" (la'asot), es decir, perfeccionar el mundo a través de la acción.[2]

Dos veces construimos una casa para el Creador en este mundo. Pero en ambos casos, no fuimos dignos de ella, y fue destruida. El día en que experimentamos la ausencia de nuestro hogar Divino más que cualquier otro es Tishá B'Av, el noveno día de Av. En este día, recordamos que, en cierto sentido, todos estamos sin hogar, lamentando la pérdida del Templo y anhelando un nuevo hogar donde nosotros y Dios podamos vivir juntos para siempre. Pero en los días y semanas posteriores a Tishá B'av, ¿deberíamos cambiar nuestro enfoque al pensar acerca del futuro tercer Templo y qué tipo de hogar se supone que será? 

En el nivel más básico, es una casa literal - una casa de oración, arrepentimiento y sacrificios que se ofrecerán "en el lugar que Dios escoja".[3] Esta es la interpretación literal y, por regla general, "una escritura nunca carece de significado literal".[4]

Sin embargo, la casa exterior es también una metáfora y una vestimenta para otra casa, una casa interior y espiritual, que se establecerá dentro de nosotros. El mismo verso que ordena su construcción insinúa esto desde el principio: "Que me hagan un santuario", dice, "para que pueda habitar dentro de ellos.[5] El versículo no dice "dentro de él", el santuario, sino "dentro de ellos", refiriéndose a los corazones de sus constructores. De hecho, una de las ofensas más importantes que los profetas condenaron fue la realización del servicio externo del Templo sin el servicio interno del corazón.

La pregunta, por supuesto, es ¿cómo? ¿Cómo abrimos un espacio dentro del corazón y traemos a nuestro Creador a él?

 

¿Quién es el anfitrión?

El mandamiento de construir una casa para Dios es paradójico. Por un lado, implica que nosotros somos los dueños de la casa, Él es el huésped y lo invitamos a nuestro hogar.[6] Por otro lado, ¿quién recibe realmente a quién en este mundo? Después de todo, la situación real es exactamente la opuesta: del Santo Bendito Es está dicho que: "Él es el lugar del mundo, y el mundo no es Su lugar",[7] y así somos como huéspedes fugaces - pasando por Su mundo, tomando una taza de té, en el mejor de los casos dejando un regalo, en el peor de los casos dejando un desastre, y luego despedirse y partir. ¿Cómo podemos pensar en nosotros mismos como propietarios de viviendas que albergan a Dios en Su propio mundo?

Una primera resolución de la paradoja la proporciona la distinción halájica (relativa a la ley judía) entre el "dominio privado" y el "dominio público". A primera vista, "dominio privado" se refiere a la casa de una persona y el "dominio público" se refiere al área entre casas. 

Pero estos no son solo términos halájicos. También expresan dos modos de entender la realidad. Desde una perspectiva terrenal, nuestro mundo es una especie de "dominio público" - un espacio abierto compartido por una multitud de seres, cada uno con una experiencia, perspectiva, voluntad y opinión diferentes. Sin embargo, desde un punto de vista más espiritual, nuestro mundo también puede ser visto como el "dominio privado" del Santo Bendito Es - una enorme casa privada que Él administra, y en la que reside Su espíritu - en todas sus alas y habitaciones. Esta perspectiva puede estar lejos de nuestra experiencia cotidiana, pero representa una verdad superior.

Obsérvese que estas dos percepciones reflejan exactamente los dos aspectos de nuestra paradoja. De acuerdo con la percepción de que el mundo es de dominio público, nosotros somos los dueños de casa y Dios, por así decirlo, deambula por las calles y llama a nuestra puerta pidiéndonos que Le dejemos entrar. En contraste, de acuerdo con la percepción de que el mundo es un dominio privado, Dios es el dueño de la casa y nosotros somos huéspedes en Su casa. La paradoja del hospedaje es, por lo tanto, producto de dos puntos de vista: uno que ve el mundo como el dominio privado de Dios y el otro que lo ve como un dominio público.

Ambas percepciones son verdaderas y reflejan aspectos reales de la realidad, pero si están separadas y desconectadas, crean una brecha irreconciliable entre la Divinidad y la vida. Un ejemplo antiguo de tal perspectiva dualista es el gnosticismo, una teología pagana que argumentaba la existencia de dos soberanos del mundo, un mal que gobierna este mundo y un bien que gobierna el mundo más allá. De hecho, el término talmúdico utilizado para describir la fe de los gnósticos es "dos dominios"[8] (shtei rashuiot), aludiendo así directamente a los conceptos de "dominio privado" y "dominio público", que también se llaman rashuiot en los textos rabínicos.

 

Alojar al anfitrión

La solución es, por supuesto, integrar las dos perspectivas - reconocer el hecho de que somos huéspedes de Dios con el mandato de convertirnos en anfitriones de Dios. Cada experiencia tiene sus ventajas e inconvenientes, por lo que se complementan entre sí.

Si solo somos huéspedes, entonces, por un lado, estamos llenos de humildad y gratitud, libres de cualquier sentido de propiedad o dominio sobre este mundo; pero, por otro lado, por mucho que Dios nos invite a "sentirnos como en casa", sentiremos alienación y desconexión, como nómadas que encuentran cobijo bajo las alas de un amo. Lo que nos falta aquí es el sentimiento hogareño de que estamos donde pertenecemos, así como la sensación de que el anfitrión habita dentro de nosotros y nos ama.

Si, por otro lado, solo somos anfitriones, y Dios es nuestro huésped, entonces, por un lado, sentimos cómo Él llena los aposentos de nuestro corazón, cómo entra e ilumina cada detalle de nuestra vida personal; pero por otro lado, podemos sentirnos demasiado cómodos, desarrollar un arrogante sentido de propiedad (hasta el punto de deificarnos a nosotros mismos ante nuestros propios ojos),  y olvidamos que es gracias a nuestro "Huésped" que tenemos un hogar, ya que todo le pertenece a Él (como está dicho: "Dadle de lo que es Suyo, ¡porque vosotros y lo vuestro sois Suyos[9]!")

Combinar estas dos experiencias es exactamente lo que la visión del Templo nos invita a hacer. La primera etapa es recordar que somos huéspedes de Dios, que residimos en Su vasto hogar llamado "Creación". Pero la casa es tan grande, llena de tantas habitaciones, y tan ricamente cargada, que tendemos a perdernos en ella hasta que nos olvidamos por completo del dueño de la casa. Por lo tanto, debemos pasar a la segunda etapa: encontrar un rincón adecuado dentro de la casa, establecer allí nuestro pequeño hogar y luego invitarle a entrar en él.

Podemos ver cómo estas dos etapas se expresan en la vida de Abraham. De acuerdo con el Midrash,[10] Dios se reveló por primera vez a Abraham cuando este último se percató de que el mundo allí debía tener un "propietario" que lo poseyera y lo administrara. En virtud de este sentimiento de que era el huésped de Dios en su hogar, Abraham más tarde mereció el gran mandamiento de recibir a los ángeles, los representantes de Dios en el mundo. Al ser primero el huésped de Dios, pudo convertirse en su anfitrión.

Es interesante observar que las palabras hebreas para "huésped", oreaj (אוֹרֵחַ) y "anfitrión", meareaj (מְאָרֵחַ), ambas derivan de la palabra que significa "camino", oraj (אֹרַח). De hecho, podemos considerar al anfitrión y al huésped como situados en dos extremos de un camino: en un extremo está el huésped, caminando hacia la casa, y en el otro está el anfitrión, abriéndole la puerta. Cuando pensamos en Dios como existiendo en Su dominio privado y en nosotros mismos como habitando el dominio público, el camino se convierte en el sendero tomado por el alma - el canal por el cual desciende a este mundo desde su fuente y asciende de regreso en el momento de su partida.

 

¿Quién construirá el Tercer Templo?

Examinemos el tema desde otro ángulo. Hay un desacuerdo fundamental entre los comentarios con respecto a la manera en que se supone que se construirá el futuro Templo. Según Maimónides,[11] el tercer Templo será construido por el hombre por medios totalmente mundanos. Sin embargo, según Rashi,[12] está destinado a descender milagrosamente de los cielos, completamente construido y completado.

Desde una perspectiva espiritual, las dos opiniones reflejan dos modos opuestos de desarrollo espiritual, que pueden compararse con el proceso de construir un santuario en nuestros corazones. La opinión según la cual el Templo se construirá de una manera mundana representa un autocrecimiento gradual - perfeccionarnos hasta que alcancemos un conocimiento superior. La opinión según la cual el Templo desciende milagrosamente de los cielos, por otro lado, describe recibir inspiración Divina desde lo alto, permitiéndonos saltar a un nuevo nivel espiritual de una sola vez.

Aquí también podemos identificar un beneficio y un inconveniente en cada visión. Hay algo maravilloso en las cosas que descienden de los cielos, que nos inspiran desde lo alto. Por otro lado, recibir inspiración de lo alto pasa un poco por encima de nuestras cabezas y no logra arraigar en nuestros corazones. Por el contrario, cuando hacemos todo nosotros mismos, aunque las percepciones a las que llegamos provengan de nuestro interior y estén conectadas con nosotros, carecemos de la dimensión divina y milagrosa de la revelación, y existe el peligro de que, al estar tan inmersos en nuestro mundo, olvidemos el propósito para el que fue creado.

Estas dos opiniones son exactamente paralelas a las dos experiencias descritas anteriormente, la de ser huéspedes y la de ser anfitriones. El Templo que desciende de los cielos corresponde al sentimiento de que somos invitados, esperando en la sala de estar mientras todo se les prepara y se les sirve, mientras que el Templo que se construye desde la tierra corresponde a la experiencia de que somos los anfitriones que trabajamos y preparamos todo y luego esperamos a que entre el huésped.

Esta analogía se fortalece cuando nos damos cuenta de que las dos opiniones respecto a la construcción del tercer Templo reflejan algo de los Templos que ya existían: el Tabernáculo, que fue Divinamente inspirado y acompañó al pueblo de Israel en el desierto, era semejante a un Templo que descendía del cielo, mientras que los dos Templos construidos en la tierra de Israel, en Jerusalén, por mandato real, eran semejantes a un Templo terrenal construido por el hombre. 

De hecho, la generación del desierto y las generaciones que vivieron en la tierra corresponden claramente a la experiencia del huésped y del anfitrión, respectivamente. Vagar por el desierto es una experiencia de ser un huésped sin hogar en un mundo que pertenece completamente a Dios, incluso recibiendo comidas preparadas desde el cielo. Tal huésped también siente alienación y lucha por apreciar la magnitud de la amabilidad que se le muestra. Establecerse en la tierra y controlarla es una sensación distintiva de ser un propietario que invita al huésped a quedarse con él. Pero, por otro lado, el propietario desarrolla un sentido de derecho que lo lleva a la negligencia y, como resultado, a la destrucción de la casa.

Para resumir todo lo que hemos visto, vamos a construirlo en formato de tabla:

El mundo es un "dominio privado"

somos huéspedes de Dios

el Tabernáculo

el Templo desciende del cielo

El mundo es un "dominio público"

nosotros hospedamos a Dios

el Templo Sagrado de Jerusalén

el Templo está construido por medios mundanos

 

Un anfitrión laborioso, un huésped agradecido

Las dos opiniones sobre la forma en que aparece el Tercer Templo pueden ayudarnos a entender mejor cómo construir un santuario Divino dentro de nosotros. Tal y como se ha explicado anteriormente, tenemos que combinar las experiencias de ser anfitrión y ser invitado. Del mismo modo, cuando se trata del Templo, debemos fusionar de alguna manera las imágenes de un Templo construido desde abajo con la imagen de un Templo que desciende del cielo.

Por lo tanto, imagina en tu mente a una persona activa y diligente, levantándose a su trabajo diario y trabajando duro todo el día, pero haciéndolo con gratitud, sin quejarse, como si esto fuera exactamente lo que se espera de él. Esta persona trabaja duro, pero no busca publicidad ni reconocimiento, y cuando se le elogia por sus actos, no tiene nada que decir sino "Bendito sea Dios", porque su experiencia es que lo que hizo no fue por su propia destreza, sino por la fuerza que se le dio como un regalo de lo alto. Tal persona es tanto un anfitrión como un invitado: se esfuerza en construir su hogar, pero lo hace como un huésped agradecido, sintiendo que no es él quien trabaja aquí, sino que un poder superior está trabajando a través de él.

Del mismo modo, podemos imaginarnos construyendo el Templo de manera terrenal y sin milagros, pero con tal falta de arrogancia y presunción personal que, a través de nuestra obra, manifestamos su descenso del cielo.

 

Construir y ser construido

Lo que estamos analizando aquí está profundamente relacionado con la pregunta que ha estado ocupando a nuestro pueblo durante los últimos cien años: ¿qué tipo de judaísmo debería existir en nuestra generación, especialmente en la Tierra de Israel?

Dos mil años de exilio después de que el Templo que construimos con nuestras propias manos fue destruido, nos acostumbraron a un estado de ánimo semejante al de nuestros antepasados que vagaron por el desierto: somos simplemente huéspedes en este mundo, viviendo por la gracia del cielo y mereciendo lo que obtenemos solo si desciende del cielo. Esta forma de vida nos refinó grandemente y mejoró el sentido de la Presencia de Dios en nuestras vidas; pero en la misma medida, también debilitó nuestra participación activa en la configuración de nuestro destino.

En respuesta a esto, muchos judíos de las últimas generaciones han decidido que ya no debemos sentirnos como huéspedes sujetos a la gracia del Creador, sino que debemos convertirnos en amos que controlan nuestras vidas y nuestro destino. Este movimiento condujo a una gran inmigración a la Tierra de Israel, el establecimiento de instituciones públicas y, finalmente, la fundación del Estado de Israel. Sin embargo, este "hogar nacional" no muestra mucho interés en recibir al Creador, a quien debe su establecimiento, y solo está dispuesto a proporcionarle una habitación de huéspedes pequeña y apartada. Dios apenas fue mencionado en la Declaración de Independencia del Estado de Israel, y la mención que se hizo (tzur Israel, que significa "roca de Israel") fue deliberadamente ambigua para que pudiera interpretarse como una referencia, una vez más, al pueblo judío y no al Creador.

Estos dos polarizados enfoques se reflejan hoy en día en la división dentro de nuestro pueblo, entre aquellos que buscan ver el establecimiento del Templo de Dios, pero esperan que descienda del cielo sin ningún esfuerzo en la práctica por nuestra parte, y aquellos que buscan construir el Templo con sus propias manos desde cero, pero no en aras de Dios sino para ellos mismos.

La idea de que construir el Templo significa acoger a nuestro Anfitrión nos ofrece una visión mediante la cual puede salvarse la brecha. Una verdadera y completa sociedad y cultura israelí combinaría la conciencia del huésped con la conciencia del anfitrión: al principio, retrocedería cautelosa y respetuosamente a los salones del judaísmo tradicional, sin un sentido de propiedad, como un huésped que conoce la casa de su anfitrión, siempre con cuidado de no romper nada. Después, la sociedad israelí comenzaría a "albergar" la tradición judía dentro de ella - estudiándola e incorporándola a los aposentos de su corazón, y también alimentándola y nutriéndola para que continúe creciendo y floreciendo.

Que seamos bendecidos para construir un Hogar Divino para nuestro Anfitrión, para permitirLe entrar en los aposentos de nuestros corazones y así ser permitidos entrar en el Suyo.

 

  



[1] Génesis 2:3

[2] Bereshit Rabá 11:6

[3] Deuteronomio 14:23

[4] Shabat 63a

[5] Éxodo 25:8

[6] Ialkut Shimoni Bereshit §82: "Recibir invitados es más grande que recibir la Presencia Divina", pero en el caso del Templo, ¡implica albergar la Presencia Divina misma!

[7] Bereshit Rabá 68:9.

[8] Jaguigá 15a

[9] Avot 3:7

[10] Bereshit Rabá 39:1

[11] Hiljot Beit HaBejirá 1:1.

[12] Rashi a Sucá 41a






Parashá Shoftim

 

PARASHAT SHOFTIM - ALIÁ POR ALIÁ

 

SEGUNDA LECTURA: JUECES Y REYES

 

 

שׂ֣וֹם  תָּשִׂ֤ים  עָלֶ֙יךָ֙  מֶ֔לֶךְ (שפטים יז, טו)

"Pondrás sobre ti un rey ..."

 (Deuteronomio 17:15)

 

La porción de la Torá de Shoftim se relaciona en particular con el sistema judicial y el nombramiento de diversos funcionarios públicos en el pueblo judío: los jueces, los oficiales de policía, los cohanim (sacerdotes), los levitas, y los profetas. La figura central mencionada en la porción es el rey.

El sistema judicial actual en el moderno Estado de Israel se basa en la ley no judía. No está obligado a la Torá. Los tribunales rabínicos están limitados a áreas específicas, y las sentencias que dictan a menudo son severamente restringidas. Contemplar la jerarquía de los funcionarios en el gobierno judío ideal nos ayudará a comprender nuestra oración sincera, "Regresa a nuestros jueces como al principio, y a nuestros consejeros como al principio".

Los Jueces - La Mente

En general, la pirámide del gobierno judío está encabezada por dos cuerpos: los jueces y el rey. Los jueces también están organizados en un sistema jerárquico, desde el juez local en la pequeña ciudad hasta el Sanhedrín, el Gran Tribunal, que reside en el Salón de las Piedras Talladas, junto al Templo de Jerusalén. Si un tribunal menor no llega a una decisión satisfactoria, el Gran Tribunal tiene la última palabra. Cualquier erudito de la Torá que viole el fallo de la Gran Corte es severamente castigado.

Shoftim (שֹׁפְטִים) el nombre de la porción, significa "Jueces". De los diferentes funcionarios enumerados, se menciona en primer lugar a los jueces. Representan la mente lúcida del estudio de la Torá. Así como la cabeza es el gobernante indiscutible del cuerpo, los jueces supervisan el comportamiento del pueblo, como nación y como colectivo. La Torá abarca todo el corpus de la ley, por lo tanto, todo puede ser juzgado por sus estándares. Además, y tal vez sorprendentemente, el poder judicial del gobierno también posee algunos poderes legislativos.

 

El Rey de Israel - El Corazón

Sin embargo, el Sanhedrín tampoco tiene derechos exclusivos sobre el poder judicial. El gobierno judío tiene otra rama - donde reside el liderazgo: "Vosotros sin duda designareis un rey".[1] Necesitamos estudiar en profundidad el pasaje relacionado con el nombramiento de un rey que aparece en nuestra porción de la Torá. Un rey judío, y el Mashíaj, el epítome de la realeza justa, son la antítesis de la imagen que se desprende de la experiencia del mundo con los reyes tiránicos. La Torá, los Profetas y el tema de nuestras oraciones se centran en el restablecimiento del reino de David y la revelación del Mashíaj. Una vez que hemos estudiado este pasaje, podemos saber de qué trata la verdadera realeza y el tipo de rey por el que esperamos y oramos.

Hoy en día, un gobernante real es una figura decorativa que promulga la ley en su - de él o de ella - reino. No tiene ninguna otra autoridad legal especial y está completamente obligado a la legislación del país. También en la ley judía, la Torá establece las reglas del juego, y los jueces son los que juzgan de acuerdo con ellas. El rey, al igual que sus ciudadanos, está sujeto a las leyes de la Torá. Desde esta perspectiva, no tiene inmunidad real ante la ley, y la regla es: "Los reyes de la dinastía davídica son juzgados si hay una causa contra ellos".[2]

Sin embargo, hay una amplia gama de áreas en las que el rey toma decisiones legales importantes. En el caso extremo de alguien que se rebela contra su reino, el rey decide cómo y cuándo imponer el castigo (o puede optar por perdonar al rebelde).

Algunos comentarios distinguen entre la "Justicia de la Torá" y la "Justicia del Rey". Los jueces son responsables de la "Justicia de la Torá", que es la verdad Divina absoluta. A partir de ella, establecen los principios de la justicia judía. El alcance de la justicia del rey, por otro lado, es el bienestar de la nación. Se ocupa de cuestiones temporales que exigen atención inmediata. El rey decide cuándo reclutar al ejército para la guerra. Puesto que el rey es el líder, ¿por qué no es la máxima autoridad de la nación en todas las circunstancias?

Los jueces del Sanhedrín representan la mente racional de la nación. Esto es cierto hasta tal punto que, en ciertos casos, los jueces son referidos por uno de los Nombres que se refiere a Dios, Elokim (אֱ־לֹהִים). La capacidad de juzgar es uno de los principales atributos de Dios, como establece el versículo: "Porque Dios juzga; Él depone [a un individuo] y Él eleva [el otro]".[3] 

Al rey se le conoce como un "príncipe", nasí (נָשִִׂיא), que es susceptible de pecar.[4] Representa el corazón de la nación. El corazón no refinado tiene una proclividad al pecado. Los versículos de la Torá enfatizan el corazón del rey, en particular. Limita el número de esposas y caballos que el rey puede acumular, "para que su corazón no se enaltezca".[5] El rey también tiene el mandamiento constante de llevar un rollo de la Torá "junto a su corazón". La Torá, su juez y su mente racional, debe gobernar sobre su corazón y él no debe volverse arrogante con sus hermanos. El corazón es sensible, vivo y cálido. Con cada latido del corazón es consciente del momento. El Zohar dice: "La mente gobierna sobre el corazón". El rey debe estar sujeto a la coherencia de la ley, representada por los jueces de cabeza fría y mente estable. Esta subyugación a los jueces alimenta un sentido interior de humildad que debe acompañar a todo rey, como el rey David dijo de sí mismo: "Parezco humilde a mis propios ojos".[6]

Sin embargo, el rey tiene privilegios especiales que ningún otro judío tiene, ni siquiera los jueces. Esto le otorga un aura de grandiosidad a los ojos de sus súbditos. Todos deben tener temor del rey y deben mantener una distancia respetuosa de él. "Un rey que renuncia a su honor, su honor no puede ser renunciado".[7] ¡Un rey que no es "exaltado" por su pueblo no es un rey en absoluto!

En palabras de Maimónides,[8]

Así como la Torá le concede un gran honor y todos están obligados a honrarlo, así también se le ordena que su corazón sea humilde dentro de él y vacuo, como está dicho: "Y mi corazón está vacío dentro de mí".[9] No debería ser demasiado arrogante con el pueblo judío. Debería ser indulgente y compasivo con las clases bajas y altas por igual, y debería preservar el respeto del ciudadano menor. Siempre debe comportarse con gran humildad, y debe llevar sus asuntos, y su carga, y sus quejas, y su furia, como la nodriza lleva al lactante. El versículo lo llama "un pastor".

El rey transmite una envoltura externa de soberanía, mientras que, paradójicamente, alimenta un sentido interno de profunda humildad y bajeza. "El corazón de los reyes es insondable".[10] Aquí vemos que el "corazón" de la nación, el rey, tiene una dimensión externa y una dimensión interior profunda. El punto más íntimo de la humildad del rey es el origen puro del alma de la nación. Toca el infinito, donde "el corazón de un rey está en las manos de Dios".[11]

Jasidut nos enseña que por encima del nivel en el que "La mente gobierna sobre el corazón", hay un nivel más profundo en el que "el punto más íntimo del corazón gobierna sobre la mente".[12] El comportamiento externo del rey está sujeto a las normas y enseñanzas de los jueces, pero su núcleo puro e íntimo de humildad se eleva por encima de ellos y gobierna sobre ellos. La autonomía del rey se deriva de su humildad hacia los ciudadanos bajo su gobierno. Como tal, lo más profundo del corazón del rey refleja el corazón de todo el pueblo judío. Esto le otorga el poder de dar una orden temporal que se adapte exactamente al momento. Incluso puede anular el fallo normativo de la Torá. Este es el aspecto de gobierno que es más grande que los sabios y los jueces.

 

Revelar al Rey

El Baal Shem Tov enseñó que cada judío tiene una chispa de Mashíaj que está esperando ser revelada. Podemos revelarlo rebajándonos a nosotros mismos y desarrollando nuestra sensibilidad innata hacia los demás. Un individuo verdaderamente justo, que ha refinado su corazón hasta tal punto, intuye los principios de la Torá de manera natural. Esto corresponde al estado de conciencia natural que se puede alcanzar en la Tierra de Israel.25

Leemos la parashat Shoftim al comienzo del mes de Elul. Este es el mes en el que hacemos teshuvá, es decir, regresamos a Dios, tanto como individuos, refinando y rectificando nuestras propias acciones. Pero también debemos volver a Dios como colectivo. Podemos lograr este objetivo uniéndonos como judíos y estableciendo un auténtico liderazgo judío. Esta es nuestra oración por el regreso de los jueces y la reinstalación del reino de David. Que sea pronto y en nuestros días.

 

 

QUINTA LECTURA: AFLIGIR EL ALMA

 

שָׁלוֹשׁ עָרִים תַּבְדִּיל לָךְ בְּתוֹךְ אַרְצְךָ אֲשֶׁר י-הוה אֱ-לֹהֶיךָ נֹתֵן לְךָ לְרִשְׁתָּהּ (שפטים יט, ב)

"… Tres ciudades reservarás en la tierra que Havaia tu Dios te da para que poseas " (Deuteronomio 19:2)

 

En la parashat Shoftim, la Torá reitera brevemente el mandamiento de las "ciudades de refugio", arei miklat (עֲֵרֵי מִקְלָט), en las que un individuo que accidentalmente asesinó a otro debe refugiarse. Este mandamiento se menciona por primera vez y se describe en detalle en la parashat Masei y se repite una vez más en el Libro de Iehoshúa. En Masei y en el Libro de Iehoshúa, el individuo que ha cometido homicidio involuntario es descrito como "aquel que accidentalmente aflige el alma", maké nefesh bishgagá (מַכֵּה נֶֶפֶש בִּשְׁגָָגָה); el que comete un asesinato intencional es llamado "aquel que aflige el alma", maké nefesh (מַכֵּה נֶֶפֶש).

El Rebe de Lubavitch explica que este mandamiento y todo lo que implica con respecto al homicidio involuntario es relevante incluso hoy en día. Comenta que cuanto mayor es la sensibilidad espiritual de un individuo, más siente que el título de "quien aflige un alma" se aplica a sí mismo, porque él también ha afligido su alma (y la de los demás, indirectamente) al permanecer en su zona de confort, incapaz y reacio a escapar y aspirar a más. De hecho, en ninguna parte esta sensibilidad es mayor que en el individuo perfectamente justo, el tzadik, quien, a pesar de ser un líder de su generación, vive con el conocimiento de que ha afligido el alma más que cualquier otra. Cuanto más bajo es el nivel de un tzadik (y todo el pueblo judío es tzadikim), menos sensible es a esto y menos puede aspirar a salir de su zona de confort.

Es el papel del Mashíaj ayudar a estos tzadikim a probar la dulzura de la teshuvá, el acto de regresar y acercarse a Dios aspirando más alto, haciéndolos sensibles a cómo ellos también han afligido el alma. Reconocer cómo cada uno de nosotros, en su propio nivel espiritual, ha afligido el alma requiere que salgamos de nuestra zona de confort y seamos capaces de mirarnos a nosotros mismos con un ojo verdaderamente mesiánico. Este tipo de trabajo espiritual es más apropiado tanto para las Tres Semanas (entre el 17 de Tamuz y Tisha B'av) cuando se lee la parashat Masei como para el mes de Elul, cuando se lee la parashat Shoftim, las dos épocas del año que nos llaman a salir de nuestros hábitos y estrecheces espirituales.

En total, encontramos 7 niveles de sensibilidad creciente a haber afligido el alma. Naturalmente, corresponden a las siete sefirot inferiores, desde reinado hasta bondad.

Reinado (maljut): En el nivel más bajo de sensibilidad, una persona se siente perfectamente cómoda consigo misma sin la sensación de estar limitada por barreras espirituales. No experimenta cómo su servicio a Dios es menor de lo que podría ser. Podría estar convencido de que ya ha alcanzado el nivel más alto de servicio Divino, porque ya estudia Torá y guarda los mandamientos hasta el más mínimo detalle. En resumen, no se esfuerza por elevarse en absoluto, sintiendo que su nivel actual está bien. Tal es la experiencia de la sefirá de reinado, que debido a que está orientada hacia abajo, no puede sentir la luz Divina de arriba y no se da cuenta de cuán limitada es la visión de la realidad que realmente tiene.

Fundamento (iesod): Un poco más sensible es el individuo que sabe que debe esforzarse constantemente por ascender más y más alto en su servicio Divino. Pero porque también sabe que incluso el más grande de los viajes comienza con un solo escalón y que la escalera espiritual tiene muchos peldaños, no se estresa por su nivel actual convencido de que el ascenso debe ser ordenado; no hay necesidad de dar un salto hacia adelante. Este nivel describe la experiencia subyacente de la sefirá de fundamento, que tiene que ver con el orden y la secuencia.

Reconocimiento y Victoria (netzaj y hod): Aún más sensible a la aflicción del alma es aquel que está moderadamente perturbado por su presente identidad espiritual y por lo tanto espera pacientemente la primera oportunidad para saltar fuera de su piel espiritual. Aún más sensible es aquel que experimenta su estado presente como una prisión espiritual y siente la necesidad, en este mismo momento, de dar un salto adelante en busca de una identidad más elevada y auténtica. Estos dos niveles corresponden a las sefirot de reconocimiento y victoria, que trabajan en conjunto. Estas dos sefirot se describen como situadas "fuera del cuerpo"[13] (es decir, el torso, que corresponde a la sefirá de belleza). Por lo tanto, en su forma más pura, reflejan una sensación de constricción del cuerpo causada por el hecho de que la sefirá de entendimiento, la fuente de todos los sentimientos de teshuvá (retorno a Dios) se extiende hasta reconocimiento, imbuyendo tanto el reconocimiento como la victoria, junto con la prerrogativa de saltar fuera de su piel.

Belleza (tiferet): Más alto aún es aquel que no sólo aspira a salir de su estado espiritual actual, dándose cuenta de lo constreñido y limitado que está, sino que se da cuenta de que todo lo que actualmente llama "servir a Dios" no es más que un vuelo de la fantasía. Toda la imagen que él y los demás puedan tener de él como alguien que se esfuerza por servir al Todopoderoso es simplemente una ilusión. Su sensibilidad a la aflicción del alma le lleva a darse cuenta de que ni siquiera ha comenzado a recorrer un camino espiritual y está tan lejos del servicio auténtico como puede estarlo. La sefirá de belleza es la fuente de nuestros poderes de imaginación y falsa autoimagen que nos lleva a jactarnos[14] de haber alcanzado niveles que no tenemos.

Poder (guevurá): En este estado elevado de sensibilidad, el individuo siente que no sólo no ha comenzado el camino de servir al Todopoderoso, sino que, por el contrario, todas sus acciones hasta la fecha, habiendo sido inauténticas en su esencia, no han sido más que un flaco favor al Amo del Universo. Basándose en el versículo: "Porque no hay justo que haya hecho el bien y no haya pecado",[15] el Baal Shem Tov enseñó que incluso mientras hace el bien, una persona puede estar pecando en ese mismo acto de bondad. Esto ocurre cuando la motivación para la buena acción es cualquier cosa menos el mandato de Dios. Realizar acciones por cualquier otra motivación los imbuye de un punto de pecado. Este nivel de sensibilidad corresponde a la sefirá de poder, la facultad donde se manifiestan los "juicios severos" (que resultan en una autocrítica en profundidad).

Bondad (jesed): Finalmente, en el nivel más alto de sensibilidad, está el individuo más amado ("Todos los séptimos son amados")[16] quien, debido a su tremendo amor por el pueblo judío, siente que con cada momento es responsable de afligir realmente las almas de Israel con sus acciones. Este individuo especial está constantemente preocupado de que al no ser parte de la solución (acercar la verdadera y completa redención sirviendo a Dios), es parte del problema (lo que resulta en la prolongación de nuestro exilio). Este individuo justo experimenta la necesidad de huir a una ciudad de refugio para salvarse a sí mismo y a los demás del vengador, el gran fiscal que lo persigue. Por supuesto, este nivel final corresponde a la sefirá de bondad, ya que está motivada por el amor a los demás.

Sólo el individuo que ha alcanzado el nivel más alto de sensibilidad a sus propias limitaciones y estrecheces espirituales puede, con la ayuda de Dios, saltar a un auténtico estado de posibilidades ilimitadas. Este estado está simbolizado por su señal desde lo alto (en la práctica, la muerte del Sumo Sacerdote) que lo libera para dejar la ciudad de refugio; libre de manifestar su verdadero yo auténtico con actos de total autosacrificio, mientras está motivado por un amor indescriptiblemente grande. Es entonces cuando este individuo sirve como una revelación de la luz esencialmente infinita de Dios, que en sí misma no tiene límite y que nunca fue limitada por el acto de contracción que dio inició a la creación. 

(de Sha'ashuim Iom Iom)

 



[1] Deuteronomio 17:15

[2] Sanhedrín 19a

[3] Salmos 74:8

[4] Levítico 4:22

[5] Deuteronomio 17:20

[6] 2 Samuel 6:22

[7] Ketubot 17a

[8] Hiljot Melajim 2:6

[9] Salmos 109:22

[10] Proverbios 25:2

[11] Véase en profundidad en Wonders, número 108, pp. 3 y ss.

[12] Vea nuestras enseñanzas sobre "conciencia natural" en los volúmenes en hebreo Muda'ut Tivit y HaTeva HaIehudi.

[13] Zohar 2:110b

[14] El verbo hebreo para "jactarse", lehitpaer (לְהִתְפֵָּאֵר) proviene de la misma raíz que "belleza", tiferet (תִּפְאֶֶרֶת).

[15] Eclesiastés 7:20

[16] Vaikrá Rabá 29:9






ELUL: UN SOLO DESEO LE PIDO A DIOS

Por el Rabino Nir Menussi


"Una cosa le pido a Dios". El estado en el que nos quedamos con una sola petición es un estado muy elevado del alma. Es un estado refinado, donde ya ha madurado el reconocimiento de que la gran mayoría de los deseos y sueños son para asuntos fugaces y triviales, y en verdad, solo queda una cosa que es digna de anhelar...

La costumbre judía es recitar el Salmo 27 diariamente desde el comienzo del mes de Elul hasta Hoshaná Rabá, el último día de Sucot. Un versículo clave en este salmo es el siguiente:

"Una cosa le pido a Dios; esto es lo que busco: que habite en la casa de Dios todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Dios y buscarlo en su templo".

Profundicemos un poco en este versículo, que encapsula el anhelo más elevado del autor del salmo, el rey David, y veamos lo que podemos aprender de él con respecto a la obra espiritual de Elul y Tishrei.

"Una cosa le pido a Dios". El estado en el que sólo queda un deseo es un estado muy elevado del alma. Es un estado refinado, donde ha madurado la comprensión de que la gran mayoría de los deseos y sueños son para asuntos fugaces y triviales, y en verdad, solo queda una cosa que es digna de anhelar, y lo abarca todo: la cercanía a Dios. La frase "esto es lo que busco" aclara que esto no es simplemente una petición superficial, sino la expresión del verdadero deseo que habita en lo profundo del corazón.
A la luz de este doble énfasis, la continuación del versículo es bastante sorprendente: incluye no menos de tres peticiones distintas: 1) "habitar en la casa de Dios todos los días de mi vida", 2) "contemplar la hermosura de Dios" y 3) "buscarle en su templo". Estas tres peticiones pueden verse como tres etapas en la escalera ascendente hacia la cercanía y el apego a Dios.

Alcanzar la cercanía a Dios es un proceso de transformación de la conciencia. Por esta razón, los conceptos precisos a través de los cuales podemos interpretar sus etapas son jojmá (sabiduría), binah (comprensión) y da'at (conocimiento), las tres sefirot intelectuales en el sistema cabalístico. Normalmente, estas sefirot se enumeran de arriba a abajo, pero dado que en nuestro contexto estamos discutiendo nuestra búsqueda para acercarnos más a nuestro Creador, el movimiento debe ser de abajo hacia arriba, desde el daat hasta la biná y la jojmá. Ahora, expliquemos las tres solicitudes a la luz de estos conceptos correspondientes:

Da'at: "Habitar en la casa del Dios"

La conexión entre el verbo "morar" y el concepto de da'at trae a la mente la expresión ishuv ha-daat (mente asentada). De hecho, el primer paso en el camino hacia una vida de cercanía a Dios es la plegaria para alcanzar el ishuv hadaat, un estado de calma y tranquilidad interior, sin el cual es imposible conectarse con ninguna realidad superior. Sin embargo, el verso revela algo nuevo sobre el verdadero ishuv hada'at: este estado, insinúa, existe específicamente en la "Casa de Dios".

¿Qué es la "Casa de Dios"? En el nivel literal, David se está refiriendo al Santo Templo, pero de acuerdo con Jasidut, cada versículo de la Torá se aplica a cada realidad, incluyendo el aquí y el ahora. De acuerdo con esto, la "Casa de Dios" puede entenderse como algo espiritual: el sentimiento de la presencia de Dios como una fuerza envolvente y protectora. Ishuv hada'at en la "Casa de Dios" significa así paz mental en el abrazo del Creador, a la sombra de la fe que Dios nos rodea y acompaña en cada momento de nuestras vidas. Este no es el ishuv hada'at logrado a través de tranquilizantes, terapia psicológica o unas vacaciones en las montañas. Estas cosas pueden calmarnos hasta cierto punto y por un cierto tiempo, pero no proporcionan el yishuv hada'at que toca la raíz de nuestra alma, la esencia misma de nuestra existencia en este mundo. Esto se logra solo a través de una perspectiva constante de nuestras vidas a través del prisma de la fe, sabiendo que el único verdadero "Dueño de la Casa" que gobierna nuestras vidas es Dios, y todo lo que nos sucede es de Él. Este es el primer paso para cumplir el gran deseo de cercanía a Dios.

Biná: "Para contemplar la amabilidad de Dios"

El yishuv hada'at dentro de la "Casa de Dios" es sólo la primera etapa, sentando las bases. El siguiente paso consiste en preguntarse, ¿con qué vamos a llenar este marco? La frase clave aquí es "la agrado de Dios". Noam (amabilidad) no es solo una fe que abarca la misma, sino una experiencia interna destinada a llenar ese marco. Según Jasidut, noam es una experiencia de dulzura, una sensación de una presencia gentil, suave y benévola que desea nuestro bienestar. Es una experiencia semisensorial, algo que se percibe desde el exterior, por lo que se describe como algo para "contemplar". Sin embargo, la palabra "contemplar" (lajazot) en oposición a "ver" (lir'ot) u "observar" (letzapot) alude al jazé, el pecho, donde el corazón siente. Lajazot significa mirar a través del ojo del corazón en el pecho, una visión interior similar a la de los profetas (que también son llamados jozim, videntes). Por esta razón, la petición de contemplar la bondad de Dios está conectada con la sefirá de biná, que es más alta que el daat. Mientras que Da'at se ocupa de procesos conscientes y deliberados, binah representa procesos más sutiles e internos. Binah se describe como "el corazón dentro de la mente", un espacio emocional elevado donde las percepciones más elevadas de nuestras vidas maduran y luego impregnan nuestra conciencia y emociones diarias.

El hecho de que "contemplar la agradeza de Dios" sea una etapa adicional más allá de simplemente morar en la Casa de Dios implica que su logro no es evidente por sí mismo. Uno puede alcanzar la primera etapa sin llegar a la segunda, viviendo con una fuerte creencia de que Dios crea todo lo que nos rodea, pero con un temor al juicio divino que carece de cualquier dulzura que penetre en el corazón. El miedo al juicio en sí mismo es importante, es el sentimiento básico y fundamental del miedo al Cielo que todos deberían poseer. Sin embargo, si este temor al juicio permanece en su estado puro, se acumula y se endurece dentro de nosotros, llenándonos de amargura. Elevar el sentimiento de asombro se logra a través de biná, que tiene el poder de "endulzar los juicios en su fuente", revelándonos que los juicios y decretos de Dios son, en última instancia, para nuestro beneficio.

Jojmá: "Para visitar Su santuario"

En el uso moderno, la palabra "לבקר" (visitar) significa ser un invitado, pero el significado original es diferente: se deriva de la palabra "בוקר" (mañana) y significa venir todas las mañanas. Por lo tanto, "visitar su santuario" significa volver a él una y otra vez, cada nueva mañana. Esta interpretación añade una nueva dimensión al deseo de cercanía a Dios: la pide que esta cercanía sea duradera; que la amabilidad y la presencia de Dios no sean una experiencia pasajera, sino una parte constante y renovada de nuestra vida cotidiana. De hecho, la raíz hebrea ק.ר.ב (acercarse) es una permutación de ב.ק.ר (mañana): la cercanía se realiza a través de visitas frecuentes y repetidas.

La raíz ב.ק.ר tiene otro significado, relacionado con "ביקורת" (crítica). Después de que la noche difumina todos los colores de la realidad, la luz de la mañana llega y los distingue, sometiéndolos a escrutinio. En este contexto, la petición de "visitar su santuario" también conlleva el deseo de obtener una nueva sabiduría crítica: la capacidad de juzgar nuestro estado actual y ofrecer críticas constructivas sobre cómo progresar a partir de él. Si biná es donde las percepciones se gestan dentro de nosotros, jojmá es donde se siembran por primera vez, donde nuevas percepciones amanecen sobre nosotros. La imagen cabalística fundamental para las nuevas ideas que brillan dentro de Jojmá es la de un rayo que golpea el intelecto (otra conexión con la raíz ב.ק.ר, con su connotación de brillantez). El objetivo final de acercarse a Dios es, por lo tanto, ser bendecido con Su influencia en nuestros pensamientos, concediéndonos nuevas y brillantes percepciones cada mañana y asegurando un desarrollo vigoroso y constante hacia adelante.







12 Tzama Lejá Nafshi - Mi Alma está Sedienta de Ti -

Nigún Jasidí del Rebe de Lubavitch, sobre los versos del Salmo 
 Mendi Sherufi, Dorón Toister y 

צָמְאָה לְךָ נַפְשִׁי
כָּמַהּ לְךָ בְּשָׂרִי בּאֶרֶץ צִיָה וְעָיֵף בְּלִי מָיִם. 




https://youtu.be/yGae-3QiIQc

Estreno: 
VELADA DE NIGUNIM 1: 
TZAMA LEJÁ NAFSHI
MI ALMA ESTÁ SEDIENTA DE TI

Conferencia del rabino Ginsburgh, en una velada de nigún (melodía jas[idica), la cuarta de la serie, en el día del yahrzait (aniversario de fallecimiento) del Or HaJaim HaKadosh, el rabino completó el estudio de los diez nigunim del Rebe, finalizando así su correspondencia con la estructura de las diez sefirot.
9 de Tamuz de 5755 (1995), Jerusalén.

Canto: Mendi Sherufi
Cello: Dorón Toister
Violín: Mordejai Brodski
Teclados: Obed Munis

ver conferencia completa: