BS"D
HAAZINU הַאֲזִינוּ
Deuteronomio 32:1-32:52 Haftara: Hosea 14:2-10; Mijá 7:18-20
¡Mazal Tov!
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Rabino Jaim Mates Frim
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Parashá Haazinu
LA MUERTE DE MOISÉS, EL NACIMIENTO DEL MASHIAJ
La paradoja de la muerte de Moisés
Los últimos ocho versículos de la Torá describen la muerte
de Moisés. Nuestros sabios tienen dos opiniones sobre quién escribió estos
versos. La primera opinión es que Dios dictó estos últimos ocho versículos al
sucesor de Moisés, Iehoshua. La segunda opinión es que, así como el resto de la
Torá fue escrita por Moisés, también lo fueron estos versículos que describen
su muerte. Dios dictó los versículos a Moisés, y Moisés los escribió con
lágrimas en los ojos.
Así como la autoría exacta de los versículos sobre la muerte
de Moisés sigue sin estar clara, la ubicación exacta de su tumba tampoco está
clara. Nuestros sabios describen la paradoja del Monte Nevo, diciendo que, si
uno está arriba en la montaña, la tumba de Moisés parece estar debajo de él,
pero cuando llega al punto de abajo, la tumba parece estar elusivamente encima
de él.
La montaña de la paradoja
La paradoja de la muerte y el lugar de la tumba de Moisés se
relaciona con el concepto de tocar y no tocar (como se explica en la
conferencia en audio del rabino Ginsburgh sobre la porción de la Torá de Haazinu).
La paradoja de tocar y al mismo tiempo no tocar es uno de los secretos del
Quincuagésimo Portal del Entendimiento, al que Moisés aspiró toda su vida.
Recibió este quincuagésimo portal ahora, momentos antes de su muerte, en el
Monte Nevó (en hebreo se escribe: nun, beit, vav, נבו). La esencia primordial
del Monte Nevó es nun bó (nun; beit, vav) "la nun
está dentro de él". La nun, cuyo valor numérico es 50, también
alude a noguea v'eino noguea, "tocar y no tocar "- (las letras
iniciales de noguea v'eino noguea forman la palabra nun) la paradoja
de la ubicación de la tumba de Moisés y de quién escribió los versos finales
sobre su muerte.
La permutación
paradójica
En hebreo, el nombre de Moisés, Moshe, se escribe mem,
shin, hei. En el cuarto verso de la unidad escrita sobre la muerte de Moisés,
Dios le dice a Moisés: "Te he mostrado la Tierra de Israel con tus ojos,
pero hasta allí (shama, deletreado shin, mem, hei) no
pasarás". La palabra shama es una permutación de Moshé. El epítome
del deseo de toda la vida de Moisés fue llevar al pueblo judío a la Tierra de
Israel, donde luego podría traer la redención. Dios, sin embargo, planeó otra
cosa. La esencia misma de Moshé aún no puede entrar en shama, en la
Tierra de Israel. Tiene que esperar hasta su encarnación final como Mashíaj. En
esta encarnación, sólo puede ver la Tierra, proyectando en ella su presencia
eterna con sus ojos.
La vista panorámica
Cuando Moisés se encuentra en la cima del monte Nevó, Dios
le muestra una panorámica de la Tierra Prometida, de norte a sur. La Torá
describe la Tierra que ve Moisés según las herencias de las Tribus. Hacia el
norte, Moisés primero ve y se conecta con la herencia de Dan, seguida por la
herencia de Naftali alrededor del Mar de Galilea. Luego mira hacia el sur,
hacia la herencia de Efraim y Menashé en el área que rodea a Shejem.
Finalmente, Moisés contempla la herencia de Judá, desde Jerusalén hasta el Iam
hajaron, el "Mar Final" (el Mediterráneo). Nuestros Sabios
señalan que la palabra para "mar", iam, es similar a la
palabra para "día", iom. Así, el versículo diría que Moisés
vio hasta el "día final". La panorámica que Dios le mostró a Moisés
incluía no sólo la Tierra Prometida física, sino también toda la historia judía
hasta los últimos días del Mashíaj y la resurrección de los muertos.
El nacimiento y la muerte simultáneos de Moisés
En la descripción de la visión de Moisés sobre la Tierra de
Israel, la Torá sólo menciona cinco de las doce tribus. Obviamente, esto apunta
a un mensaje inherente a la importancia de estas tribus en particular. Para
entender cuál puede ser ese mensaje, primero calcularemos los valores numéricos
de los nombres de estas tribus: Dan (54), Naftali (570), Efraim (331), Menashe
(395) y Iehudá (30). La suma de estos nombres es 1380, que es cuatro veces el
valor numérico de Moshé (345).
En Cabalá aprendemos que cada palabra evoluciona desde su
primera letra. Luego se agrega la segunda letra, luego la tercera, etc. La forma
de aparecer el nombre Moshé es la siguiente: mem; mem shin; mem
shin hei. El nombre se invierte de la misma manera: mem shin hei; shin
hei; hei. Si ambos procesos se suman, el total siempre será el
número de letras de la palabra más 1, multiplicado por el valor numérico de la
palabra. En el caso del nombre Moshé, que tiene tres letras, la suma de la
aparición y desaparición de su nombre es 1380, que es 4 (3 letras más 1) veces
el valor numérico de su nombre, 345.
Moisés nació el día 7 del mes hebreo de Adar y también murió
ese mismo día. Del valor numérico de los nombres de las tribus aprendemos el
secreto del nacimiento y muerte simultáneos de Moisés. Como la aparición y
desaparición de su nombre, Moisés, que finalmente reencarnará como el Mashíaj,
paradójicamente muere y renace constantemente, en el mismo momento.
El flujo de las tribus
En sus últimos momentos en la tierra, Moisés se encuentra en
la cima del Monte Nevó, conectando con sus ojos cada porción de la Tierra Prometida.
Como se explicó anteriormente, a Moisés también se le muestra todo el flujo de
la historia judía en la Tierra, hasta la llegada del Mashíaj (el Moisés de la
generación). Debemos entender por qué se menciona explícitamente que estas
tribus en particular entran en la visión de Moisés y qué mensaje tienen para
él.
El primer texto clásico de la Cabalá, el Sefer Ietzirá,
enseña que cada tribu tiene un sentido interno. Los sentidos internos de las
tribus mostradas a Moisés en este orden particular contienen el secreto de su
reencarnación final como el Mashíaj.
La primera tribu que se muestra a Moisés es la de Dan, cuyo sentido
interno es la ira o la justa indignación. Ésta es la ira de santidad que
erradica el mal. En la porción de la Torá de Va'etjanán (escuche la
conferencia en audio del rabino Ginsburgh sobre la porción de la Torá de Va'etjanan),
meditamos en el Mashíaj como el humo del fuego que quema el mal en el mundo. El
primer objetivo del Mashíaj es erradicar el mal. Nuestros sabios añaden que la
tribu de Dan, con su sentido de ira sagrada, traerá el comandante en jefe del
ejército del Mashíaj.
A continuación, se muestra a Moisés la tribu del hermano de
Dan, Naftali, cuyo sentido interno es la risa. Cuando el mal sea conquistado y
erradicado, el Mashíaj tendrá la capacidad de incorporar las chispas sagradas
de lo que antes se consideraba malo al bien. Esto produce una alegría y una
risa tremendas en el alma: la alegría de que la cáscara se incorpore al interior.
La siguiente tribu que se muestra a Moisés es Efraim, cuyo
sentido es la unión marital. Después de la victoria sobre el mal y su
incorporación al bien viene la colonización de la Tierra Prometida. A lo largo
de la Biblia, el asentamiento de la Tierra de Israel por parte del pueblo judío
se compara con la unión matrimonial. Además, para colonizar la Tierra, el
Pueblo Judío debe procrear, dando a luz a más y más judíos que puedan vivir en
todas partes de la Tierra de Israel.
A continuación, se muestra a Moisés la tribu del hermano de
Efraim, Menashé. El sentido interno de Menashé es el olfato. Nuestros sabios
dicen que la señal más definitiva del Mashíaj es que es capaz de juzgar - de
diferenciar entre la verdad y la falsedad - con su sentido del olfato. En este
punto, el Mashíaj ya se manifiesta como líder del Pueblo Judío y del mundo
entero.
Finalmente, a Moisés se le muestra la tribu de Judá, cuyo
sentido es el habla. El habla es liderazgo y se enfoca en el Mashíaj y en el
Templo. Después de que el Mashíaj juzgue apropiadamente al pueblo, el mundo
estará listo para la revelación de la nueva Torá del Mashíaj. Dios ha estado
esperando revelar esta dimensión interna de la Torá desde el primer momento de
la creación. Mashíaj lo revelará a través de su sentido del habla.
Las profundidades del corazón de Dios
Los secretos de la dimensión interna de la Torá son las
profundidades del corazón de Dios. Dios nunca ha revelado estas profundidades
verbalmente. Sólo el Mashíaj, el epítome de la capacidad de expresar la
Divinidad a través de palabras, revelará estas profundidades internas. La
redención es la capacidad del corazón de expresarse plenamente en palabras. A
través del discurso del Mashíaj, se revelarán las profundidades del corazón de
Dios.
Mientras Moisés se prepara para dejar este mundo, Dios le
muestra el fluir de su encarnación final. Cuando regrese como Mashíaj, Moisés
redimirá al mundo y revelará la Torá del Mashíaj: las profundidades internas
del corazón de Dios.
Parashá Haazinu
¿DÓNDE ESTÁ MI NOMBRE EN LA TORÁ?
Un ex discípulo del Rambán (Najmánides) se burló de toda la Torá
porque no encontró su nombre en la porción de la Torá de Haazinu. Cuando su
maestro le mostró dónde estaba realmente escondido su nombre, eso lo impulsó a
regresar a Dios.
La porción de la Torá de Haazinu tiene principalmente
forma poética, compuesta y dicha por Moisés antes de su fallecimiento. El
contenido del poema, aún sin profundizar mucho, cuenta la historia del pueblo
judío desde el principio de los tiempos hasta el fin de los días. De “Recuerda los días de antaño”[1] hasta el heraldo de la
redención final cuando “Él purificará Su tierra por amor a Su pueblo”.[2] Los sabios afirman: “Este
poema es fantástico porque incluye el presente, incluye el pasado, incluye el
futuro venidero, incluye este mundo e incluye el mundo venidero”.[3] En palabras de Najmánides
“incluye todo el futuro que será, aunque sea breve en palabras.”[4]
Así, encontramos que el poema de Haazinu lo incluye
todo, lo que explica por qué es específicamente el legado único que nos dejó
Moisés el día de su partida de este mundo. También tiene sentido que exista una
directiva especial de repetirlo:
“Y ahora, escribe para ti este poema y enséñaselo a los
israelitas, colócalo en sus bocas para que este poema sirva de testimonio para
mí para los israelitas”.[5] Se cuenta que el Maguid de
Mezritch animó a todos los judíos a memorizar el poema de Haazinu.
La perspectiva del poema es desde arriba, desde el punto de
vista de cómo Dios ve el mundo. De él aprendemos que, desde la perspectiva de
Dios, todo lo que sucede es una narrativa épica con todos los giros de la trama
ya revelada y conocida para el autor. Todos los actos y maquinaciones del
hombre se tienen en cuenta y todos desempeñan un papel en el panorama general.
Sin embargo, si ya se sabe todo, ¿significa esto que todos
nosotros no somos más que actores de una obra de teatro, marionetas manejadas
por una cuerda sin elección real? Para nada. Todos tenemos libre elección y,
por tanto, somos completamente responsables de nuestros actos.
Sin embargo, todo es conocido por Dios y todos participamos
de Sus planes. Ésta es la famosa paradoja del conocimiento previo y el libre
albedrío, que ha ocupado al hombre durante milenios. Sigue siendo un enigma
maravilloso:
Dios tiene conocimiento previo de todo, pero a nosotros se
nos ha dado la libertad de elegir nuestras acciones y nuestro camino en la
vida.
El Discípulo de Najmánides: RAbi Avner
Se cuenta una historia fascinante[6] que se relaciona directamente
con la canción de Haazinu sobre el gran erudito Najmánides, el rabino
Moisés ben Najmán o el Rambán:
El Rambán tenía un
discípulo cuyo nombre era Reb Avner. Un día renegó de sus creencias y se
convirtió en prosélito (mumar, en hebreo) y fue un hombre rico y
poderoso. Después de muchos años llamó a su antiguo maestro, el Rambán,
para que se presentara ante él en Iom Kipur. De hecho el Ramban se
presentó ante él y, justo en frente de su rabino mató un cerdo, lo cocinó y se
lo comió, todo en el día sagrado de ayuno.
Después de comer preguntó al Rambán
cuántas excomuniones de manos del Cielo merecía por las transgresiones que
acababa de cometer. El Rambán le dijo que merecía cuatro y Avner dijo
cinco. Avner quiso discutir con su rabino pero vio que este estaba enojado y se
quedó callado, porque todavía tenía una pequeña cuota de respeto y temor hacia
su antiguo maestro.
El Rambán le preguntó a
Avner qué lo llevó a convertirse y Avner respondió que una vez escuchó al Rambán
decir que todas las mitzvot, todos los mandamientos de la Torá y todo lo
que hay en el mundo están aludidos en la porción de la Torá de Haazinu.
[De hec0ho, vimos una declaración similar en el comentario del Rambán
citado anteriormente.] Avner pensó que esto era ridículo y, por lo tanto,
imposible. Perdió la fe en la Torá y acabó transformado en una persona
diferente.
Sorprendentemente, el Rambán
se mantuvo firme y dijo: “Aún digo que todo está incluido en Haazinu.
Para ilustrar esto, pídeme que encuentre lo que quieras”.
“Entonces muéstrame”, dijo Avner
sorprendido y con gran duda, “dónde está escrito mi nombre en Haazinu”.
“Como quieras”, dijo el Ramban e
inmediatamente se dirigió a un rincón para orar. El verso de Haazinu que
le vino a la mente fue: “Dije en mi ira que los destruiré, eliminaré su memoria
de la humanidad” (אָמַרְתִּי אַפְאֵיהֶם
אַשְׁבִּיתָה מֵאֱנוֹשׁ זִכְרָם). El Rambán
percibió que la tercera letra de cada palabra deletrea "R' Avner" (ר אַבְנֵר),
donde la letra reish (ר)
significa rabi (רַבִּי),
un título de honor a un erudito que indica que su portador es un maestro de
Torá.
Cuando Avner escuchó este
hallazgo milagroso cayó de bruces y le preguntó a su rabino si podía haber una
rectificación para todas sus transgresiones.
“Ya has escuchado las palabras
del verso”, respondió el Rambán y se fue.
Avner tomó inmediatamente una
barca sin tripulación ni remos y se hizo a la mar, a donde le llevara el
viento. Y nunca más se supo de él.
El Rebe de Lubavitch[7] relató que escuchó esta
historia por primera vez de su maestro en el jeider (escuela primaria de
Torá) cuando les enseñó la porción de la Torá de Haazinu, para demostrar
que esta porción lo incluye todo. El Rebe luego continuó especificando:
En esta historia vemos algo
maravilloso y aterrador con respecto al asunto general de la teshuvá (retorno a
Dios). Se enfatiza que el nombre del discípulo del Rambán era Rabí
Avner (como se alude en el versículo). Esto significa que debido a que regresó
a Dios… por medio de esto alcanzó el estatus y condición en que la Torá lo
llama Rabí Avner…. El maestro luego continuó con las enseñanzas de los
sabios sobre Rabí Elazar Ben Dordaia [quien era extremadamente pecador y
finalmente hizo teshuvá, puso su cabeza entre sus piernas y lloró tanto que su
alma partió mientras sollozaba. En ese momento salió una Voz del Cielo diciendo
“Rabí Elazar Ben Dordaia tiene parte en el mundo por venir”, y cuando Rabi, ]Rabí Iehudá HaNasí] escuchó esto “Lloró y dijo: Hay
algunas personas que adquieren su mundo [es decir, el significado de su vida]
en una sola hora, [porque se llamaba Rabí Elazar Ben Dordaia y merecía entrar
en el Mundo Venidero]”.
Los Planes del
Hombre
Esta historia ejemplifica el versículo: “Muchos son los
pensamientos hay en el corazón del hombre pero es el consejo de Dios el que
prevalecerá”.[8]
Podríamos explicarlo diciendo que la persona piensa y planea algo y finalmente
Dios anula los pensamientos de la persona y va en contra de esos planes. Sin
embargo, en un nivel más profundo Rebe Bunim de Peshisja explicó que los
pensamientos del hombre permanecen intactos, pero no obstante, el plan de Dios se
realizará mediante las acciones del hombre. También en nuestra historia, Avner
pide que el Rambán se presente ante él en medio de Iom Kipur para poder
burlarse de él. Y su plan se concreta, pero justamente a través de sus propias
maquinaciones Avner regresa a Dios, se reconecta y es conocido como Rabi Avner.
Este es un ejemplo de cómo funcionan la presciencia y la
elección. No podemos decir que Avner no haya elegido su propio camino, el
transgredió por su propia voluntad y a conciencia, deliberadamente. Quizás lo
que originalmente enojó a Avner fue que el Rambán había dicho que todo
ya estaba escrito en Haazinu. Todo lo que sucederá a lo largo de las
generaciones ya está escrito en la Torá, y Avner no podía tolerar esto.
“Probaré que haré lo que se me dé la gana y todo lo que
quiera”, se dice a sí mismo. Y cuando realmente se pasa por completo le
pregunta burlonamente al Rambán: "¿Está mi historia, la historia
que contradice la Torá, también en Haazinu?” En otras palabras, ¿puede
la Torá incluir la historia de la persona que contradice y rechaza la Torá?
¡Y el Rambán le responde que sí! Por mucho que te
hayas extraviado ahí estás escrito, en el verso más horripilante que existe. El
versículo que describía el pensamiento de Dios: “Dije en Mi ira, los haré como
si no existieran, eliminaré vuestra memoria de la humanidad”. Este secreto le
fue revelado a Avner justamente porque decidió descender al humilde lugar al
que llegó. Fue desde allí que comprendió que incluso ese lugar tan distante y tan
bajo al que había llegado todavía estaba dentro del ámbito de la presciencia de
Dios.
¿Significa esto que es demasiado tarde para Avner y que no
puede volver a Dios? Después de todo, se alude a él en el más oscuro de los
versos, un verso que dice que nada quedará de él. ¡No! Siempre hay teshuvá, nunca
es tarde para arrepentirse, incluso de la manera tan difícil como la teshuvá
realizada por Rebe Elazar Ben Dordaia, cuya alma abandonó su cuerpo en medio de
sollozos. De la misma manera Rabí Avner elige convertirse en nada y cumplir el
versículo que dice que su memoria será eliminada de la humanidad por sus
propias acciones, desde un lugar de arrepentimiento.
Rabi Avner no se suicidó, Dios no lo quiera, simplemente
zarpó hacia lo desconocido, hacia la nada donde desapareció. La rectificación
de rabi Avner está en la nada.
El Mashíaj Regresa
del Mar
Como regla general no sabemos qué eventos futuros están
escritos en Haazinu. La presciencia de Dios en realidad no impregna la
realidad mundana, sino que sigue siendo una luz distante y abarcadora en lo
alto. En la terminología cabalística, la presciencia se encuentra en el
pensamiento primordial del Hombre Primordial, Moja Stima de Adam Kadmón, [El pensamiento oculto en el
Proyecto de la Creación en la Mente del Creador, antes de la primera
contracción para crear los mundos] que por un lado incluye todo, hasta
el nivel más bajo del Mundo de Acción, pero por otro lado el Hombre Primordial
no contiene recipientes, por lo tanto, la luz de este conocimiento previo no
puede ser revelada en la conciencia del ser creado. Si una persona supiera el
plan que tiene Dios para ella “arruinaría el juego”, por así decirlo, porque la
trama se basa justamente en la libre elección del hombre.
Sólo Moisés puede conocer las alusiones ocultas en Haazinu
sin arruinar el juego, porque Moisés es el más leal a Dios “en toda Mi casa”.[9] El conocimiento de Moisés
está incluido en el conocimiento de Dios (particularmente justo antes de su
fallecimiento) sin agregar o restar nada a la trama, sin alterar el delicado y
maravilloso equilibrio entre el conocimiento previo y la elección. En nuestra
historia las acciones de Rabi Avner crearon una situación en la que el Rambán
también descubre la alusión que hay en Haazinu, sin contradecir su libre
elección.
Para Terminar,
un Poco de Guematria.
La gematría de las letras de “R(abi) Avner” (ר אַבְנֵר) es 453. Este es también el valor numérico
de “tzadik consumado” (צַדִּיק גָּמורּ, tzadik gamur), así como el
valor de “Rey Mashíaj” (מֶלֶךְ הַמָּשִׁיחַ, melej hamashíaj). Avner pasó
de ser una persona sumamente malvada a una persona sumamente justa. Quizás sea
incluso el Rey Mashíaj, quien vendrá en un barco para reunir a todas las almas
perdidas. Porque incluso una persona que ha transgredido intencionalmente y ha
llegado a lo más bajo de lo más bajo, incluso una persona que según el
significado simple del versículo debería ser eliminada del mundo, puede
regresar a Dios y ser renovada de la nada.
[1] Deuteronomio
32:7
[2] Deuteronomio
32:43
[3] Sifrei
Haazinu 43
[4] Ramban a
Deuteronomio 32:44
[5] Deuteronomio
31:19
[6] Seder Hadorot
[7] Farbrengen Haazinu 5742.
[8] Proverbios 19:21
[9] Números 12:7
Parashá Haazinu
HAAZINU, EL ORO, Y EL NIVEL MÁS ELEVADO DE TESHUVÁ
La parashá dorada
Todo el libro de Deuteronomio constituye las palabras de
despedida de Moisés del pueblo judío. Pronunció estas palabras[1] durante los últimos 37 días
de su vida. 37 es la guematria de Abel, la encarnación inicial de
Moisés. La mayoría de las palabras de Moisés en el libro tienen como objetivo
reprender al pueblo y advertirles de las consecuencias de abandonar el camino
de Dios y la Torá. Como señala Rashi al comienzo de Deuteronomio, es apropiado
que una persona se dirija a su familia o a sus discípulos de esta manera cuando
se acerca el final de su vida.
Siguiendo las duras predicciones de 98 castigos que se
producirán si el pueblo judío transgrede, el clímax de la reprimenda es el
cántico de Haazinu, que también alude a cada judío individual.
La guematria de Haazinu (הַאֲזִינוּ)
es 79, que es el número atómico del oro. Exploremos esta interesante
conexión.
La verdadera reprimenda
está motivada por el amor
A pesar de su aparente contexto y contenido negativos, se
sabe que al Maguid de Mezritch, el sucesor del Baal Shem Tov, le gustaba
especialmente la canción de Haazinu y deseaba que todos los judíos la
dominaran. Esto sólo puede entenderse si asumimos que el canto de Haazinu
también contiene una cantidad inconmensurable de dulzura y deleite. Esta
dimensión oculta de dulzura en el cántico de Haazinu se puede apreciar
mejor si observamos que el final del libro de Deuteronomio están las
bendiciones dadas por Moisés al pueblo. En otras palabras, la reprensión
conduce a bendiciones y, por lo tanto, la reprensión es en realidad una
revelación de amor infinito, como dice el rey Salomón: “Es preferible una
reprensión abierta
al amor encubierto”.[2] De hecho,
desde las dos últimas letras de la palabra “reprimenda”, tojejá (תּוֹכֵחָה) en hebreo - jet (ח) y hei (ה)
- es igual a 13, que es el valor de “amor”, ahavá (אַהֲבָה), la palabra “reprimenda” puede entenderse como “con amor”, toj
ahavá (תּוֹךְ אַהֲבָה). La reprimenda que
no esté motivada exclusivamente por el amor no se puede escuchar y es mejor no
pronunciarla.
La reprimenda de Moisés estuvo claramente motivada por su
amor por el pueblo judío, por quien había sacrificado continuamente su vida, y
está llena de dulzura para aquellos con oído sensible. De hecho, como se
explica en el Tania,[3] hay dos niveles de bondad: la
que puede revelarse abiertamente y la que proviene de una fuente aún más
elevada pero que es demasiado grande para ser contenida en cualquier recipiente
y, por lo tanto, debe permanecer oculta dentro de un recipiente áspero (y, por
lo tanto, muy duro e irrompible). Del mismo modo, el amor que sólo puede
expresarse dentro del contexto aparentemente duro de una reprimenda es en
realidad más elevado que el que puede expresarse abiertamente. El Tania
explica[4] que estas dos formas de amor
se comparan en la Biblia con la plata y el oro (o agua y fuego,
respectivamente). En nuestro estado actual, el amor que se asemeja al oro no
puede lograrse mediante nuestros propios esfuerzos y debe ser dado como un
regalo de Dios en lo alto. Esto es similar a la comprensión de los sabios de
que el verdadero propósito del oro sólo será revelado en el Mundo Venidero, el
estado futuro de la humanidad con la construcción del Tercer Templo.
El amor que se compara con el oro motiva lo que se llama teshuvá
por amor: un regreso a Dios motivado por el amor (en lugar del miedo o el temor).
El Tania[5]
explica que, para limpiarnos verdaderamente de todas las transgresiones
pasadas, nuestra teshuvá debe estar motivada por el amor.[6] La época del año que es
particularmente adecuada para alcanzar este nivel de teshuvá son los
Diez Días de Teshuvá, los diez días desde Rosh Hashaná hasta e,
incluido, Iom Kipur. La mayoría de los años, la parashá Haazinu
se lee en Shabat Teshuvá, el Shabat que cae durante los Diez Días de Teshuvá.
En resumen, la motivación interna de la reprimenda final de
Moisés, la Canción de Haazinu, fue su ardiente amor por el pueblo judío,
un amor que se compara con el oro. Pero, dado que este tipo de amor no puede
contenerse en nuestra realidad presente en nada más que en un recipiente áspero
y duro, Moisés nos concede la oportunidad de recibir esta forma suprema de amor
a través de la reprimenda de la Canción de Haazinu. Una vez que Moisés
ha expresado su ardiente amor por nosotros, procede a bendecirnos en la porción
final de la Torá, Vezot Habrajá.
Unificando la reprimenda
y la bendición
Hemos visto que las bendiciones que aparecen inmediatamente
después de la parashá Haazinu en la parashá Vezot Habrajá
(literalmente: “Esta es la bendición…”), la parashá final del libro de
Deuteronomio, son posibles gracias a la reprimenda de Haazinu. Así, la reprimenda
y la bendición quedan unificadas por Moisés. De hecho, Moisés habló de ambas
cosas en el último día de su vida revelada en este mundo. [Moisés continúa
reapareciendo de manera revelada en cada generación en el alma del líder
espiritual de la generación. El Tikunei Zohar llama a esto “la extensión
de Moisés en cada generación”.]
Si sumamos la guematría de “reprimenda”,
tojejá (תּוֹכֵחָה) a la de “bendición”,
berajá (בְּרָכָה), obtenemos 666, que
también es el triángulo de 36 (o la suma de números enteros del 1 al 36). 666
es el valor de la palabra itrón יִתְרוֹן,
que significa “beneficio” o “mejor”, que aparece exactamente 10 veces[7] en la
Biblia, todas ellas en el Libro de Eclesiastés que leemos durante la festividad
de Sucot y que más que cualquier otro libro de la Biblia simboliza la
experiencia interior y el espacio espiritual del mes de Tishrei. La
aparición de esta palabra que mejor se relaciona con la unificación de la reprimenda
y la bendición (específicamente la bendición de Moisés que sigue a su reprimenda)
está en el versículo: “He visto que la sabiduría es superior a la
necedad, así como la luz es superior a las tinieblas”.[8],[9]
El número 666
Como número, el 666 se menciona tres veces en la Biblia, dos
veces en referencia al rey Salomón y una vez más en referencia a los judíos
retornados (olim) del exilio babilónico:
§
“El peso del oro que llegó
a Salomón en un año fue 666 talentos de oro.”[10]
§
“El peso del oro que llegaba
a Salomón en un año fue 666 talentos de oro.”[11]
§
“La descendencia de
Adonicam: 666.”[12]
El primer y segundo versículo son casi idénticos ya que
muchos de los versículos de los libros de Reyes aparecen con ligeras
variaciones en los libros de Crónicas. Curiosamente, las palabras para 666
están escritas de manera diferente en cada uno de los tres versículos.[13]
Hay una conexión oculta entre estos versículos y nuestro
tema del oro. Recuerde que al comienzo de la parashá Reé, Moisés
dijo: “He aquí, hoy pongo ante ustedes una bendición y una maldición”. En el
hebreo original, este versículo tiene 7 palabras. Según las marcas de
cantilación, se dividen en cinco palabras - “He aquí, hoy pongo ante ustedes” -
y dos palabras, “una bendición y una maldición”. La división de 7 en 5 y 2 es
el signo numérico de la palabra “oro”, zahav (זָהָב)
en hebreo ya que sus tres letras equivalen a 7, 5 y 2, lo que sugiere la
ecuación simple: 7 = 5 ┴ 2. El oro es el tema de los dos primeros
versos en los que aparece el número 666 y este primer verso de la parashá
Reé sugiere que el oro puede ser una fuente de bendición o una fuente de
maldición. Esto es evidente en el contexto de la Torá, donde el oro se utiliza
ya sea para el servicio a Dios en Su Sagrado Templo - la fuente de todas las bendiciones
- o para la fabricación del Becerro de Oro,[14] para el
servicio de un Dios falso - la fuente de todas las maldiciones-. Dado que 666
es también el valor de “reprimenda, bendición” (תוכחה
ברכה), se deduce que al expresar su ardiente amor por el pueblo
judío en la reprimenda del cántico de Haazinu, Moisés transformó
cualquier maldición en bendiciones.[15]
[1]
Los sabios describen que en el Libro de
Deuteronomio Moisés alcanzó el nivel más alto de su profecía hasta el momento.
Mientras que, en los cuatro libros anteriores del Pentateuco, Moisés recibió
las palabras de su profecía directamente del Todopoderoso y luego las escribió,
durante todos sus discursos documentados en Deuteronomio, la Presencia Divina
habló directamente desde su propia garganta. El valor numérico de “garganta”, garón
(גַרוֹן)
es 259 o 7 · 37, el número de días durante los cuales Moisés pronunció estos
discursos.
[2]
Proverbios 27:5
[3]
Capítulo 26
[4]
Capítulo 50
[5]
Igueret Hateshuvá
[6]
Sobre la posibilidad de hacer teshuvá por amor, ver Tania,
capítulo 43.
[7] Que
naturalmente corresponden a las diez sefirot, cuya correspondencia se
deja al lector
[8] Eclesiastés
2:13. Tenga en cuenta que esta palabra aparece dos veces en este versículo. Los
otros casos se encuentran en 1:3, 2:11, 3:9, 5:8, 5:15, 7:12, 10:10 y 10:11.
[9] “La luz es
superior a las tinieblas” alude al versículo final del primer día de la
creación, “Fue la tarde y la mañana un día” (Génesis 1:5). Aunque el día
contiene tanto luz como oscuridad, debe su nombre a la luz (“Dios llamó a la
luz “día””). Los cinco versículos que describen el primer día de la creación
contienen en total 197 letras. Cuando calculamos el valor de יתרון en mispar
kidmi, es igual a אבגדהוזחטיאבגדהוזחטיכלמנסעפצקרשת
אבגדהוזחטיכלמנ סעפצקר אבגדהו אבגדהוזחטיכלמנ
= 2561, o el producto de 13 (el
valor de la palabra “uno”, ejad [אֶחָד]) y 197, un ejemplo verdaderamente hermoso
de auto- referencia.
Además, el valor de las palabras “la sabiduría es superior a la
necedad, así como la luz es superior a las tinieblas” (יִתְרוֹן לַחָכְמָה מִן הַסִּכְלוּת כִּיתְרוֹן הָאוֹ ר מִן הַחֹשֶׁךְ) es 2701, el mismo valor que el primer
verso de la Torá, “En el principio, creó Dios los cielos y la tierra” (בְּרֵאשִׁית בָּרָא אֱ־לֹהִים אֵת הַשָּׁמַיִם וְאֵת הָאָרֶץ).
[10] 1 Reyes 10:14.
[11] 2 Crónicas
9:13
[12] Ezra 2:13
[13]
En el hebreo original
son: שֵׁשׁ מֵאוֹת שִׁשִּׁים וָשֵׁשׁ, שֵׁשׁ מֵאוֹת
וְשִׁשִּׁים וָשֵׁשׁ y שֵׁשׁ מֵאוֹת שִׁשִּׁים וְשִׁשָּׁה.
[14]
La guematria
de “Becerro de Oro”, eguel hazahav (עֵגֶל הַזָהָב)
es igual a la de “poder de la imaginación”, coaj hamedamé (כֹּחַ הַמְדַמֶה), que cuando no se refina mediante el
estudio de la Torá se convierte en la fuente de toda idolatría, creencias
abominables, y simples supersticiones absurdas.
[15]
Curiosamente, fue el 6 o el 7 de Tishrei que Dios decretó el castigo por
el pecado del Becerro de Oro (Shulján Aruj Oraj Jaim 580:2 y Maguen
Avraham ad. loc.). La lectura de la parashá Haazinu en estos
días sugiere que cada año Moisés nos reprende en estos días a fin de anular el
decreto y transformar la maldición en bendición.
HAAZINU: EL SERVICIO DIVINO DE
DEUTERONOMIO
El propósito de todos los cánticos de la Biblia es expresar agradecimiento
hacia el Todopoderoso con gran alegría. De todas las canciones la que parece
diferente es la Canción de Haazinu. Su significado literal parece ser
una reprimenda al pueblo judío y una advertencia para que no se desvíen del
camino de Dios. En cierto sentido, esto es apropiado ya que el cántico de Haazinu
aparece al final del Libro de Deuteronomio cuyo tema central es el reproche de
Moshé Rabeinu al pueblo en vísperas de su entrada a la Tierra de Israel.
Sin embargo, el enfoque Jasídico es que son específicamente
aquellas cosas que parecen negativas las que contienen la mayor luz. Por lo
tanto, debemos leer la Canción de Haazinu teniendo en cuenta que en
realidad contiene un placer Divino infinito, que lleva a su clímax la
profundidad del amor que se esconde en el franco reproche. De hecho, en hebreo,
las letras de “reprimenda”, tojejá (תּוֹכֵחָה),
es igual al valor de las palabras “por amor”, toj ahavá (תּוֹךְ אַהֲבָה)
o “amor interior”. De hecho, vemos que inmediatamente después de este final
culminante de su reproche, Moshé Rabeinu finaliza la Torá con una bendición que
dura toda la parashá, la parashá Vezot Habrajá. Por lo tanto, en su
esencia interna de reprensión y crítica hay bendición (como lo enseñaron el
Baal Shem Tov, el Maguid de Mezritch y el Alter Rebe). En particular, la
bendición oculta en la reprimenda abierta proviene del nivel más alto y sólo
puede descender de incógnito, oculta en palabras duras. Dado que el tema
general de Deuteronomio es el reproche, nos corresponde revelar ahora cómo
alude en realidad a los niveles más elevados de servicio y bendición Divinos
que podemos merecer recibir. Procedamos a enumerar las 11 etapas de servicio
que corresponden a las 11 parashot de Deuteronomio con las cuales
podemos merecer que aflore la luz más elevada desde la aparente oscuridad.
La primera parashá, Devarim, alude a la palabra
"líder". Como está en plural, se refiere tanto a Moshé Rabeinu como a
Iehoshua, quienes se solapaban hasta cierto punto en su liderazgo. En la
parashá Devarim, estos dos líderes se unen,[1] tal como el alma
todo-inclusiva del líder de la generación y la chispa de la Divinidad dentro
del alma de cada individuo se unen para convertirse en uno. Cada judío contiene
una chispa de Moshe Rabeinu, el líder todo-inclusivo, y la manera de revelar esta
chispa es identificarse y conectarse con Moshe Rabeinu, el líder de la
generación.
Así, la primera etapa del servicio Divino que revela el
placer infinito escondido dentro de la reprensión (en nuestros tiempos: el
estado de exilio en el que aún nos encontramos) es alimentar nuestra conexión
espiritual con el Moshé Rabeinu de nuestra generación, el individuo en cuyas
palabras la Divinidad se escucha.
A la segunda etapa se alude en el nombre de la segunda
parashá, Va'etjanan, que significa "rogué". No basta
simplemente con identificar al Moshé Rabeinu de nuestra generación y crear un
vínculo con él. También debemos identificarnos y empatizar con el decreto
celestial que enfrenta el líder; en el caso de Moshé Rabeinu esta fue la
decisión de no entrar a la Tierra de Israel. Entonces debemos clamar desde lo
más profundo de nuestro ser, su propio grito existencial de “¡¿Hasta cuándo…?!”
¿Cuánto tiempo durará el exilio hasta que merezcamos la verdadera y completa
redención? La característica esencial que representa la identificación de un
verdadero discípulo de Moshé Rabeinu de la generación es su capacidad no sólo
de identificar, sino de experimentar realmente la angustia existencial del
líder.
Luego pasamos a la parashá “Eikev”, que
alude a Ikveta Demeshija, un período de tiempo difícil en el que sabemos
que el Mashíaj ya está presente porque vemos sus figurados talones, pero no
podemos experimentar su presencia completa. En sus primeras palabras, la
parashá Eikev nos advierte que “porque escucharás…”, vehaiá ekev tishmeun
(וְהָיָה עֵקֶב תִּשְׁמְעוּן). Al escuchar y
comprender que el Mashíaj ya está aquí (aunque su presencia no se pueda ver)
nos sentimos impulsados a mejorar nuestra conducta, alterando la forma en que
abordamos incluso los mandamientos más ligeros de la Torá y preparándonos para
la siguiente etapa: ¡ver!
El nombre de la siguiente parashá, Reé, significa
“¡Mira!” La siguiente palabra en la parashá es Anoji, la forma de “yo”
con la que el Todopoderoso se refiere a sí mismo en los Diez Mandamientos. El
verdadero líder de la generación revela el aspecto de Moshé-Mashíaj descrito
como el “Infinito dentro de lo finito”. La etapa de nuestro servicio descrita
en la parashá Reé es ver al Mashíaj.
Estos primeros cuatro pasos permiten a quienes se han
comprometido a buscar, identificar y conectarse con Moshé Rabeinu de la
generación dirigir sus esfuerzos externamente y rectificar el mundo,
transformando la realidad en una morada para el Todopoderoso, donde Dios pueda
revelarse abiertamente.
La realidad transformadora comienza con los tres
mandamientos comunitarios que, a nosotros, el pueblo judío, se nos ordenó al
entrar a la Tierra de Israel: nombrar un rey, aniquilar a Amalek y construir el
Templo Sagrado. Estos tres mandamientos corresponden a las siguientes tres parashot
del Libro de Deuteronomio: Shoftim, Ki Tetzé y Ki Tavó. Shoftim
comienza con el mandamiento de nombrar el tribunal judicial religioso y
continúa con el mandamiento de nombrar un rey. Ki Tetzé comienza con una
descripción de las leyes relacionadas con la guerra y concluye con la guerra
contra Amalek. Ki Tavó comienza con el mandamiento de traer las
primicias al Templo Sagrado.
Liberados del peso de la guerra como se describe en Ki
Tetzé y Ki Tavó, procedemos al objetivo final de los mandamientos
comunitarios, la unidad del pueblo judío, descrito en los primeros versos de la
parashá Nitzavim. La unidad judía completa es posible cuando todos los
judíos (desde el más grande hasta el más pequeño) reconocen su raíz espiritual
común manifiesta en el alma de Moshé Rabeinu y el Mashíaj.
Desde la parashá Nitzavim continuamos hasta Vaielej,
donde Moshé Rabeinu se eleva cada vez más para lograr la revelación del Portal
número 50 - la revelación de la esencia Divina. Revelar el Portal número 50 fue
una respuesta a su súplica de 38 años antes: “Muéstrame Tu gloria”.[2]
La parashá de esta semana, Haazinu, revela el placer
oculto inherente a cada evento que ocurrió y ocurrirá en la historia de nuestra
nación hasta la llegada del Mashíaj (que revela el Portal número 50), la
resurrección de los muertos y la vida en el mundo venidero.[3] Es entonces cuando podremos
identificarnos de todo corazón con las palabras pronunciadas por Isaías: “Te
doy gracias Dios por Tu reproche... Tú me has consolado”.[4] Los grandes tzadikim
se encariñaron profundamente con la parashá Haazinu porque a través de su
lectura, merecemos que se nos muestre cómo la reprimenda y la bendición se unen
en una sola, como se indicó anteriormente.
Finalmente, llegamos a la terminación del Libro de
Deuteronomio en la parashá Vezot Habrajá donde leemos: “…La bendición
que Moshé, el hombre de Di-s, otorgó a los hijos de Israel antes de su muerte”.
Cuando Moshé Rabeinu se revela plenamente, “…ante los ojos de todo Israel”,[5] entonces el final de la Torá
se reconecta con su comienzo, “En el principio, Dios creó los cielos y la
tierra”[6] revelándonos a todos, “…los
nuevos cielos y la tierra nueva”[7] que estuvieron siempre ante
Dios.
(Basado en el Daily Dvar Torá para Haazinu, 5768)
[1]
La posibilidad de que Moshé Rabeinu y Iehoshua se unan en una sola generación
es uno de los signos más importantes de la redención venidera, como lo explica
el Rebe de Lubavitch.
[2]
Éxodo 33:18.
[3]
Como se alude en el séptimo verso de la parashá
[4]
Isaías 12:1.
[5]
Deuteronomio 34:12
[6]
Génesis 1:1
[7]
Isaías 66:22.
SHANÁ TOVÁ UMETUKÁ
Un año bueno y dulce para todos, que sean sellados para
bien, que sea un año alegre, para el estudio de Torá y cumplir los preceptos
con alegría. Por el mérito de la alegría de los preceptos que ameritemos el
Mashíaj. Mashíaj tiene las letras de
Ismaj e isamaj, es alegre y alegrará a todos.
Para recibirlo hay que hacerlo con alegría, y así hay que
rezar en estos días, en especial en Iom Kipur, el día de la expiación, porque
está escrito “Ante Dios se purificarán”. Cuando rezamos con pureza -expiación
es pureza, está escrito en el Tania que pureza es un corazón alegre, un corazón
alegre es un corazón puro.
Entonces que todos seamos puros y alegres, para servir a
Hashem y así traer al Mashíaj.
Parashá Haazinu
LA MÚSICA DE LA REDENCIÓN: EL GRAN CANTO DE LA TORÁ
La
porción de la Torá de Haazinu es el canto de Moisés al concluir su misión en la
tierra. Es uno de los dos grandes cánticos de la Torá y relata toda la historia
del pueblo judío, pasada, presente y futura. Najmánides escribe que cada alma
judía puede encontrar su biografía completa escondida en las letras de este
cántico. El Maguid de Mezritch, discípulo y sucesor del Ba'al Shem Tov, enseñó
que es importante aprender esta canción de memoria, ya que en ella se
desarrolla toda la vida. Ha'azinu es un gran canto a Dios, así como la vida de
uno es un canto para Él.
Las alas mesiánicas
Una de las imágenes más potentes del canto de Ha'azinu es la
imagen del águila revoloteando sobre su nido de polluelos (Deuteronomio 32:11). En esta
metáfora, Dios, el águila, viene a despertar a los polluelos en su nido, se
cierne sobre ellos, extiende sobre ellos sus alas y finalmente los eleva sobre
sus alas en vuelo redentor por el cielo. Hay dos sinónimos de "alas"
en este versículo: kanaf, cuyo valor numérico es 150, y evrá,
cuyo valor numérico es 208. Juntas, estas dos palabras suman 358, el valor
numérico de Mashíaj. El águila que lleva al Pueblo Judío en sus alas es el
Mashíaj, cumpliendo su Divina misión Mesiánica. En la porción de la Torá de Itró
(Éxodo 19:4), Dios
también se refiere a la redención de Egipto como redención "sobre alas de
águilas". Claramente, el águila y sus alas tienen implicaciones
mesiánicas.
El águila revoloteando
Antes de que el águila tome a sus polluelos en sus alas,
debe despertarlos. El águila es un ave enorme y poderosa. Si aterriza
repentinamente en su nido, es probable que aplaste a sus frágiles polluelos.
Así, nuestro verso ilustra al águila revoloteando sobre su nido, expresándose
ante sus polluelos como la más apacible de las criaturas, manifestando perfecto
equilibrio y estabilidad. El verbo rajef para "flotar" es muy extraño
en la Torá. Una de sus otras apariciones es en el segundo versículo del
Génesis, "y el espíritu de Dios flotaba sobre las aguas". Nuestros
sabios explican que este es el espíritu del Mashíaj. Las aguas son las aguas de
la teshuvá, el despertar de la conciencia del alma para regresar a Dios.
Estas dos expresiones de "flotar" son plenamente complementarias. Ambas
apuntan al despertar del pueblo judío a la realidad mesiánica del regreso a
Dios.
Tocar y no tocar
En Cabalá y Jasidut, el vuelo del águila se conoce como
"tocar y no tocar". El águila es capaz de tocar y no tocar
simultáneamente, permitiendo que sus polluelos despierten poco a poco, de
acuerdo con su capacidad de captar su presencia. El poder de tocar es el poder
de involucrarse, de inspirar al otro. El no tocar permite al otro la libre
elección para que su alma pueda despertar por sí misma en su deseo de ascender
hacia Dios. El águila – Mashíaj - nos inspira y al mismo tiempo nos permite,
paradójicamente, integrar lentamente la nueva realidad mesiánica a nuestro
propio ritmo individual.
La quincuagésima puerta
La palabra hebrea para "tocar y no tocar" es noguea
v'eino noguea. Las iniciales de esta frase forman la palabra nun, en
alusión a la quincuagésima puerta del entendimiento a la que Moisés aspiraba y
que recibió sólo al final de su vida. Uno de los secretos de la Quincuagésima
Puerta es el secreto de tocar y no tocar - la sensación esencial de que Dios
está totalmente involucrado en la realidad y al mismo tiempo nos permite elegir
por nuestra propia voluntad.
El canto de las alas del águila
La palabra hebrea para "águila" es nesher; nun,
shin, reish. Las dos últimas letras de nesher deletrean shar,
que significa "canto". Más que cualquier otra palabra en la canción
de Ha'azinu, la palabra shar es la sílaba esencial de nesher. Hay
dos tipos de canción: canción vocal (incluida la poesía) y melodía. En hebreo,
la "canción", que incluye poesía, se llama shir, representada
por las letras hebreas shin y reish de nesher. La palabra
hebrea para "melodía" es nigun, que comienza con la letra nun,
la primera letra de nesher. Por tanto, nesher es un acrónimo para
los dos tipos de canciones. Nuestros sabios enseñan que cuando el águila se
acerca a su nido bate sus alas para crear una canción, preparando suavemente a
sus polluelos para su llegada. Para despertar las almas del Pueblo Judío y del
mundo entero, cada persona con su propia chispa de Mashíaj debe poseer el poder
de la poesía y la melodía inherente al águila.
El nido
Nuestro verso describe al águila despertando (a los
polluelos en) su nido. Nuestros sabios enseñan que el Mashíaj se sienta en un
nido en el Jardín del Edén, esperando para redimir al mundo. La palabra hebrea
para "nido" es ken, que es afin a tikún -
"rectificación" y también kinian - posesión. La posesión más
perfeccionada es la nueva Torá del Mashíaj, el canto de las alas del águila,
que comienza a resonar a medida que se acerca a sus polluelos. Esta nueva Torá
Mesiánica provocará nuestra rectificación a medida que el águila se acerca a su
nido para suavemente (tocando y sin tocar) despertar a sus polluelos que
esperan.
Todo es para bien
La palabra para "polluelos" en nuestro verso es gozalav,
cuya raíz es guimel, lamed, zain. Estas letras son un acrónimo de una
frase muy básica "Gam zu letová", que significa: "Esto
también es para bien". Los polluelos que esperan ser elevados sobre las
mesiánicas deben ser despertados a la conciencia de que cualquier cosa que nos
suceda es para bien y, en última instancia, conducirá a la verdadera y completa
redención.
LA CANCIÓN HAAZINU
Hay una tradición de que el Maguid de Mezerich quiso que
todos aprendan la Canción Haazinu. Ahora es cuando leemos la Canción Haazinu,
durante los 10 Días de Teshuvá. La tradición es que todos sean expertos en la
Canción Haazinu porque contiene toda la historia del mundo, todo A”K, Adam
Kadmón. Pasando revista a todos de una vez, todo se encuentra en la Canción
Haazinu.
EL FUEGO PERPETUO
¿Qué es el fuego perpetuo que permanece sobre el altar? El
fuego perpetuo es el enorme entusiasmo donde el alma se escapa en el servicio a
Dios bendito Es.
Hay dos niveles en el pueblo de Israel, en las almas de
Israel: Iaacov e Israel. Iaacov es la mentalidad inmadura, el judío simple que
no es capaz de meditar en profundidad. Solo puede decir las cosas en su
simpleza. Y también esto es muy bueno, el Baal Shem Tov amaba mucho a los
judíos simples. Y el nivel de Israel que es la mentalidad madura, es capaz de
meditar en profundidad y al hacerlo entusiasmarse con tal entusiasmo que el
alma se escapa.
VOLVEMOS CON EL AYUNO DE GUEDALIA
después de Rosh Hashaná rumbo a Rabi Meir Baal Hanés
EL MÁS ALTO DE TODOS
https://www.youtube.com/shorts/gIKE4uw5lBk?feature=share
Cierta
vez que los jasidim vieron a un hombre muy alta parado en la puerta de 770, y
el Rebe salió para hablar con él un momento, luego lo buscaron, pero no
encontraron a ese hombre alto.
Cuando Rabi Dunin entró a lo del Rebe y le
preguntaron quién era, porque era como de la familia, el Rebe la contestó que
era el Maharal de Praga, quien como es sabido era el más alto de su generación.
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